Capítulo tres (Final): Hogar.

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Diez días después de que la guerra terminó, Louis escuchó en la radio que todos los prisioneros ingleses habían sido liberados de los alemanes.

Estaba parado en la cocina de la granja, pelando una papa, la cáscara cayendo al bote de basura cuando lo escuchó, y casi tiró su papa y su cuchillo al suelo.

Alex.

Alex, Alex, Alex.

Habían pasado cinco años desde que se había parado en ese puerto, en el abrigo de otro hombre, en la obscuridad y humo de cigarro. Había sobrevivido cinco años sin cartas y sin noticias. Había pensado demasiado seguido que Alex había muerto. Pero ahora, sentía otra picazón debajo de su piel, un aleteo en su pecho.

Alex estaba vivo. Podía sentir en sus huesos que estaba vivo. Y ahora era libre junto con el resto del mundo.

Louis se paró, pateando la olvidada papa mientras se levantaba. Fue por su chaqueta al gancho de la entrada, y casi corrió a la huerta.

***

Alex se paró en el camino por una semana mientras los trenes llegaban con más soldados.

Cada día, había más abrigos verde militar saliendo y corriendo a los brazos de madres, novias, sus hijos. Louis se sentó silenciosamente cerca, en su mejor chaqueta, con una pequeña caja de manzanas en su regazo. Solo observando, esperando. Los Styles no habían recibido ninguna carta del ejército diciendo si Alex iba a regresar. Tal vez el ejército no tenía ninguna razón para decir nada, no cuando la guerra había terminado.

Luego, en el séptimo día, Louis miró y vio a un hombre yendo hacia él.

Se veía como Alex. Era alto, pero sus hombros estaban encogidos hacia adelante, haciéndolo verse pequeño. Sus ojos eran verdes, pero obscuros, y rodeados de sombras. Tenía puesto un abrigo parcheado, una camisa parcheada, pantalones parcheados. Su cabello era largo, casi a sus hombros, y tenía barba. Alex nunca tuvo una barba en todo el tiempo que Louis lo había conocido.

Mientras se acercaba, Louis pensó que cojeaba, pero se dio cuenta de que solo estaba arrastrando los pies, sus movimientos lentos y asustados. Se estremeció cuando el tren silbó tras él.

Pero luego estaba parado frente a él, y sus ojos y su sonrisa, tan desvanecidos como estaban, eran los mismos. Las manos de Louis temblaron tanto que tiró la caja de manzanas en sus manos, haciéndolas derramarse sobre la plataforma y rodar.

"Te fuiste y dejaste mi regalo, amor," dijo Alex, en una voz que sonaba como una versión cansada de la voz de Alex.

Pero Louis aun así lloró débilmente y se inclinó hacia adelante, tirando sus brazos alrededor del cuello del otro chico. Los brazos de Alex se levantaron y lo sostuvieron, y rio débilmente en el hombro de Louis, apretando fuertemente. A Louis no le importaba si la gente los miraba. No le importaba, no le importaba, no le importaba.

"Hola, mi amor," jadeó Louis en el oído de Alex, "Hola."

"Hola," rio Alex. Louis sintió las manos del hombre temblar, y luego lentamente se separó, aun aferrándose a la camisa de Alex.

"Eres tan hermoso," dijo Alex, estirándose para tocar a Louis con delgados, delgados dedos. Empujó el cabello de Louis hacia atrás, y Louis solo rio débilmente y negó con la cabeza.

"Te extrañé," dijo Louis, "Te extrañé cada momento."

"Ese es un muy largo tiempo," Alex sonrió débilmente. Alcanzó la mano de Louis, y apretó sus dedos, "Gracias por esperar."

Louis lo miró, y quería colapsar en sus brazos y llorar, porque habían pasado cinco años, y Alex se veía tan cansado, y mucho más viejo, y no era justo que Louis iba a tener una brecha de cinco años largos sin Alex que recordaría por el resto de su vida.

Even In August (Alex/Louis)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora