Capítulo 9: roza lo infinito

17 2 0
                                    


Roza lo infinito. Y tanto. Pero solo si era con él. Todo pasó rápido, a pasos gigantes.

Le quería, demasiado. Tanto, que ocupaba las veinticuatro horas mis pensamientos.

No sabía si mi decisión había sido correcta, sabía que las personas perfectas no existen. Pero era la que mejor quedaba a mi lado. 

Estaba a punto de llegar el verano, hacía mucha calor. Los días eran mucho más largos, y también más felices, a su lado.

Cuando me quise dar cuenta ya estaba en el último año de instituto. Segundo de bachillerato, ya eran palabras mayores.


Me desperté, noté el calor de su piel. Por supuesto, desnudos. Habíamos pasado la noche juntos en su casa de campo. Y además era domingo. Plan para el día: él.

Dormía con esa cara que me volvía tan loca. Mientras le miraba, recordaba los cientos de veces que había soñado con besarle, en como de la nada se había convertido en mi todo. En lo que me encantaba su pelo surfero cuando le pegaba el viento, en esos ojos, tan suyos. Oscuros y alegres con mirada intensa y a la vez pícara. En su perfecto culo, redondo. No me cansaba de mirarlo.¿Había algo más bonito que él?.

Me miró con ojos todavía a medio abrir, sonrió.- ¿Estás despierta?, no me había enterado.

- Sí me he despertado hace dos minutos, le miré embobada. 

Me abrazó, - ¿has dormido bien?, te he escuchado moverte bastante... 

- Sí, muy bien. He soñado contigo. Guiñé un ojo.

- !Ah¡, ¿si?, ¿y qué has soñado?, cuéntame.

Pasé mi dedo suavemente sobre su pecho, haciendo círculos. Sonreí. ¿Seguro que quieres saberlo?...

- ¡Claro!, sonrió con mirada juguetona, sorpréndeme.

- Pues he soñado que me preparabas el desayuno, un super desayuno. Sí, eso mismo era. Reí de manera burlona.

- ¡Eres muy tonta!. Se incorporó de la cama y se puso un pantalón deportivo.

¡Madre mía! qué sexy estaba. Sin camiseta, y en chándal. No me podía encantar más.

Salimos a la terraza a desayunar, me encantaba desayunar fuera. - Espera aquí, no te muevas. Me dijo.

- ¡Ui, Ui!, ¿ y esta intriga de buena mañana?

Volvió con una bandeja con el desayuno, también había un paquete envuelto en su mano. Sonreí. - ¿Esto también se come?

-No lo sé, ábrelo. 

Me puse algo nerviosa, lo abrí poco a poco mientras observaba su sonrisa. Era la réplica de un faro, pequeño. Era precioso. De color verde y blanco. 

- ¡Me encanta!, es muy bonito. Gracias. ¿Quieres hacerme también marinera como tu?.

- Sí, pero no es exactamente lo que pretendía. 

- ¿Ah, no?. Pregunté intrigada.

- ¡Nos vamos!, prepara las maletas...

- ¿Cómo?, ¿dónde?. Reí a carcajadas.

- Tu sólo prepara las maletas.

Le besé, te quiero.

Y yo quiero seguir sumando contigo "ahoras", todos y cada uno de los días de mi vida. Que no me sueltes jamás, ni si quiera, los días de tormenta.

- No me voy a mover de aquí, de tu lado. Nosotros podemos con todas las mareas. Sonreí y le acaricié las mejillas. Bueno, pero ¿no me vas a decir dónde vamos?

- ¡Sí!, vamos hacer las maletas...





-



No te olvides de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora