Capítulo 8

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- Hola surfera - me susurra al oído antes de darme la vuelta. - Qué guapa vas hoy. - sonrío tímida. Había conseguido que Anna no se reprimiera tanto cuando estábamos en público pero ahora la reprimida era yo. Tenía miedo de que sus amigas aparecieran y la liasen. Eran capaces de todo.

- ¿Guapa yo?

- Mucho. Y hoy más. - Hoy no llevaba el neopreno pero tampoco iba con un vestido de lentejuelas. Simplemente tenía puesto un bikini y una gorra. Y me había hecho una coleta.

- Para nada.

- Te queda muy bien la gorra. - me guiña un ojo.

- Estoy segura de que a ti te quedaría mucho mejor.

- ¿Me dejas probármela?

- Claro. - me quito la gorra, se la pongo y le coloco un poco el pelo. - Como yo decía, estás fantástica.

- ¿Te cuento algo? - asiento intrigada antes de que ella se acercase a mi oído - Tengo muchas ganas de besarte. - la piel se me eriza cuando me dice eso tan pegada a mí. -

- Y yo... Pero ahora no podemos...

- ¿Por qué? - me había sorprendido con esa pregunta. ¿De verdad estaba dispuesta a besarme en mitad de la playa?

- Porque no... - y entonces las vi. Sus amigas habían llegado a la playa. Lo primero que se me vino a la cabeza fue irme pero no iba a dejar a Anna allí. Era de cobardes. Y no me parecía ético exigirle a ella que no se escondiera y que luego yo huyera.

- ¿Qué haces? - pregunta al ver que intento quitarle la gorra.

- Están tus amigas ahí, es mejor que no te vean con esto puesto.

- Me gusta la gorra y no me la quiero quitar.

- Anna..

- Ni Anna ni nada.

- ¿Anna? - la llama una de sus amigas - ¿Qué haces aquí? ¿Y con eso puesto?

- ¿Qué pasa? Estoy hablando con Ana. - me agarra de la cintura.

- ¿Te sabes su nombre? Pero si es una vulgar surfista que no tiene donde caerse muerta... - me mira con asco. No aguanto más, no soporto que me traten así. Lo mejor que puedo hacer es irme. Y eso hice. Salí de ahí mientras escuchaba cómo sus amigas se reían y entré en mi cabaña. Me senté en la cama e inevitablemente las lágrimas salieron de mis ojos sin mi permiso.

- ¡Ana! - Escucho su voz y la veo entrar. - Ana no les hagas caso, no te conocen, no saben lo que dicen.

- Anna... ¿De verdad te compensa esto? Vas a perder a tus amigas por estar conmigo...

- ¿Y qué más da? Tú vales más que ellas. - me limpia las lágrimas antes de sentarse a mi lado.

- ¿Piensas eso de verdad?

- Es que es la verdad Ana. - me acaricia la mejilla - Me da mucha vergüenza mostrar mis sientimientos pero... Quiero que sepas que te has convertido en una persona muy especial para mí. - se sonroja y yo la beso lentamente, saboreando cada centímetro de sus labios.

- Nunca se me habría ocurrido imaginar que tú y yo podríamos estar así. Quien lo hubiese dicho cuando nos conocimos.

- Sí, me pasé un poco aquel día... Y los siguientes también... Nunca te he pedido perdón por ello...

- No hace falta que te disculpes. Tú eres como eres y punto. Es cierto que tu actitud para mí no era la mejor pero has cambiado.

- He cambiado por ti, veía que te hacía daño con mi forma de ser y me dolía.

- ¿Te dolía? - la miro tiernamente.

- Sí, yo también sufría cuando te veía mal.

- Eres muy adorable. - la beso.

- Mira quién fue a hablar.

- Bueno, no vayamos a discutir ahora sobre eso. Y yo tengo que salir ya, que están los niños fuera.

- Espera, tengo algo que proponerte antes.

- ¿El qué?

- Mis amigas me han dicho que esta noche unos amigos suyos y clientes del hotel de mi padre van a hacer una fiesta. Y me gustaría que vinieras conmigo. - ¿En serio? ¿No le importaba que me vieran con ella allí? Me había gustado ese detalle pero no me veía en esa fiesta.

- Te agradezco el detalle y me gusta mucho que me lo hayas propuesto. Pero ese no es mi ambiente Anna, encima tus amigas van a estar ahí y no voy a estar cómoda.

- Por favor Ana, me encantaría que fueras conmigo, te lo pasarás bien. No tengas en cuenta que mis amigas van a estar allí, ellas no importan.

- No sigas insistiendo por favor. Es que no tengo ganas de ir Anna, lo siento.

- Pues nada... - se levanta.

- Anna, espera. - voy tras ella y la agarro del brazo. - No te enfades.

- No, si yo no me enfado. Pero me hubiese gustado que aceptaras mi invitación. Tenía ganas de estar contigo sin tener que venir a las clases de surf. - responde seria. Sí que está enfadada, se le nota en la voz y en la cara.

- Anna, estás enfadada. Se te ve. Y te entiendo pero espero que me entiendas tú a mí también. Ese no es mi ambiente y lo pasaría mal, no estaría cómoda y no quiero estés pendiente de mí. Ve tú y disfruta.

- No te entiendo. Quieres que me quite el miedo y la vergüenza y que te muestre en público como quien dice y después cuando lo intento pasas de mí.

- Yo no paso de ti...

- No, ya se ve.

- ¿Por qué tengo que ir si no quiero? Respeta mi decisión. Ese no es mi lugar y esas personas no encajan conmigo Anna. Son unos niños ricos y caprichosos. Y sus padres son unos pijos impertinentes.

- ¿Sigues pensando eso de mí?

- ¿Qué?

- Esas personas son como yo era antes. Entonces sigues pensando que soy una pija superficial y mimada.

- Yo no he dicho eso.

- Ya, no lo has dicho. Pero estoy segura de que lo sigues pensando. Y yo estoy haciendo todo lo que está en mi mano para cambiar. Para ser mejor persona por ti.

- Anna, tú no tienes que ser mejor, ni para mí ni para nadie. Y lo que estás diciendo no es verdad. Yo no pienso eso.

- Pues yo solo siento que tus ojos me juzgan cada vez que me miras y me haces daño. - me mira triste y se va. No sé a que ha venido eso, es que juro que yo no pienso eso para nada. Es verdad que a veces creo que todavía le queda algo de la Anna de antes pero no la juzgo por ello. Porque se que no es fácil cambiar totalmente en tan poco tiempo.

Un verano perfectoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora