Artist

97 15 7
                                    


We are, we are, we artist, baby...

La voz de Zico se deslizaba de forma apenas perceptible en la sala de reuniones, mientras HimChan sacudía la cabeza a un ritmo completamente diferente. En su cabeza intentaba reproducir los fonemas del mandarín con que habían reversionado aquella canción en un programa chino que Zelo seguía fielmente. No comprendía el idioma, pero estaba absolutamente seguro de que una letra y otra no tenían la más mínima relación.

-YongGuk –HimChan golpeaba la mesa frente a él y solo entonces se dio cuenta de que no estaba prestando atención a la reunión-, me gusta, pero...

Ese pero era la mayor y más recurrente pesadilla de Bang YongGuk.

Ignorando las palabras que escapaban de la boca de su jefe, porque las conocía de memoria y no necesitaba que las repitiera para hacerlo sentir como un fracasado, paseó la mirada por el resto de personas que lo rodeaban. Era tan solo un grupo de muchachos inmaduros que soñaban con grandeza, pero decidían recorrer siempre la ruta más segura, lo que era triste, porque él decidió trabajar con ellos porque vio en sus ojos el deseo compartido de ser artistas. Ahora los miraba y solo veía sus cuerpos sin almas. Ahora soñaban con pantallas verdes, videos musicales en tonos pasteles y computadoras afinando sus voces.

-No es adecuada con el concepto...

Eso se venía repitiendo desde tres regresos antes.

Deben atraer a más fanáticas.

Deben mostrar una imagen más madura.

Las chicas aman los conceptos coloridos, suaves y florales.

No son combatientes.

-Son esclavos de un sistema corrupto e inhumano –pensaba YongGuk.

-Sé que puedes hacerlo mejor –enarcó una ceja, de todas las personas que alguna vez criticaron su trabajo, picaba un poco que fuera su mejor amigo quien ahora lo cuestionaba-, pero debes tener en cuenta que hay cosas que no podemos decir.

YongGuk se entristecía cada vez que escuchaba esa frase. Esos muchachos habían llegado a la compañía persiguiendo el sueño de ser artistas, de ser reconocidos por todo el mundo como verdaderos artistas, no como títeres de una industria podrida. Sentía lástima por esas pobres criaturas.

-Sabes que no me importa que mis canciones no sean las principales –se encogió de hombros y suspiró-, si quieres música comercial, que venda y atraiga multitudes, deberías contratar a alguien que ya se haya resignado a no tener alma.

-Esto no se trata de tu alma de artista –soltó su amigo que, siendo el CEO de la empresa, había perdido cada gramo de humanidad, dejándose consumir completamente por el demonio de la avaricia corporativa-, ¿quieres ser reconocido en la industria? ¿Quieres hacerte un nombre de verdad y dejar de ser solo un fanático con aires de grandeza? –lo muchachos que los rodeaban jadearon por las duras palabras del CEO, intimidados por esa innecesaria demostración de poder y hambre, YongGuk no sentía que su orgullo fuera pisoteado de alguna manera, solo sentía que el espíritu libre de su mejor amigo estaba enjaulado entre barrotes de oro.

-No voy a escribir basura, si es lo que estás insinuando.

Se había acostumbrado a discusiones similares, pero últimamente HimChan estaba incluso más insoportable. Confiaba en su talento, YongGuk lo sabía, pero estaba más desesperado por tener canciones en el número uno que vender algo con verdadero contenido.

A YongGuk no le importaban los charts, las listas populares ni las cifras. Vendía suficientes canciones como para poder llenarse el estómago y sus gustos ni los de su pareja eran caros como para matarse trabajando, llegaban a fin de mes con los justo y lo necesario, pero más felices que muchas personas rodeadas de lujos y riquezas. También, de vez en cuando, participaba en encuentros de Hip-Hop y batallas de rap, consiguiendo dinero extra para darse aquellos escasos gustos que iluminaban su vida apenas un poco más.

BangLo SongFicsWhere stories live. Discover now