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Es una sensación extraña; cómo la ausencia de sentimiento te permite ver mucho más allá que cargando con el peso de los mismos.
Dolor, amor. Todo es una bonita excusa para realzar tu ego con tu propia desdicha inventada; nadie más que tú lo decide. La incertidumbre es lo único que tiene cabida en mi mente ahora mismo, y las dudas sobre el por qué, el cómo y el cuándo llegué a este estado, a abandonar la apoteosis que creía me caracterizaba y a seguir la calma de la ausencia de emoción.
¿Qué pensaría él cuando le dije que le amaba? Lo único que sé es que el no me escogió, y es una causa perdida por la que no merece la pena luchar; no contra una batalla perdida en la que son sentimientos los que dominan.
Es extraño; ver como todo a tu alrededor fluctúa en una carrera constante por tomar algo que no les pertenece, algo que no les incumbe. Y verlo con tanta claridad como jamás antes lo había hecho se antoja una ambrosía deseada por cualquier mortal. Es una visión que va más allá, más allá del ente físico, más allá del espíritu.
No estoy sola, pero no estoy con nadie, tan solo soy una en mi propia consciencia, el resto no importa, no ahora. Acumular y acumular y acumular me llevó a un estado de crisis emocional. Mi mente era inestable.
Perjudicaba, no solo a mi alrededor, sino a mí misma. No era necesario continuar con una actuación estúpida que podía llevarme a la perdición; pero una mente inestable no te permite eso.
Abandonar mi poder durante un tiempo me dio tiempo para reflexionar, y para descubrir que no necesitaba de todo lo que antes mostraba. Una máscara oculta todo lo que desees, y te ayuda a ti mismo a pensar que ese sentimiento no está ahí, que está lejos, hasta que acaba desapareciendo, hasta que ya no necesitas esa máscara.
Todas las bonitas historias de hipocresía y superioridad me han llevado hasta este punto, abandonando mi antiguo yo, uno que ya no existe. Tan solo existió, en el pasado, y mi propio ente ha sido eliminado. La ausencia de sentimiento es fría, oscura y terrorífica para otros, pero no para mi, no para las sombras, no para el abrazo en el que me he envuelto.