Retrouvailles

1.8K 361 41
                                    

V

WonWoo estaba de espaldas a su posible final. El corazón le latía con fuerza mientras escuchaba los galopes de los caballos acercándose, su puño se cerró alrededor de la vieja espada a la vez que se giraba tan lento y miedoso a su destino. El frío recorría cada vena de pies a cabeza, los galopes eran aún más cercanos y cuando terminó de girarse pudo ver los caballos entrando a su zona de lucha.

Allí lo vió.

Entrando como lo que era, un príncipe con su valeroso y salvaje corcel negro. Sus orbes marrones clavadas en él como dos lanzas que lo mantenían sujeto a la tierra ¿era real o ya se estaba volviendo loco? Su mano tembló y la espada cayó al suelo, sus hermanos reaccionaron cuando el metal resonó en la tierra llena de cuerpos.

MinGyu venía junto a sus dos escuderos y la gran caballería real. Los pueblerinos que estaban escondidos por allí y lograron verlos estaban tan estáticos como pasmados por lo que sus ojos captaron.

WonWoo estaba con la boca ligeramente abierta o ya estaría con ella por los suelos. No podía creerlo, ese camino hasta él parecía eterno pero, lo que no sabía, era que detrás de esa mirada de hierro se encontraba un príncipe con miles de emociones encontradas. Ambas conectadas por sus miradas.





Hace una semana atrás.

MinGyu sacó con fuerza la espada de uno de sus enemigos y gruñó por la adrenalina. En aquel campo gris de neblina y sangre, los cuerpos sin vida de ambos ejércitos se extendían a donde viese y limpió la hoja antes de guardarla, en el momento justo en el que SeungCheol se acercaba con sus espadas gemelas y Joshua tiraba al suelo el escudo enemigo que usaba a su favor. Después de los gritos y el caos, quedaba las leves quejas de los heridos y el silencio de la muerte.

Habían ganado.

Luego de un mes de lucha, de tácticas de guerra y comida de guarnición, las tropas del rey habían ganado la guerra y destruido los fuertes del enemigo que estaban aún más allá de sus tierras. Habían conquistado gran parte del territorio.

—MinGyu. — SeungCheol llegó a su lado y pateó un cadáver para asegurarse de que estaba muerto.—Ese era el último. Han presentado su rendición con Vernon allá atrás.

—Maldita sea. Por fin. —los tres sonrieron levemente.

Estaban cansados, sudorosos, llenos de sangre y mal dormidos. La guerra no era buena pero fue necesaria desde que el rey de los rebeldes traicionó a su padre y atacó casi la mitad de su territorio, saqueando ciudades, violando y matando a su gente. Sin piedad o misericordia.

Ahora, después de años al servicio de su propio reino, lo único que quería era volver. No entendía qué sucedía pero el sentimiento de nostalgia se había apoderado de su aventurero corazón y necesitaba volver por el camino y perderse de nuevo en ese bosque.

Mientras los tres volvían a sus caballos y por ende, comenzaban el paso lento hasta el último campamento que levantaron, su mente reprodujo lo sucedido luego de esa noche.

Cada vez que daba una orden, esperaba a que WonWoo le gustara. Cada vez que mataba a un soldado y volvía a erguirse para luchar contra otros que se le abalanzaron, pensaba en esa piel nívea de ojos negros. Algo de ese recuerdo le daba fuerzas cuando el tiempo se detenía a su alrededor y la muerte rondaba en todos lados. Las ganas de vivir, cuando recordaba esas leve sonrisa que WonWoo le dedicó, crecían enormemente. Quería volver, debía volver y ahora que todo había acabado lo lograría.

SERENDIPIA [MEANIE]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora