Capítulo 4

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Me mira seria, coge una de las tablas que previamente había colocado y la deja sobre la arena. - venga, vamos a empezar.

Me desprendo de mi pareo y lo dejo sobre una hamaca cercana. Camino hacia la tabla, me descalzo y me coloco sobre ella.

- No sé colocarme... - me rasco la nuca.

- Solo tienes que colocar bien los pies - me agarra de la cintura y no sé por qué me entra un escalofrío. Por el tiempo no es, porque estamos en verano. Asique no tengo excusa, ha sido por ella. No entiendo a mi cuerpo ahora mismo. Sus manos son muy suaves y delicadas pero aún así no sé qué motivo tengo para ponerme de esta manera - gírate un poco hacia la derecha y adelanta la pierna. Después flexiona un poco las rodillas y mantente recta para tener equilibrio. Y listo. - aún no había quitado las manos de mi cintura. Yo miré hacia abajo y entonces ella se dio cuenta y se apartó - perdón, normalmente suelo hacerlo así para enseñar a los niños. - se sonroja, qué tierna -

- No importa - muestro una pequeña sonrisa.

El tiempo se me pasó muy rápido, me lo estaba pasando bien. No llegué a entrar en el agua, primero aprendí las posiciones básicas en la arena. Era tarde y ambas estábamos cansadas, sobre todo ella, había estado todo el día trabajando y se sabe que el surf agota mucho.

- Bueno... Yo me voy. - quería preguntarle si mañana podíamos volver a vernos para seguir con las clases pero me entró la vergüenza. ¿Por qué? Es una chica normal, ¿acaso tengo algún motivo para ponerme tímida ahora? No entiendo mi cuerpo -

- ¿Vienes mañana? - preguntó después de colocar la tabla y empezar a quitarse el traje de neopreno. Esta vez llevaba un bikini de un color llamativo y resaltaba encima de su piel morena. -

- Sí claro, pero si puede ser a esta hora mejor, me gusta más.

- Haré un esfuerzo - sonrió, yo simplemente la miré por última vez y me fui. Cuando more hacia atrás ella ya estaba entrando en su cabaña con el neopreno al nivel de su cintura.

《 Ana 》

Es humana. Muy humana. Quiero decir, no es tan superficial como pensaba. Tiene su corazoncito y late tanto como el mío. Casi pude apreciar su sonrisa pero se quedó en un ligero movimiento de labios. Estoy segura de que si sigue viniendo a las clases y pone de su parte podremos incluso tener una conversación normal. Hoy parecía estar un poco incómoda. O quizás era timidez. No creo, ¿por qué iba a tener vergüenza? Si no le caigo bien o no quiere que le caiga bien porque soy... Pobre. Ella dice que soy pobre, así me llaman sus amigas. Y me duele. Primero porque un pobre o como quieran llamarlo puede ser una persona maravillosa. Y segundo porque yo no soy ninguna pobre y creo que me merezco un poco de respeto puesto que yo no les he faltado a ellas.

Esa mañana lo primero que veo al salir de la cabaña es su pareo encima de la hamaca. Lo cojo y me llega el olor que desprende la tela. Dios. Qué bien huele. Me encanta. La prenda está impregnada de un perfume con un aroma suave y dulce. No tenía manera de contactar con ella para llevárselo pero de todas maneras iba a venir por la noche a la clase asique se lo daría después.

- Hola - me acerco a ella cuando la veo con sus amigas. Arriesgado. Lo sé. Estando sus amigas cerca corro mucho peligro - te dejaste esto ayer - le ofrezco el pareo y una de sus acompañantes me lo arrebata de las manos -

- ¿Qué hace esta con tu pareo? - mira a la chica -

- Me lo habrá intentado quitar - dice ella. Qué fuerte me parece. No sé de qué va esta tía. Me tiene totalmente desconcertada. ¿Por qué me trata así?

- Qué bicho. - contesta su otra amiga y yo me voy indignada y dolida. Es que no sé qué he hecho para que sean así conmigo.

Termino de recoger las tablas y me dispongo a entrar en la cabaña. Hoy he tenido algo de tiempo y la he podido arreglar. Una voz me para cuando agarro el pomo de la puerta. Su voz.

- Hola...

- ¿Qué haces aquí? - me quedo agarrando el pomo -

- Vengo a la clase.

- ¿Eso es un chiste? - me giro para mirarla - ¿crees que mereces mi atención? Me considero una buena persona pero no tonta.

- ¿No me vas a dar la clase? - se acerca a mí con una expresión seria -

- No, no pienso enseñarte. Ni hoy ni otro día.

- Muy bien. Pues despídete de tu puesto de trabajo.

- Haz lo que quieras. Y ya que voy a perder mi trabajo te voy a decir lo que pienso. - me pongo delante de ella y la miro desafiante - eres una niña mimada, pija y caprichosa que no sabe lo que quiere y piensa que puede jugar con los demás y que lo tiene todo a sus pies. Pues que sepas que el mundo no es tu patio para jugar y nosotros no somos tus juguetes. Aquí hay gente que ha luchado lo que no está escrito para conseguir vivir dignamente y tú que no te mueves ni para pintarte las uñas tienes un padre rico y una vida digna de una princesa. Puede que tengas dinero, coches, un armario lleno de ropa y hoteles a tu disposición pero te aseguro que hay gente mas valiosa que tú sin tener un euro. - juro que pensaba que me iba a dar una buena bofetada. Pero no. Me agarró de la cintura y me besó. Sí. Me besó. Y se fue.

《 Anna 》

Había besado a esa chica y no siquiera sabía su nombre. Ni siquiera yo sabía por qué lo habia hecho pero después recapacité y sí que lo sabía. Nunca me habían hablado así pero me gustó, me dolió lo que me dijo pero me hizo sentir rara. Ella era diferente, en ese momento no me trató como la niña rica que soy, aunque no me gusta llamarme así. Me trató como una más y me gustó sentirme así. No me dijo cosas bonitas pero me hizo ver una parte de la realidad.

Un verano perfectoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora