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–Por cierto Kenny, ¿Qué le pasó a tu diente?–cuestionó Leopold mientras bebía de su zumo.

Ya era la hora del almuerzo, por lo cual todos estaban sentados con sus respectivos amigos. Hacía ya bastante desde que el grupo de Craig se había comenzado a juntar con el de Stan, ahora formaban todos juntos una pandilla entera.

–Oh, eso...–rió nerviosamente.–Me peleé.

Unas risas sonaron en la mesa, casi todos negaban con la cabeza mientras dejaban escapar sus risas, menos Butters. Leopold sólo podía pensar que eso era horrible.

–Deberías tener más cuidado...–la suave voz del chico sobreprotegido por sus padres se hizo escuchar en el grupo.

–Seh, Butters tiene razón.–rió Stan mientras asentía con rapidez.

–Butters SIEMPRE tiene razón.–terminó por resaltar el pelirrojo que había estado en silencio la mayor parte del tiempo mientras degustaba su bocadillo de jamón serrano.

Kenneth rodó los ojos y comenzó a reír. A los pocos minutos, ese tema había sido olvidado y reemplazado por cualquier otro igual de común entre todos los amigos.

[...]

Las clases eran igual de aburridas. La maestra con cara de simio enfurruñado pasaba la tiza por la pizarra una y otra vez mientras les seguía hablando y hablando sobre las estúpidas formas que, en lo personal, Kenneth las veía inservibles.

Leopold escribía en su libreta todas y cada una de las palabras dadas por la mayor que les impartía clase. A ojos de McCormick, su actitud era la de un lindo "copia-pega" humano. Sí, lindo. No por ser hombre no iba a ser lindo para su AMIGO. Pues Kenneth ya había comparado varias veces a Butters con un pequeño conejito blanco.

–Bien chicos, eso es todo por hoy.–y de esa forma la profesora dejó la tiza en el lugar en dónde correspondía.–Tened un buen día.

Y para alivio del rubio ceniza, pudo dejar de escuchar ese molesto sonidito que producía el trozo de tiza al escribir.

[...]

El timbre sonó, anunciando ya el momento de salida. Ya era la hora de la comida, las dos del mediodía. Kenneth se levantó de su asiento y se desperezó para colocarse la mochila.

–¡Kenny! ¿Vamos juntos a casa?–la voz de Stan llamándolo hizo que le dirigiera la mirada.

Tras el muchacho de ojos azules se encontraban Kyle y Butters, este último mirándolo con una radiante sonrisa de oreja a oreja. McCormick simplemente se dedicó a asentir y caminó hasta ellos.

–¿Y el culón?–cuestionó Kenneth al no ver a Eric junto a ellos.

–Ah, sí. Ni lo sé ni me importa.–dijo alegremente el judío.–Esa mierda con patas se puede tirar por un puente si quiere.

El rubio más alto rió y dirigió su mirada a los otros dos acompañantes, esperando encontrar una respuesta real en alguno de ellos. El azabache simplemente se encogió de hombros, así que puso sus esperanzas de una buena respuesta en Stotch.

–Bueno, dijo que Heidi estaba desesperada porque quería que él le ayudara a estudiar geografía.–respondió el de orbes celestes.

Las risas no se hicieron esperar por parte de ningún integrante. Cartman tenía muchas excusas, pero esa sin duda era muy estúpida. Es más, Eric había confundido Bogotá con un país de España, ¿Cómo iba si quiera a saber algo de geografía para enseñarle a alguien?

Salieron del recinto que era la escuela y caminaron por la acera entre el resto de alumnos (y maestros) que tenían ganas de salir lo más rápido posible de ese infierno de gritos y mal olor.

Cuando por fin se vieron con más espacio se acomodaron en una línea de derecha a izquierda, quedando los rubios en las esquinas. Hablando y bromeando, las vueltas a casa siempre se les hacían entretenidas.

–Bueno, yo me largo aquí.–avisó Broflovski mientras señalaba a su hogar con el pulgar.

Se despidió mientras agitaba la mano y se encaminaba hasta abrir la puerta de su casa y entrar para ser recibido por su madre. A los pocos segundos, Marsh también se retiró a su casa con un fuerte "adiós" antes de cerrar.

Ahora Kenneth caminaba alegremente junto a Butters, con quien se encontraba compartiendo chistes que les hacían soltar más de una carcajada.

–E-esta es mi casa.–afirmó Butters con una tímida sonrisa.

–Es bastante bonita por fuera... En fin, ¡Ha sido agradable estar con vosotros!–comentó, para después guiñarle un ojo.–otro día me cuentas otros chistes, ¿Sí?

El rostro de Leopold se volvió de todos los colores hasta finalmente volverse un tomate andante. Alguien le había guiñando un ojo. Un guiño, algo que él únicamente había visto en las películas. Y era para él, ese guiño era para él.

–¡C-cla... Clar-ro!–afirmó.–Cuando lo desees estaré disponible.–le devolvió el guiño para después cerrar la puerta de la casa.

Verdaderamente, Butters no tenía ni idea de cómo se debía reaccionar ante un guiño, así que hizo lo primero que le vino a la mente. Si el pobre supiera lo que iba a desencadenar... Estúpido Butters y su estúpida ternura. Su estúpida lindura, su estúpida belleza... Nono, cosas cómo esas no estaban pasando por la cabeza de Kenny, solo estaba confundido por haber visto el rostro de Leopold como el de una adorable y vergonzosa chica, eso era todo.

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877 palabras. Me muero.

Espero que no haya ningún fallo, y también espero que os guste mucho~

🐰×.lιттle lovely вoy.×🐰Donde viven las historias. Descúbrelo ahora