CAPÍTULO VII

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MATTEO

Dejo que Luna quite todo mientras termino de guardar las últimas cosas en las cajas para no volver a verlas nunca más.

- ¡Listo! – grito victorioso al cortar el trozo de cinta que mantiene todo cerrado y lejos de la vista de mi novia

- ¡Listo por acá también! – responde en el mismo tono mientras se materializa tras el rellano del cuarto. - ¿Supongo que es momento de salir de compras?

- Claro que sí. – Una pequeña sonrisa se escapa de mis labios y en ese instante ya la tengo junto a mí con el abrigo puesto.

No puedo evitar reír, nunca vi a Luna tan emocionada por comprar sabanas o por comprar cualquier cosa en sí. Tomo el abrigo que tengo a mano y ambos salimos.

Las calles están repletas de personas a pesar del frío y la tormenta que amenaza pero para nosotros nada de eso importa. Es inevitable dejar que mi mente viaje al pasado, cada esquina está recubierta de recuerdos tan palpables que hasta me causan un poco de ansiedad. Me niego a pararme por mucho tiempo cerca de un escaparate por miedo que los vendedores me reconozcan.

- ¿Matteo estás bien? – La voz de mi novia me hace volver en sí

- ¿Qué? Sí. – respondo rápidamente para desviar cualquier tema. – Solo quedan dos calles y ya estaremos lejos del frío

- Me gusta el frío. – Me observa por un segundo. – Bueno al menos este frío, es más confortable que el de casa ¿No?

- Puede ser... - Murmuro antes de que quedar frente al centro comercial.

Giro mi rostro para verla y me encuentro con su boca abierta de par en par.

- Lo sé. – digo antes de que siquiera diga una palabra

- Es... ¿Cuánto? ¿Veinte veces más grande que los de Argentina? ¡No puedo creerlo!

Y antes de que pudiera reaccionar ya estaba siendo arrastrando a su interior.

Todo estaba exacta y completamente igual, como si solo ayer hubiese venido a comprar algunas cosas de verano para mi partida a Argentina. – Malditos pensamientos. – Le escupí a mi mente antes que divagara en cosas innecesarias.

Deambulo por los pasillos, cuando en un día normal ya hubiese comprado demasiadas cosas como para que entrar en un solo brazo. Hoy solo quería volver a casa, o eso creo, ni llamarlo casa puedo.

Dejé que Luna sea feliz, me mantuve a su lado asintiendo en los momentos correctos, las blusas adecuadas, los sacones perfectos y sobre todo los zapatos más cómodos, sonrisa, asentimiento, sonrisa, asentimiento y luego volvemos a empezar.

- ¡MIRA ESTA CAMA! – grita haciendo que varias personas a nuestro alrededor voltearan no sé si por el tono, porque era otro idioma o por una mezcla de ambos.

- Debe salir una fortuna. – Comento antes de si quiera fijar mi vista en el precio

- Pero es preciosa o ¿No? – pregunta con la cara pegada al vidrio. – Y se ve tan cómoda y grande y cómoda

- Ya dijiste cómoda. – respondo riendo ante su emoción por algo tan simple

- La quiero. – dice automáticamente. – No, no perdón, la necesito. Si eso es, la necesito, la necesitamos.

- Pero si ya tengo una cama. – la observo atónito. – Luna es carísima, no podemos pagarla

- ¡Claro que podemos! – Sus brazos se colocan a sus lados en forma de jarra y ya presiento lo que se viene. – La pagaremos en cuotas. – Y sin dejarme responder se mete directo a la tienda.

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⏰ Última actualización: Apr 07, 2018 ⏰

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3. La sentencia de Matteo Balsano (#Lutteo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora