2.

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—¡Wow! —dijo después de unos segundos. —Sí que tienes todo planeado.

Asentí sonriente y caminé hasta un contenedor donde guardaba el látex sin moldear. Aún tenía que ajustar algunos detalles.

—Pero... —dijo confundido. —¿Y las cejas, cabello y esos detalles?

—Ah, compré un montón de pelucas color caoba y negras. —sonreí y saqué las pelucas de un estante. —Están hechas con cabello real, así que con ayuda de la cápsula y la computadora, tendrá todos esos detalles.

—Vaya...

—Ahora lo que tengo que hacer es terminar el látex. —tomé un par de tubos de ensayo y vertí el contenido en la mezcla de látex aún líquido. —Con mi equipo de química creé una sustancia que logra hacer que el látex imite la propiedad regeneradora del ser humano.

—¿Qué? —me miró confundido y se acercó a donde estaba yo.

—Sí, mira... —le extendí el tubo de ensayo con el líquido rojo. —Utilice un poco de tejido de mi piel y mi ADN para obtener glóbulos rojos y poder crear unos similares. —le mostré mi muñeca vendada. —Será como una persona de metal y plástico. Se verá tan real y hasta hará lo que un cuerpo humano hace.

—Sof, esto es más grande que sólo una máquina que hace tareas. —dijo mi amigo algo inseguro.

—Sí, pero por ahora no explotaré su potencial al máximo. —terminé de mezclar todo y lo vertí en un gran molde. —De aquí saldrán todos los órganos, músculos y piel que usaré.

—¿Te das cuenta de qué estás armando un humano artificial, solo porque no quieres trabajar en la escuela? —preguntó serio.

—¡Sí! —chillé con emoción. —Vamos, Sebastián. Sé que te mueres tanto como yo por ver si funciona.

—¿Y si no lo hace?

—Lo hará. —aseguré. —Y cuando termine la preparatoria, que será en más o menos ocho meses, lo vendo y ya. ¡Ganaré millones!

—¡Uy, dinero! —expresó con emoción. —Empiezo a pensar que es una buena idea.

—Bobo. —reí levemente y regresé a mi trabajo.

Había una gran cápsula que parecía un armario. Con ayuda de la computadora ahí "armaría" lo que resta del robot, y para ser sincera, eso era lo más sencillo.

—Pero... —dijo Sebastián. —¿Y si se vuelve malo y nos quiere destruir a todos?

Lo miré esperando a que fuera una broma, pero no, era en serio.

—Debes dejar de ver tantas películas de ficción.

Él rió y siguió dibujando.

Me senté en la computadora y seguí ajustando detalles en el sistema.

Todo estaba planeado. Se movería tal y como las personas, analizaría, pensaría, razonaría. Hablará más de 25 idiomas, tendrá la capacidad de imitar la letra de cualquier persona, sabes de cualquier cosa que le preguntes. Tendrá acceso a internet.

Será algo fabuloso y único.

—Está listo. —dijo Sebastián.

Me puse de pie y caminé hasta él.

Me mostró el dibujo y quedé anonadada cuando lo vi.

—Es... —sonreí inconscientemente y tomé el dibujo en mis manos. —Es tal y como lo imaginé. Simplemente perfecto.

Mi amigo sonrió satisfecho.

—Bueno, mi parte está hecha, así que creo que me...

—No... —lo interrumpí. —Aún no hemos terminado.

—¿De qué hablas?

—Solo necesitaba el rostro. —puse el dibujo bajo el escáner y volví a mi computadora. —Hora de crear al robot más increíble del mundo.

Él sonrió y se acercó a donde estaba yo.

—Okey... —di un par de clic's en la computadora. Ajusté la cápsula y le dije a Sebastián que me ayudara a acomodar el esqueleto robótico dentro de ella.

Este era el momento en que todo mi esfuerzo rendiría frutos.

Sólo necesitaba dar clic en "iniciar moldeaje".

—Vamos a ver qué tan buena soy para la robótica... —inicie el proceso y vi como el látex comenzaba a caer sobre el robot. Una gran nube se vapor frío me impidió seguir viendo a través de las paredes de cristal de la cápsula.

Solo escuchaba el sonido de las máquinas trabajando.

Era increíble.

—Bien. —me puse de pie y solté un suspiro. —¿Tienes hambre? Te invito a cenar a mi casa.

—Pero... —me miró confundido. —¿Y el amigo robot?

—Ay, no te preocupes, apenas son las... —revisé el reloj en mi muñeca. —Seis con veintiocho minutos, tenemos tiempo. Esto dura aproximadamente tres horas, así que estará listo a más tardar a las nueve o las diez de la noche.

—Bien, vamos a tu casa.

[...]

—¡Llegué! —avisé entrando a casa. —¿Mamá?

—Aquí, corazón... —dijo mi madre saliendo de la cocina con unos guantes para hornear en la manos y un mandil atado a su cintura. —Estoy preparando la cena.

—Sí, invité a Bas a cenar.

—Buenas noches, señora Wang. —saludó mi mejor amigo.

—Hola, tesoro. —respondió mi madre.

Nos sentamos en la mesa del comedor y vimos cómo mi madre terminaba.

—Y dime, Sebastián... —dijo mamá. —¿Sof ya está trabajando en la escuela o sigue sin hacer nada y solo se la pasa dibujando robots en su libreta?

—No, de hecho ha mejorado bastante. —respondió él. Me guiñó un ojo y sonreí.

Él siempre me solapa mis "travesuras". Por algo es mi mejor amigo.

—Me alegro muchísimo que sea así... —mi madre puso frente a nosotros dos platos con puré de papa, un trozo de filete, una ensalada y un poco de su "pasta especial".

Una cena algo extravagante, pero así es mi familia. Elegante y formal.

Aunque a mi nunca me han gustado esas cosas. Las fiestas de gala, vestidos largos, los trajes de etiqueta, las grandes empresas financieras.

Yo prefiero mi hermosa tecnología, y no importa que coma o que vista, solo que tan brillante es mi cerebro.

—Esto está delicioso. —dijo Sebastián felicitando a mi madre por la cena.

—Gracias, tesoro. —agradeció ella. —Es una pequeña cena formal, hoy no tuve tiempo de preparar algo más adecuado.

—Sí, la langosta tarda mucho. —dije burlona, pero al parecer mi madre no entendió, pues rió levemente y me dio la razón.

Oh, vaya. Que familia.

[...]

—Gracias por la cena, señora Wang. —dijo Sebastián.

Él se iría al laboratorio y yo lo alcanzaría en un par de minutos, pues mi madre no me dejaría salir tan noche ni de broma.

Pero, no es la primera vez que me escapo sin que ella o mi padre lo noten.

¿Ya les mencioné que soy hija única?

Pues si, lo soy. Y como ellos están tan ocupados en sus cosas, no notan cuando me voy sin permiso. Además están al tanto de mi gran intelecto, saben que soy capaz de cuidarme sola y no cometer ninguna idiotez.

Me tienen bastante confianza, pero en algunas no se dan. Por ejemplo, salir de casa pasadas las diez de la noche.


"El proyecto J" ||Juan Pablo Villamil||.      [ADAPTACIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora