Historias Fantásticas

Precolombino |1|

EL PASO DE HIELO.

Hace miles de años, en una época que muy pocos conocen ocurrió algo asombroso, este relato es uno de los secretos mejores guardados por la naturaleza y por nosotros , los seres que hemos habitado estas tierras desde el comienzo... y te lo voy a contar.

Erase una vez una pequeña tribu que se ubicaba en el norte de Asia, el lugar era tan frío que se bañaba en el color blanco, y tambien el azul; en este lugar inóspito vivían varias familias que trabajaban juntas para subsistir, entre los habitantes estaba Diciptakan quien vivía con su familia en lo más alejado de la tribu, cerca a la costa de hielo para ver por la noche las luces mágicas que rondaban sin cesar, era algo espléndido, verde, morado, amarillo, era un arcoiris de luces celestiales y estas inundaban la oscura noche llenandola de color, colores que el nunca habría visto ni imaginado con tanto blanco en el paisaje.

A Diciptakan le gustaba eso, se quedaba hasta tarde observando las estrellas, se imaginaba allá con ellas, viendo el mundo a sus pies, pero, con el paso del tiempo cada noche era más difícil observar este regalo del cielo, cada vez hacia más frío que antes, y un camino de hielo aparecia frente a sus ojos en la mañana siguiente. Diciptakan estaba fascinado quería ver hasta dónde podía llegar ese camino de hielo, y cada noche que pasaba sentía que las luces esa magestuosa aurora boreal lo llamaba a aventurarse y descubrir el final del camino de hielo.

Un día se decidió, iba a ver qué conducía el gran camino de hielo, y no iba a permitir que lo detuvieran, el siempre había querido salir a recorrer otros lugares, pero su aldea nómada tan protegida no lo había dejado, "caminos nuevos significan problemas nuevos, es mejor evitarlos" le decían los ancianos de la tribu.

Aun así preparó comida y pieles que lo mantendrían por varias lunas, las suficientes para ir y volver, prometiendo con mucho anhelo su regreso y también de este modo contarle a sus amigos, hermana y abuela lo que había visto.

Partió y al cabo de dos días todo lo que veía seguía siendo blanco, nada había cambiado, capas y capas de hielo y nieve cubrían la superficie hasta el horizonte, Diciptakan pensó varias veces en volver, estaba cansado, solo, y empezaba a ponerse triste, extrañaba su familia y a todos los de la tribu, miró a su alrededor decidiendose si seguir o volver, pero algo oscuro lo hizo detener, estaba muy a lo lejos y corrio para observar la gran roca que tenía ante sus ojos, era gris... Con un poco de café, la tocó y estaba tan dura como fría era una piedra como nunca antes había visto y habían muchísimas, estaban cada vez más cercanas unas entre otras; emocionado corrió más para ver qué más se podía encontrar.

Caminó por más horas, hasta que escuchó un gruñido animal, y un oso bebé apareció en su encuentro el animal para su sorpresa no era blanco, como los grandes osos polares que conocía. Este era marrón y muy peludo casi como el peluche favorito de todo niño.

Diciptakan estaba en un lugar inóspito, no había rastro de la madre del cachorro así que lo tomó consigo, lo alimentó y lo cargó en sus brazos para calentar al pequeño animal que acababa de conocer.

El cachorro estaba contento, se le notaba con lo fácil que durmió en los brazos de Diciptakan, mientras tanto, Diciptakan decidió ya tomar su retorno. Volver a la aldea, contarles lo que había visto, impresionado, comido, hecho... Tod., Diciptakan estaba tan emocionado de volver que no tenía palabras para describir ese sentimiento que lo abarcaba.

Diciptakan escogió una gran roca que se alzaba en el terreno y con tintas de animal pintó la piedra, y así se marchó para retornar a su hogar, después de su bella aventura. Se giró y fue hacia su tribu, viendo las estrellas, el sol y la luna caminando tranquilo volvió sano y salvó; le tomó varios días, unos más que la vez anterior, aunque eso no era un problema estaba detallando lo que más podían sus ojos y cuidaba lo que ahora traía consigo un tierno cachorro de oso.