SERENDIPIA [MEANIE]

Sempiterno

Especial +18

MinGyu observó el fuego crispar en la chimenea mientras sus botas de cabalgar recorrían la estancia de WonWoo. Reían mientras el dueño de casa dejaba unos leños cerca de la fogata y recordaba cómo sus ropas estaban sucias luego de pasar el día cazando jabalíes con el futuro rey. Por más que MinGyu se negara, había sido obligado a ocupar la humilde cama del muchacho porque las demás carecían de la comodidad que se merecía el monarca y eso, por milésima vez en el día, alejaba al moreno lejos en sus pensamientos. Había algo en aquella curva que WonWoo mostraba sobre su rostro, el sabor de sus besos fugaces y delicados que solían darse entre los árboles.

Ni siquiera sabía explicar el momento en el que sucedió aquello.

Solo sabía que recordaría a fuego aquel primer contacto. Luego de la guerra, MinGyu descansó con su caballería en el bosque, pasando tiempo con ese chico de piel nivea. Estaba en el viejo establo, hablando con Skygge mientras le daba suaves cepilladas en su negro pelaje hasta que sintió sobre sus caderas el suave roce de las manos contrarias al abrazarlo por la espalda. Algo tan natural en aquel momento como que el sol salía todas la mañanas, y tan sorpresivo como un rayo que lo quemaba por dentro. Giró sobre sus pies para enfrentar aquel rostro que se escondía entre sus ropas y, ignorando completamente al animal, lo tomó de ambas manos para sacarlo de allí hasta lo profundo del bosque. Una vez, en aquel claro donde había un pequeño charco de agua por la lluvia, sintió la mirada de WonWoo confundida sobre sus ojos y lo atrajo para besarlo.

Su corazón sintió palpitar de alegría al sentir como, tembloroso, WonWoo correspondía al instante, más profundo, más romántico.

Sus impulsos se hacían cada vez más fuertes con el cazador.

—¿Dije algo malo?

Volvió a la realidad instalada en aquella habitación, WonWoo se veía preocupado, tal vez por su alejada atención o el rostro que solía tener cada vez que pensaba en algo. Los leños estaban acomodados cercanos a la hoguera. Aun así, el sentimiento del rayo quemándolo por dentro era aún más caliente que el fuego por eso lo miró de arriba hasta abajo y luego al revés. Sus piernas delgadas, ajustadas perfectamente en cada curva que mostraba ignorante de lo que causaba por dentro. Ganas, de tocar más allá de esas desgastadas ropas, no le faltaban ¿Su piel sería así de blanca detrás de esa camisa? ¿Cómo se verían sus manos mientras acariciaban la longitud de sus piernas en completa extensión? ¿Cómo sabría su cuello en el momento en el que él pasara la lengua y llegara a ese hueso clavicular que solía mostrar con orgullo?

—¿MinGyu?

El príncipe lejano volvió a verlo como si sus ojos ardieran más que el fuego, iguales a cuando lo acercaba. Así como lo hacía ahora, tomaba delicadamente sus manos y caminaba dos pasos porque se sentían lejanos.
MinGyu llevó la diestra hasta acaricialo detrás de la oreja, su pulgar acariciaba la mejilla blanca con tal dedicación que logró que cerrara los ojos. Como un experto domador de fieras, siguió con los movimientos descendiendo hasta tocar delicadamente el cuello, colocando su mano entre tela y piel, casi en un roce que le causó cosquillas.

—¿Por qué no duermes en tu lecho? —su voz sonó tan áspera que ni él mismo se hubiese conocido. WonWoo sonrió aún con los ojos cerrados.

—Ya hemos discutido eso, las camas de la sala de invitados son viejas e inexistentes en algunos casos.

Ese tono de habla volvió loco a MinGyu que venía luchando con los demonios que lo azotaban. Por Dios, era un hombre que no había pensado más que en la guerra en todos estos años y solo atendía las necesidades básicas de un hombre del ejército que debía dar el ejemplo. Simplemente hubiese contratado algunos eunucos para sus hombres pero ellos insistían que aquello era una distracción en la dura lucha. Ya que sus hombres no lo pedían, él simplemente lo ignoró hasta... aquella luz de luna que lo cambió todo. En el presente, lejos de guerras o de tácticas, sus pensamientos y necesidades giraban alrededor del hombre que tenía enfrente.
Siguió con las caricias suaves ya que WonWoo parecía completamente relajado con ellas y ya sostenía su brazo para evitar que se alejara. Suspiraba de vez en cuando, largaba pequeños hmm que atormentaban la poca cordura que le quedaba al monarca quien sentía su respiración cada vez más pesada.
La criada de la casa tocó suavemente la puerta pero no entró.