Save me

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Waiting for a little sign seems like to no avail

YongGuk sostuvo un húmedo ramo de rosas rojas entre sus manos y se intentó acomodar un poco la ropa para no verse tan desaliñado como estaba. La lluvia caía sin misericordia sobre su cabeza y empapaba su cuerpo entero. Llevaba casi dos horas en la misma posición, de pie frente a las puertas transparentes del hospital y temblaba bajo las capas de su ropa, pero no pensaba moverse en un futuro cercano si no veía lo que buscaba.

Cuando llegó, un par de horas más temprano, pensó en entrar y esperar adentro, pero una parte de sí creía que estar ahí era un error, la otra le decía que estaba haciendo lo correcto; para contentar a ambas partes, decidió que lo mejor era esperar en una de las entradas, dejándole la decisión final al destino... o a Zelo.

Zelo. Ni siquiera sabía su nombre, se había negado tan rotundamente a volverse cercano al menor, que no se molestó en aprender la información más básica sobre él. Las circunstancias lo habían avalado, o eso creyó hasta que las enfermeras comenzaron a pedir los datos de Zelo para hacer el ingreso y él no supo qué responder.

Entre los policías cuestionándolo y los médicos que apenas aceptaron tratar a Zelo, YongGuk acabó vomitando sus órganos vitales en un baño mientras oraba porque el menor sobreviviera.

Lo conoció tan solo unos pocos meses antes, a comienzos de otoño, luego de una fatídica noche en Mato. Había perdido una de las batallas de rap más importantes de su vida y su novia acababa de terminar con él por ser un fracasado, en ese momento solo había querido llorar.


Salió dando tumbos por la puerta de la vergüenza y atravesó el callejón oscuro por el que debían marcharse todos los perdedores. Tristemente, debía pasar también por el pasaje rojo, como llamaban al lugar donde se concentraban los clubes nocturnos más insalubres y desagradables de la ciudad, como si necesitara algo de consuelo después de haber visto su vida colapsar en menos de una hora.

Sintió pasos a su espalda y, cuando giró sobre sí mismo, una mirada brillante opacó las escasas luces del lugar.

-¿Necesitas ayuda?

No necesitó mucho tiempo para darse cuenta de que el muchacho, porque era evidente que era apenas un muchacho, estaba hasta las nubes. Sus ojos brillantes con las pupilas dilatadas lo delataban.

YongGuk tuvo el impulso de insultarlo y hacer arcadas ante su presencia, pero se detuvo en seguida. No comprendía del todo a las personas que ejercían el oficio más antiguo del mundo, pero no sería él quien los despreciara.

Sintió un poco de lástima por el muchacho. Su rostro, demasiado maquillado y brillante para su gusto, también se veía agotado. Y cuando reparó en su escasa y reveladora ropa, sintió un escalofrío que le sacudió el cuerpo con violencia.

-¿Quién eres?

-Puedo ser quien tú quieras -susurró el muchacho con lo que debía ser un tono seductor, incluso arqueó una ceja demasiado perfecta en su dirección.

YongGuk se preguntó si debajo de todo ese maquillaje estaba escondido el rostro del niño al que aquella voz delataba.

-¿No deberías estar en casa con tu madre ayudándote a hacer tus tareas?

El muchacho sonrió y sacudió su cabello, el que tenía el mismo color oscuro de sus labios y brillaba a causa de la brillantina y las luces parpadeantes de la calle. A su alrededor, hombres y mujeres ofrecían su afecto a quien estuviera dispuesto a pagarlo. Se preguntó qué orilló a ese muchacho a vender su fe en un lugar tan desesperanzado.

BangLo SongFicsWhere stories live. Discover now