Teníamos diecisiete años cuando me di cuenta de que éramos almas gemelas. Había sabido por un tiempo que estaba enamorada de ti; creo que siempre lo he estado. Te costó admitir tus sentimientos por mi, y aunque hubo un tiempo en el que te herí más de lo que nunca nadie lo había hecho antes, aún así volvimos la una a la otra. Así fue siempre. No había Leigh sin su Jesy, no había Jesy sin su Leigh. Cuando nuestra amistad creció desde el bootcamp, tú y yo siempre dormíamos en el patio bajo las estrellas si el clima era agradable. A medida que fuimos creciendo, seguíamos esa tradición, solo que las manos entrelazadas tímidamente fueron reemplazadas por besos robados y susurros de amor. Yo nunca olvidaré lo hermosa que te veías esa noche.
Estabamos acostadas sobre el césped, con las manos entrelazadas mientras mirabamos el cielo repleto de estrellas. Hablamos de lo increíble que sería nuestro año, ahora que estábamos juntas y listas para decirle a nuestros amigos sobre nuestra relación. Luego, te dije que te amaba con todo mi corazón, y tú me miraste, tus ojos brillaban con mucho amor y admiración, por lo que ni siquiera tuviste que decir algo.
”Lee Lee, mira las estrellas" me susurraste en voz baja.Te miré confundida, pero hice lo que me pediste. Miré hacia el cielo, tenía más estrellas que nunca. Debiste haber notado que me perdí en mis pensamientos, hasta que me diste un codazo suavemente.
”Comienza a contarlas.”
”Pero Jesy" dije confundida "¡Son muchas estrellas!”
Me diste esa hermosa sonrísa tuya mientras asentías con la cabeza, y te sentaste para poder mirarme con más claridad.
”Cuéntalas, Jesy, Cuando termines de contar todas las estrellas, es cuando yo dejaré de amarte" dijiste antes de inclinarte hacia mi para capturar mis labios entre los tuyos.
En ese momento supe que nunca quise que me dejaras de querer. También sabía que querías llegar a un punto, solo querías mostrarme lo mucho que me amabas, de una forma que yo encontré encantadora.Te gustaba sorprenderme. Hiciste que mi corazón latiera a más no poder cada vez que me susurraste palabras dulces al oído, me derretía.
La mayoría de la gente pensaba que tú y yo no duraríamos juntas, pero les demostramos que estaban equivocados. Teníamos veintitrés años cuando nos casamos. Fue después de que el contrato de Jordesy terminara, después de que Modest nos dejara, después de muchas cosas. En Londres, por supuesto, con Jade a cargo de nuestra boda,Sam y Perrie a nuestro lado. Las chicas fueron nuestras damas de honor.
Te veías demasiado hermosa Leigh. Las palabras no pueden expresar la gran emoción que se apoderó de mi cuando te vi entrar por ese pasillo con hermoso vestido blanco, las lágrimas corrían por tu cara. Fue el segundo mejor día de mi vida.
El mejor día de mi vida llegó un año y medio más tarde, cuando Robert James Pinnock Nelson llegó al mundo. Él era perfecto, tú eras perfecta, y todo ese día fue perfecto. Siempre habías estado tan asustada sobre esto, tenías miedo de no ser una buena mamá, pero cuando nos dimos cuenta de que yo no podía tener hijos, aprovechaste la oportunidad para quedarte embarazada. Intentamos todos los procesos. Fertilización, inseminación artificial, todo, lo hicimos juntas, nuestro trabajo dio sus frutos al final.
Estaba viviendo un verdadero cuento de hadas. Tenía a mi reina y a mi joven príncipe azul. Pero los cuentos de hadas llegan a su fin con el tiempo, y a veces, no tienen un final feliz.
Recuerdo el día en que me quitaron a mi Leigh. Me despertaste con un suave beso en la sien, y me dijiste que debías irte a realizar tu turno en el hospital. Yo estaba muy orgullosa de ti por haberte graduado de medicina, estabas en tu camino a ser una de las mejores médicos de todo Londres, cantar ahora era un hobbie no nuestra profesion. Tú corazón estaba destinado a ayudar a las personas que más lo necesitaban. Como ya lo dije, yo estaba muy orgullosa de ti, sobre todo por tu dedicación a tu trabajo.