Tu , Ella y Yo en la Misma Sala

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Habían pasado 5 días desde que entré a cursar mis estudios en el Nube Blanca. Las cosas en el internado me iban bien la verdad. Me he acoplado descaradamente al grupo de Marina , Lucas , Roberto y Sarah. Son unos chicos fantásticos y los estudios tampoco me van mal. Mis profesores son bastante capaces , pues el internado contaba con educadores preparadísimos y con un alto nivel intelectual. Sin duda alguna mi profesora favorita era la señora Jenkins. Sus clases de literatura eran siempre dinámicas y divertidas a la par que interesantes. Y así se lo había hecho llegar a mis padres cuando me llamaron por teléfono para preguntarme que tal llevaba las clases. Ellos por su parte estaban en San Francisco para dar un recital de piano más en la larga gira que llevaban por América la pareja de pianistas más reconocida del mundo. Fantásticos Músicos , no tan buenos padres. Era normal me supongo , 6 horas diarias en frente del piano para no perder su virtuosismo , las giras y los recitales por todo el mundo no dejaban mucho tiempo para la familia.

Ahora estaba en mi habitación , en la residencia poniéndome ropa de cómoda. Alrededor de todo el internado habían caminos dedicados expresamente a las personas que quisieran salir a correr. Y hoy me había levantado con ganas de hacer algo de deporte.

Salí de la residencia armada con unos tenis , mallas ,  una camiseta y me metí en la pista. Era de noche por lo que el exterior del internado y las pistas estaban casi desiertos. Yo personalmente prefería correr a estas horas pues la noche en el Nube Blanca solía ser fresca y agradable. Corrí durante una hora hasta que me encontré delante del que seguramente era el edificio más sombrío del Nube Blanca.

El Edificio de las Bellas artes se alzaba ante mi como un gigante y yo me sentía enana a su lado. Inevitablemente mi mirada se dirigió al gran ventanal circular del que tres años atrás Lisbeth se había tirado. Un escalofrío recorrió mi cuerpo al pensarlo. Una joven mujer llena de vida se había suicidado al enterarse de que su amada esposa le había sido infiel en repetidas ocasiones. El amor podía llegar a ser destructor. Es Entonces cuando mis oídos escuchan una bella melodía. No tardé en descifrar de que instrumento procedía pues me era muy familiar.

Un piano.

La música venía del edificio sin duda y se filtraba al exterior por el ventanal del último piso.

Me acerqué a la puerta de la gigantesca construcción. Estaba entreabierta. En mis pensamientos resonaba una única pregunta alto y claro

¿Entro o no entro?

Por lo que yo sabía rara vez se realizaban actividades dentro del lugar , prácticamente había quedado abandonado.

¿Quien podía estar ahí dentro a estas horas?

Bueno yo no pensaba irme a la cama esta noche sin averiguarlo. Abrí la puerta muy lentamente y sin más entré dentro del edificio.

Estaba oscuro pero aun así pude distinguir los muebles de la enorme habitación , la mayoría estaban cubiertos por mantos blancos y los que no lo estaban parecían viejos y polvorientos y las paredes estaban cubiertas de cuadros y retratos. En medio de la del fondo pude ver el enorme cuadro de una mujer , destacaba entre los demás debido a su gran tamaño. Me acerqué a verlo con más detenimiento. La mujer de la foto era bonita. Su piel parecía suave incluso en el papel fotográfico. Era muy pálida , demasiado quizás , pero aun así bella. Sus grandes ojos azules coronados por unas largas pestañas llamarían la atención de cualquiera , por no hablar de su larga cabellera azabache tan negra como la noche. Era innegablemente hermosa.

Entonces bajé mi mirada hasta una pequeña placa dorada que había debajo del cuadro. Estaba sucia y polvorienta por lo que no se podía leer bien lo que ponía así que con el extremo de la manga de mi suéter limpie la placa y leí en silencio las palabras allí plasmadas.

Que Mal Me CaesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora