Vestidos del Cielo
Amaru emprendió su recorrido por todo el territorio de Colombia a espaldas de un intrépido jaguar; atravesaron la selva del amazonas hasta encontrarse con unas grandes montañas repletas de riveras que conducían a un solo sitio, una fuente hídrica sin igual de la que salía dos grandes ríos que se separaban por una gran cordillera.
Amaru estaba fascinada del cambio del paisaje, la pegajosidad amazonas había sido reemplazada por un frío húmedo, con mucha niebla, y el terreno iba en aumento, la montaña se elevaba a su paso cada vez que avanzaba encontrándose en terrenos resbaladizos y también algunos de roca maciza.
Se cruzó con varias tribus indígenas, que con distintas costumbres increíblemente hablaban un idioma similar al de ella. Habían cientos de poblaciones en toda la selva que se iban apareciendo en su camino.
La aventura transcurrió muy tranquila ya que su acompañante era un increíble guía que saltaba cada obstáculo con gracia de felino, comían las presas que el jaguar cazaba para ambos como también algunos frutos que se quedaban atascados en la tierra tras caerse de los inmensos árboles.
Siguieron subiendo dirección norte, encontrándose con Witotos muruis, Mirañas, Witotos muinames, Ingas, Camsas y Paez. Cuando llegaron con los Paez el frío está tan desgarrador que Amaru tuvo que cubrirse con las ropas que le ofrecieron los indígenas hermanos.
El bosque en el que se encontraban era húmedo y siempre tenía neblina, había agua por doquier, salpicando en pequeñas gotitas de los árboles. El jaguar cambio de forma asombrando a amaru con la apariencia de un oso con unas líneas en sus ojos, los anteojos blancos en su mirada cambio el panorama de Amaru, entendiendo que no se encontraba con una bestia cualquiera.
Alegre ascendieron todavía más hasta un lugar frío con plantas irreconocibles, eran gruesas y felpudas que retenían más agua que otra planta que ella había visto jamás. Las plantas en esa zona estaban congeladas por las bajas temperaturas y a lo lejos, en las puntas de las montañas se divisaban manchas blancas que cubrían todo a su paso.
Al pasar una noche despejada en esa zona decidieron descender, siguiendo la guía de las estrellas. Continuaron su travesía, ahora bajando a un gran valle con gente de vestimentas coloridas y muy calientes, los guambianos le regalaron un pañolón azul para cubrirse de los cambios drásticos del clima. Además de una mochila para llevar sus cuchillos.
Con el paso de los años llegó a una zona seca y muy calurosa, el espíritu ahora no la podía llevar en sus hombros cómo estuvo haciendo hasta ahora, por qué se convirtió en un pájaro hasta que divisaron el mar.
La playa tan limpia y clara la llamaba a sentarse y descansar, y el agua cristalina con un azul la imnotizó atrapandola en un largo sueño.
Al despertarse sintió manchas blancas moviéndose a su alrededor, hablaban una lengua que casi no comprendía, pero al estar vestida tan extravagante la mantuvieron en observación.
La acogieron y llevaron a su pueblo, a comparación de las otras tribus, estos tenían unos caminos de piedra como escalones, y plantaban sus cultivos, amaru alcanzo a reconocer maiz, frijol y yuca; caminó pausadamente observando los distintos niveles surcados por flujos de agua, era increíble cómo la roca puesta por ellos y el bosque vivía en perfecta armonía. Estaban en una montaña, que se alzaba justo al lado de la playa varios causes de ríos atravesaban la montaña llenando el lugar de animales y varios peces en la desembocadura de estos.
Cuando llegó a un sitio que parecía el centro de reuniones, una estructura circular de madera la protegía de la lluvia que comenzaba a chispar, notó que las personas se reunían a hablar, seguramente sobre ella, pero su dialecto le era difícil de comprender, una persona que al parecer fue escogida entre el grupo habló.
Al parecer amaru ya no volvería a casa, pero increíblemente no le preocupó, la población era muy tranquila y tenían una relación muy buena con el resto de las tribus hermanas que vivían al rededor, el jaguar no volvió a aparecer pero cada tanto veía un ave, o cualquier otro animal que pasaba muy cerca de ella observándola y le sonreía.
Amaru se sentía feliz, estaba en una buena ciudad, algo perdida en el bosque pero estable y bien cuidada, su relación con los otros fue mejorando, y poco a poco fueron entendiéndose entre sí. Feliz de estar. Con ellos les compartía diariamente una historia de todas las que había escuchado bajo el fuego de cada una de las aldeas que había visitado, como también suyas propias... Repartiendo así un amor increíble por la aventura.
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Historias Fantásticas
Historical FictionMi nombre no es uno solo, como también mi forma, soy la esencia de lo que ocurre en mi tierra y me transformo, soy como un alma que vaga eternamente, pero no soy maligno, ni tampoco benigno, solo estoy ahi, como ahora estoy aqui, para contarle a tod...