El Chico Multicolor | Genink

Capítulo 4

Cuando dieron las 12, el celular de Error vibró. Zephyr le preguntó al hermano del medio de los Crayon si Ink se quedaría así, el de cabellos negros dirigió una mirada a Ink y suspiró.

— Sí... Tranquilo, yo le prestaré algo de ropa... Hmm? Sí, se ve algo más calmado, no lo he visto llorar ni tomar en cuenta lo sucedido con vuestro padre. Creo que lo ha olvidado de cierto modo gracias a un amigo de mi hermano. ¿Ah? Sí, calma, ve a dormir. Saludos a tu esposa, buenas noches.

Error cortó la llamada y fue con su hermano menor, viendo sus acciones desde lejos en silencio. Outer se acercó al chico y revolvió su espeso cabello negro, quitando el típico gorro que siempre llevaba.

— Siento que Ink y Stave se han llevado bien. —Dijo Outer sentándose al lado de Error.

— Pues sí, con el extraño encanto de tu noviecito, cualquiera cae.

Outer suspiró embobado mirando a Stave y, el de ojos luminosos al sentir la mirada de su novio en su espalda, no evitó sentir un leve escalofrío, girandose y sintiendo su cara arder al ver la cara de su pareja.

— ¿Qué miras tanto, Outer?

— Nada, tu lindo y delicado cuello, cariño.

Ink no evitó reír cuando vio como Stave fruncía el ceño y se iba a esconder tras Geno, Outer intentó abrazarle, pero éste simplemente escapó entre murmullos y quejas a la cocina.

Pasó el tiempo y Stave junto a Outer se fueron, Error se había quedado completamente dormido en el sofá y Geno estaba en el patio viendo las estrellas en total silencio. Ink le observaba desde la ventana de la habitación de Error, donde dormiría aquella noche, suspirando inconscientemente y sonrojandose por sus pensamientos.

Geno miró hacia arriba y lo vió, invitándole a bajar junto a él, Ink no pudo sentir más vergüenza.

— ¿No crees que es una linda noche, Ink? —Preguntó el de bufanda, ocultando su boca entre la tela roja y acomodándose en el pasto, Ink asintió y se sentó a su lado—. Hay veces que... No sé —Siguió Geno—. En las que, sabiendo que todo el cielo que vemos es una fantástica máquina del tiempo, me pongo a pensar cual de todas las estrellas estarán muertas realmente. Que aquellas que podemos ver por años, son el recuerdo cuco de nuestros seres queridos, y cuando se apagan, nosotros también con su recuerdo... Es algo estúpido, teniendo en cuenta que la imagen de la estrella se demora aproximadamente siete años en llegar a nuestros ojos... Pero me parece bastante tierno pensarlo de ese modo.

Cuando Geno se giró a ver a Ink, se fijó que estaba dibujando en una croquera algo pequeña. Geno se sentó a su lado un momento algo curioso, por saber que era aquel dibujo, y cuando lo vió su corazón paró unos segundos. No supo como reaccionar ante tal perfecta representación del cielo.

— Toma —Dijo Ink arrancando el dibujo de la libreta y dandoselo en la mano—. Lo dibujé sin razón alguna, supongo que a mis manos se les dio la gana hacerlo, pero veo que te gustó.

Geno tomó el dibujo bastante rojo y lo guardó en un bolsillo de su camisa, para luego volver a ver la cara de Ink. Sus pómulos algo rojos, sus ojos bicolor y sus labios se veían tan brillan y perfectos a la luz de la luna.

Sus impulsos peleaban contra sí mismo, ni uno de los dos se movía, Ink estaba embobado mirando los labios del contrario intentando decirse a sí mismo que no lo hiciera.

Y, teniendo a las estrellas y miles de almas de ellas de testigo, ambos se dieron un beso.