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La primavera volvía y con ella, la sonrisa de Jisung.

Su pierna se movía debajo de la mesa, tres minutos, tres minutos que lo separaba de volver a ver a Jisung. Iba a ser perfecto, las clases pronto terminarían y podría pasar más tiempo con el chico que le gustaba.

Jeongin sonrió, eso sonaba tan dulce "el chico que le gustaba" a demás de ser correspondido.

Las agujas del reloj parecían moverse más lentas que lo normal, con un incesante sonido de "TicToc". Ya había guardado sus pertenencias cuando la profesora lo había indicado, aún así debían esperar a que el infernal timbre sonará e idnicara el fin de la jornada estudiantil.

El timbre sonó y sin despedirse de sus amigos salió a toda prisa hacia su casa. Tenía cosas que hacer primero antes de ir a la casa de Jisung. Hace unos días habían estado hablando por teléfono o más bien, se pasaba horas escuchando hablar al mayor sobre cualquier cosa. Se había alegrado al escuchar que Jisung le decía que ese día ya podría volver a ir a su patio.

Jeongin tenía planeado el mejor reencuentro.

Entró a su hogar y saludando a su abuela con un grito, fue directo a su habitación. Saludo como todos los días a la pintura, la cual ahora era su favorita, significa tanto para él en esos momentos que era indescriptible las sensaciones que le causaba verla al despertar y al irse a dormir.

Tomo lo necesario para llevar, le aviso a la anciana que llegaría tarde y que pasaría el resto del día con Jisung.

La primavera nunca había sido tan bonita como ese día.

Llegó hasta la puerta, con nervios la empujó para asegurarse de que efectivamente estaba abierta y con ella, un Jisung esperándolo dentro. Su corazón golpeó fuertemente en su pecho, era el momento, lo volvería a ver después de meses de espera. Retrocedió unos pasos y tomo aire. Allá iba.

Ingreso al lugar más que conocido, las flores empezaban a salir y el olor a primavera se implantó en su pecho. Nunca había sido fan de todo aquello, sin embargo en esos momentos ver la manera en la que esas flores salían lo hacían sentir vivo. Camino hasta llegar abajo de la ventana que Jisung le indico cómo suya, la noche anterior le había pedido que lo esperara ahí hasta que llegara.

Dejó en el suelo la bolsa donde había traído las galletas favoritas de Jisung, un libro que estaba dispuestos regalarle, y rogaba que no lo haya leído o lo tenga en su estantería, un dibujo parecido al cuadro que el tenía de las flores. La diferencia era que este había sido creado por sus propias manos.

Estaba nervioso

Con su voz ya recuperada, después de un eterno invierno, habló.

— ¡Oh Romeo, Romeo! ¿Por qué eres tú Romeo? Niega a tu padre y rehusa tu nombre; o, si no quieres, júrame tan sólo que me amas, y dejaré yo de ser una Capuleto—

La silueta de un castaño apareció por la ventana, apoyándose en el afeizar con una sonrisa que intentaba no soltar una carcajada.

—Pensé que era Romeo quien hablaba  desde abajo y Julieta desde el balcón ¿Acaso no lo has leído?—

— ¿Quién eres tú, que así, envuelto en la noche, sorprendes de tal modo mis secretos?—

Jeongin se felicito internamente, estaba listo para escuchar esa frase o algo parecido venir del chico en la ventana.

 —Y dime, ¿cómo has llegado hasta aquí y para qué? Las tapias del jardín son altas y difíciles de escalar, y el sitio, de muerte, considerando quién eres, si alguno de mis parientes te descubriera—

Quiso golpearlo, había robado su frase. Ambos rieron fuerte, ya no sabían cuál era cual. Jeongin lo apunto con su dedos, acusándolo.

—¡Cállate! Solo eh aprendido algunos diálogos—

Jisung sonrió. Amaba aquello.

—¿Quién necesita un príncipe cuando te tengo a ti?—

Jeongin agachó su cabeza avergonzado. Debía aferrarse a lo que ya había planeado y no dejar que las dulces palabras del castaño lo distraigan.

—¡Las cosas están peor que nunca! ¡Porque nunca había sido tan pequeño como ahora, nunca! ¡Y declaro que la situación se está poniendo imposible!—

Soltó, el invierno había sido lo suficientemente largo para leer algunos libros que creía conocer y se encontraba con que no era así.

—¿Ahora eres Alicia?—

—Yo sé que te lo sabes. Anda, Dilo—

Jisung volvió a sonreír, claro que se lo sabía, era su historia favorita. Jeongin también sabía que esa era su parte favorita.

—¡Despierta Alicia! ¿Cuánto tiempo has dormido?—

Jeongin sonrió satisfecho. Jisung había dicho las palabras que necesitaba.

—Oh, tuve un sueño extraño—

Jisung estaba a punto de responder cuando la voz de Jeongin interrumpió cualquier intento de proseguir.

—Soñe que el invierno intentaba llevarse a mi príncipe. Pero mírate, otra vez estás ahí como la mismísima primavera—

Se sentía estúpido, había practicado tantas cosas, tantas frases, su espejo se había cansado de verlo hablar y repetir lo mismo una y otra vez.

—¿Quién salvará a quien, mi querido amigo?—

—¡Más peligro hallo en tus ojos que en veinte espadas de ellos! Mírame tan sólo con agrado, y quedo a prueba de su enemistad—

—¿Acaso no eras Julieta? ¿Porqué hablas como un Montesco?—

—Porque soy lo que tú quieras que sea—

La pequeña brisa que se colaba entre las flores del lugar, la cual acariciaba con cautela el verde césped bajo su pies, era la única que se movía por el lugar.

Quedaron estáticos, observando el infinito en los ojos del otro. Perdidos en las miradas que congelaron el tiempo. Respirando pausadamente.

Era surrealista y ambos lo sabían. Si se ponían a contar los días, en un cerrar y abrir de ojos cumplirían un año de conocerse ¿Cuánto tiempo había pasado desde aquel encuentro? Tal vez ¿Siete u ocho meses? Para Jisung era suficiente para entender lo que sentía. No conocía mucho sobre el tema, pero la diversidad literaria que su cerebro abarcaba le daba a entender que ese era real y lo que tanto había leído, estaba frente a sus ojos.

Y un susurro que fue audible salió de Jisung.

—Entonces se mi novio—

Primavera |Jigin/JeongSung|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora