Capítulo 3

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Desde la última visita del 5.0 no me quitaba de la cabeza el hecho de que Nate estuviera todavía libre. No podía dormir por las noches porque sentía que en cualquier momento vendría a por mí. Era algo de lo que estaba segura. Conocía a ese hombre desde hacía años y poco a poco fui desentrañando los misterios de su personalidad. Sabía, a ciencia cierta, que me quería para él y de solo verme en un estado de limitada libertad le ponía los pelos de punta.

"La joven de 19 años estaba al lado de otras cinco chicas, siendo observada por dos hombres de avanzada edad que parecían estar evaluando su próxima presa. Era la primera vez que venían pero se notaba que estaban acostumbrados a consumir y participar en ese tipo de negocio. Miraban a las mujeres como si fueran ordenadores y estuvieran intentando averiguar cuál funcionaría mejor. Por fin se decantaron por una de ellas, la agarraron del brazo y la levantaron. A Maylea le recorrió un espeluznante miedo por el cuerpo y de solo imaginarse estar a solas con esos dos hombres le entraron ganas de vomitar. Pero antes de que se la pudieran llevar irrumpió Nate acelerado en el vestíbulo. Dijo algo de que a ella no se la podían llevar y, tras una breve discusión y gritos, la sacó de allí."

Me encogí en mí misma y me prometí no volver a pensar en aquello, aunque solo lo pudiera lograr por unas horas. Como ya me encontraba un poco mejor me levanté de la cama y me asomé a la ventana para ver las prodigiosas vistas que ofrecía el hospital. Cientos de edificios adornaban las calles y allí a lo lejos, se atisbaba el océano. Me parecía increíblemente triste y devastador haber vivido tanto tiempo en las sombras, ajena a la maravilla que tenía al lado.

La puerta de la habitación se abrió y apareció Steve, el capitán del 5.0. Por alguna extraña razón me sentí segura al volver a verle y deseé que no se fuera.

-Te veo mejor- dijo con una sonrisa acercándose a mí.

En ese momento me di cuenta de su imponente altura y de la fuerza que almacenaban sus brazos. También me percaté de la pistola que guardaba en su cadera y cómo se la colocaba de vez en cuando.

-Sí, esto ya esta casi curado. ¿Cómo va la investigación?

-Digamos que sigue abierta. Pero no he venido por eso. ¿Te acuerdas que me dijiste que contactara con tu madre?

-¡Sí! ¿Te acordaste?

-Por supuesto...

Por su forma de hablar notaba que algo no iba bien y ya tuve claro que algo malo pasaba cuando me dijo que sería mejor que me sentara.

-Verás... He intentado localizar a tu madre, pero ella... Lo siento.

No pudo ni tan siquiera decir las palabras pero yo lo había entendido todo. Aún así quise cerciorarme y al preguntarle si había muerto se acercó a mí y me abrazó. Tenía un hombro donde llorar pero me había quedado sin lágrimas, no podía creerlo. Ahora estaba oficialmente sola en el mundo. Al levantar la mirada y encontrarme con el azul de sus ojos rompí en llanto. Él intentó calmarme acariciando mi pelo y, aunque le notaba algo tenso, para mí aquel gesto era más de lo que me habían ofrecido nunca.

-Quiero que sepas que el 5.0 está para lo que necesites, no te vas a quedar sola.

Asentí limpiándome las lágrimas de las mejillas, aunque ni siquiera esas palabras lograron tranquilizarme. Steve procuró que me tumbara y cubrió mi cuerpo con las sábanas.

-Será mejor que descanses.

Cerré los ojos con fuerza y agudicé mi oído, escuchando cada uno de sus pasos que le llevaban hasta la puerta. Antes de que se fuera logré susurrarlo:

-No te vayas... Por favor.

REDADA ❀Steve McGarrett❀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora