Alex 7 de compras, que bien...

48 8 0
                                    

Me desperté, me levanté corriendo y me maree por el brusco movimiento como el día anterior, como odiaba eso. Me tranquilice y comprobé mi cuerpo en el espejo, seguía igual. No se que esperaba ¿volver a cambiar así como así? Hubiera estado bien, pero sabía que no sería tan fácil. Tras pensar en ello fui a prepararme el desayuno y acabar de despertarme, mientras comía pensé en la cita de hoy en el parque y en otras cosas.

Pensé en Judith y de eso me sumergí en mis recuerdos relacionados con el amor. Era interesante que aún teniendo los recuerdos que tenía, las personas con las que me había enrollado y enamorado, que no eran muchas la verdad, seguían siendo las mismas y eso volvía de lo más curioso mis recuerdos, sobretodo la parte de Judith. Judith me seguía atrayendo con esos ojos ámbar y su pelo azul, si el pensarlo ya me ponía nerviosa no me quería ni imaginar cómo sería cuando estuviera allí, aunque suponía que junto a Pablo tal vez sería más fácil, si para esas alturas supe que necesitaría llevarlo conmigo por si acaso

Después de una hora desde que me había despertado Pablo me llamó preguntando si quería hacer algo o si prefería ir mejor a investigar en algún sitio, pero no tardé ni un segundo en pensarlo ¡Necesitaba ropa de chica! No podía salí con una de las cuatro camisetas colgadas que tenía en el armario para ver a Carla, así que le puse una escusa barata de que no me iba bien nada (como si me importase, total, no tenía sentido buscar ropa si no iba a salir de casa para nada, por suerte Pablo no se dio cuenta de eso). Pablo suspiro y masculló algo de cambios y chicas, supongo que es algo machista lo que dijo, pero recordaba que no me gustaba a mi tampoco ir a comprar cuando era un chico y, casualmente, ahora no me importaba ¿Estoy siendo machista conmigo misma? Vale, ahí me empezó a saltar un fusible en mi cabeza, aunque creo que si era bastante idiota esa lógica.

En media hora ya me estaba picando Pablo a la puerta y le abrí.

-Hola

-Vaya Alex, que rápido

-Pablo, se que es raro pero dirígete a mi como una chica por favor- Que tiquismiquis la niña, pero para ese momento era algo natural el uso del género femenino

-O si perdón, no pensaba en eso

-Nada tranquilo ¿Vamos?

-Si claro... por favor, usted primera- Dijo mientras hacía una reverencia y me dejo pasar. Pase, pero le pegue un puñetazo en la espalda doblada y casi se da con la cara en el suelo.

Fue una buena mañana de compras en Barcelona. Dimos muchas vueltas por las calles y entramos en varios sitios donde nos aprovisionamos de ropa, Pablo me acompañó resignadamente, aunque era una buena mula de carga. Cuando ya era mediodía paramos para comer y hicimos revisión de lo que habíamos comprado: Pablo se había comprado una camiseta que le había hecho gracia y unas gafas de sol que según él "le hacían falta", yo había comprado mucho más pero fue por necesidad, así que tenia escusa. Mis suministros recién comprados trataban de unas bragas y sujetadores, unas camisetas de mi talla y muy bonitas, unos tirantes, un body negro, una falda marrón, algunas chaquetas tejanas, un jersey blanco, un par de pantalones vaqueros de mi talla y un par de botas altas. Después de comer aproveche para cambiarme, ponerme la ropa interior, el body negro con el jersey blanco y la falda marrón con las botas. Al hacerlo descubrí que sabía ponerme todo eso aunque tampoco me extrañaba ya que llevaba toda la vida haciéndolo... ¿O No? Mejor no sigo, eso hacía que entrara en trance durante un rato. Cuando acabé de vestirme posé ante Pablo el cual silbo de admiración, realmente era mejor eso a como había salido de casa ese día (lo cual no pienso decirte como era). Después de eso tuve que salir corriendo porque quedaba poco para la cita con Judith, y Pablo me sigo sin hacer preguntas, aunque para esas alturas ya se lo estaría imaginando.

Después de pasar dos manzanas andando rápido me tuve que parar. Recordaba llevar tacón desde no hace tanto, pero en ese momento me sentía muy torpe, y eso que el tacón de la bota era ridículo. Igualmente a la cuarta manzana a buen ritmo ya estaba resoplando ¿Por que me cansaba tanto? Nunca había sido una atleta, pero no era normal que me cansara tanto. Al final llegamos tarde a la cita por mi culpa.

Alex, El Mito AndróginoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora