Conexiones vitales (BTS AU Fanfic)

Komorebi

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Dicen que si eres un artista te mueres de hambre, y claro que concuerdo con ese pensamiento, pero también creo que si eres un artista dedicado en todos los campos habidos y por haber conseguirás sentir una paz interna que nadie comprenderá. Esa era la desventaja de crecer, los niños y niñas dejaban de lado sus sueños y se conformaban con lo que ofrecía la realidad en la que se encontraban, los adultos nos moldeaban para seguir aquellos caminos que siempre imaginaron para nosotros y nos hacían creer que era lo que nosotros siempre deseamos en el fondo de nuestras cabezas. Realmente odio a los adultos ¿Sabes? El hecho de que pierdan su alma infantil es algo que nunca lograré comprender ¿No se supone que deberías aferrarte a ese tipo de cosas toda tu vida y disfrutar las experiencias que podían traer? Era lo más bello que se podía conservar en el alma y todos decidían desecharlo. Ilusos que no saben de lo que se pierden.

Agradezco mucho haber crecido alejado de toda la tecnología y que mis abuelos se hayan encargado de criarme con la misma filosofía durante toda mi niñez: Si sigues siendo un niño dentro podrás disfrutar toda tu vida y no habrá dolor que pueda atacarte o derribarte; una filosofía de aquellas que si sigues al pie de la letra te llenarán la vida con recuerdos y momentos maravillosos, con una forma de expresarse de maneras inimaginables. Cuando llegué a los diez años supe inmediatamente el destino que tomaría mi vida, me veía siendo un artista profesional en diversas áreas: Fotografía, pintura, dibujo, escritura, canto, baile; todo tipo de arte que me permitiera seguir expresando aquella creatividad que ya era parte de mi diario vivir. Continué esforzándome al máximo en la escuela para poder transformar ese sueño en realidad y entregarle a mi familia aquella felicidad que tan esquiva nos era, y todo se cumplió como debía ser el día que finalmente podía entrar a la Universidad de Seúl en el programa de destacados donde se permitía seguir diversas carreras a la vez.

Claro, nunca nadie me ha tomado en serio debido a mi forma de ser: Algunos dicen infantil, otros dicen tierna, incluso han llegado a decir que es extremadamente irritable; siento que ninguna de esas categorías me define, al menos no en su totalidad, por lo que simplemente decía que pertenecía a la categoría "Taehyung", una categoría tan única que era imposible encontrar a otra persona que combinara tantos rasgos en una sola personalidad. Hacer amigos me era imposible, todos se encontraban en un mundo aparte al que yo no sabía cómo lograr conectarme y eso hacía que quedara en una isla apartados de todos. Sin embargo, hubo dos nadadores que llegaron a esta isla y que me hacían sentir en casa: Namjoon y Jimin, dos chicos increíbles que comprendían mi forma de ser a la perfección y me permitían expresarme de la forma que yo quisiera, gracias a ellos es que he podido luchar y seguir adelante a pesar de todas las dificultades. Podría pasarme horas hablando de ellos y las maravillosas personas que han demostrado ser, pero creo que sus acciones dirían mucho más que mis palabras.

La primera vez que Nam y Mochi se encontraron debo aceptar que tenía demasiado miedo, venían de mundos completamente distintos y de áreas que no eran compatibles entre sí, por lo que no sabía si lograrían reaccionar de buena manera o tendría que verlos por separado, pero decidí arriesgarme de igual forma, y aquél riesgo significó que ahora ya no tenía dos amigos por separado, sino que implicaba el tener un grupo de amigos, algo que jamás se me había pasado por la cabeza ¿Yo un grupo de amigos? Vaya Taehyung, creo que estamos progresando, te mereces un premio... Un helado sería perfecto. Me despedí de los chicos mientras guardaba todo en mi bolso de lona y me dirigía hacia aquel camión de helados que ya me tenía como cliente frecuente, pero en el camino vi a una chica rubia, de pelo corto, que usaba lentes cuadrados y vestía una blusa holgada, unos pantalones ajustados y rasgados, y un par de zapatillas deportivas, además de llevar una mochila de tirantes donde claramente llevaba una laptop o algo por ese estilo. Se asemejaba claramente a un estudiante de ingeniería, algo raro si consideramos que en esta universidad no se acepta ninguna chica en aquella carrera básicamente porque cuando se permitió ninguna era capaz de mantenerse más de medio año, aunque yo creo que esa es una simple excusa para justificar el machismo existente en esa área. Lo que más me asombraba de la situación era que la chica se encontraba de pie, escribiendo rápidamente en una agenda sin siquiera prestar atención a la multitud de gente que pasaba a su lado.