MATTEO
- Mi amor. – susurro en el oído de mi novia mientras espero que abra los ojos. – Llegamos.
Luna se remueve incómoda en su asiento luego de tantas horas en la misma posición, lleva desde que despegamos hasta ahora completamente dormida mientras yo estuve como idiota tratando de conciliar el sueño.
- ¿Ya? – pregunta pestañando despacio. – Pero si recién salimos. – dice bostezando
- Eso fue hace unas doce horas bonita. – Me río despacio y abrocho su cinturón despacio para no molestarla. – Ya estamos por aterrizar. – Le informo terminando con el mío.
Esperamos a que frene por completo y nos den la charla en cinco idiomas sobre la ciudad, el clima, la hora, el agradecimiento por volar con la aerolínea y bla bla. Todas esas mierdas.
Bajamos despacio, la verdad es que tengo las piernas tan entumecidas que me cuesta dar dos pasos seguidos sin sentir un horrible hormigueo, pero Luna es otra cosa, tiene su bolso de mano aferrado y casi corre hasta llegar a la aduana para buscar nuestras valijas y sé que si fuera por ella, correría, en serio. - ¡No puedo creer que hayamos llegado! – repite por cuarta vez y me arranca una sonrisa entre un bostezo. - ¡Todo está en inglés, oh y en español! ¿Eso es chino? – pregunta señalando un cartel mientras salta en el lugar inquieta. - ¿Y ahora que nos queda? ¿Ya podemos irnos? ¿Tomaremos un taxi o vives cerca del aeropuerto? ¿Tenés auto? Bueno, asumo que no ¿Entonces caminaremos? – las preguntas salen disparadas de su boca sin parar y tan rápido que me hace creer que el aire en sus pulmones se regenera sin la necesidad de inhalar y exhalar.
- Sí, es chino. Ahora nos queda retirar nuestra maleras, no hasta que no lo hagamos no podemos irnos, tomaremos un taxi, no, no vivo cerca del aeropuerto y no, no tengo auto. – digo respondiendo todo en el mismo orden que ella pregunto previamente. - ¿Alguna duda más?
- Por ahora no. – Me deposita un corto beso en los labios y sale corriendo a esperar que nuestras pertenencias aparezcan.
El aeropuerto está repleto, así que nos lleva un tiempo bastante largo esperar mis dos maletas, las tres de mi novia además de las cajas. Una vez que todo estaba con nosotros y pasamos los últimos controles estamos afuera.
El débil sol de la mañana ilumina el ambiente y aunque odie admitirlo una parte de mí siente que llegó a casa, un taxista nos toca bocina, así que sin esperar un segundo abro su baúl meto todo lo que puedo y le paso las dos cajas que no lograron entrar a Luna. Me siento en el asiento trasero y con mi perfecto inglés le indico la dirección de mi departamento.
Durante el viaje no digo nada, solo escucho a mi novia que no para de parlotear por la emoción preguntándome cientos de cosas continuado por una incesante catarata de. - ¡Oh por Dios! – constantes, admito que luego de treinta minutos ya me va a explotar el cerebro.
Para cuando me quiero dar cuenta y ya quiero encintarle la boca a Luna el taxi frena en nuestro destino dejándome perdido. El lugar que hace solo unos meses era mi casa hoy parecía tan ajeno y lejano que tuve que volver a chequear la dirección con mi memoria. Pagué con unas libras que se encontraban mezcladas con mis pesos argentinos y baje lo más rápido posible para dejar todas las cosas en la puerta. El frente del edificio era el mismo que había visto cientos de veces al llegar del trabajo y la universidad, nada había cambiado, los vidrios estaban perfectamente limpios, tome mis llaves del pequeño bolsillo de mi mochila y las metí en la cerradura de siempre, le di dos vueltas y como si fuera arte de magia se abrió. A la izquierda el mismo sillón de tres cuerpos blancos descansaba junto a una mesa caoba con su florero de cristal y un ramo de flores como si el tiempo se hubiese congelado, nada había cambiado de lugar, nada era diferente excepto por mí claro está. Empuje las valijas y sus ruedas retumban en el piso de porcelanato negro. – Es precioso. – susurra Luna mientras observa todo su entorno, yo en cambio solo le regalo una sonrisa, una muy falsa.
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3. La sentencia de Matteo Balsano (#Lutteo)
FanfictionEl viento helado golpea mi rostro que está perdido en el momento, los edificios lejanos me pintan un paisaje tan diferente al que yo estoy viviendo. La gente va y viene por las calles sin parar unos chocan con otros, personas cargan cajas, muchos co...