Encuentro entre culturas |2|

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Tierras que Nunca se Olvidan.

— Mama, me vuelves a cantar mi canción?.
Pregunto Sirhan, estaba muy aburrido en ese bote, encerrados por varios días repletos de personas de todos lados, su mamá Akili se veía cansada, él lo notaba, como también notaba el intento de su madre por ocultar su angustia.

—Claro mi nwa nwoke mara mma.
Y Akili comenzó a cantar, era una melodía hermosísima Sirhan siempre se tranquilizaba con ella y le ayudaba a dormir, recordando el por qué era su canción, su mamá cuando se enteró de su nacimiento fue directo con las otras mujeres a decirles las buenas nuevas, y entre todas salieron al bosque a buscar la canción. Al descubrirla la cantaron a todo el mundo en la tribu y le dijeron que cuando él nació también se la cantaron todos juntos, reunidos en un círculo para darle la bienvenida al mundo; Sarhan la había escuchado varias veces, la mayoría cuando hacía alguna travesura, le gustaba molestar a los otros niños para poder escuchar más tarde su canción, aunque pues... Esa no era la idea.

La canción lo hacía reflexionar, y pensar en quién era en realidad y le gustaba, los tonos eran suaves y pausados, justos para un niño tan inquieto como él. 

La canción se interrumpió de pronto y escuchó el sollozo de su madre, Sarhan no podía hacer mucho por ella, solo abrazarla y tratar de consolarla con su cariño.

Esa noche Sarhan recordó su tierra natal, ahora estaba muy lejos de ella, en medio del océano, pero la recordaba con mucho fervor, eran unas selvas increíblemente gigantes, y algunos valles que se extendían por el horizonte, recordó los atardeceres de un naranja despampanante y durmió tranquilo en los brazos de su madre.

A la mañana siguiente su madre no lo despertó, se sobre saltó con el chispoteo del agua que le caía justo en la frente y en ese instante llegó un hombre blanco a darles la comida, la recibió temblando de la emoción, recibió su parte y la de su madre, para darle a ella Igual.

Los días siguieron pasando sin poder ver la luz del sol o de la luna, pero su mamá no respondía, preocupado le pregunto a uno de los sabios que se encontraban en el cúmulo de gente y este respondió.

—Querido Sarhan, ¿alguna vez tu madre te contó la historia de la Princesa Malaika?— pregunto el hombre al confundido niño.

Al recibir una respuesta negativa comenzó a narrar:

"Si bien conoces a la princesa Malaïka, ella vivía con los elefantes, ellos atravesaban toda África en busca de las lagunas y los ríos, abriendo paso en los bosques a otros animales.

Pero como todo lo que está vivo, su padre Komba fue perdiendo su vitalidad, ya no podía cargarla y le costaba contarle las historias que la hacían dormir.

Su madre Nary, otra elefante la calmaba, ya que en cualquier momento Komba iba a morir,  ella le explicaba a la princesa que el espíritu verdaderamente nunca muere, siempre estará viviendo en nosotros, en nuestros recuerdos.

Malaïka seguía triste, pero estaba más calmada, a los días Komba cerro por última vez los ojos, en un bello lugar en la sabana, —aqui descansaré dijo y se despidió de su princesa.

Pasaron los años y cuando Malaïka ya estaba grande junto con Nary volvieron al lugar donde se encontraba Komba, pero ahí había en su lugar un gran árbol baobab, el cual le permitía escuchar los cuentos de Komba otra vez.

Ese baobab tan alto y extraño se extendía en sus raíces cubriendo a Komba con sus hermosas flores, dándole a él el mejor de los descansos en su sueño eterno.

Cuando el sabio terminó el cuento a Sarhan le salió una lágrima, y entendió que su madre había pasado al otro mundo a uno que el podía revivir si se acordaba de ella.

Espero tranquilamente hasta que llegaron, anclaron el barco en una costa brillante, con arenas claras y preciosas, pero ahí Sarhan descubrió que estaba muy lejos de casa.

Lo llevaron con los otros niños y los mantuvieron por varios días, mientras pasaban personas que los miraban poco a poco sus compañeros se fueron yendo con algunos de los blancos que pasaban por ahí, hasta que lo escogieron.

Le tocó una linda casa en una hacienda inmensa, y lo reunieron con otras personas para trabajar, las plantaciones o en el hogar de sus tutores, conoció mucha gente, habían blancos, que se acercaban a ellos y les daban de comer, como aparecían de vez en cuando unos trigueños muy delgados con pelos lisos y largos, tan distintos a los suyos que eran unos nuditos de rulos, el pelo chuto decían.

Todo eso no le incomodaba, tampoco el trabajo que hacía, porque mientras lo completaba pensaba en qué harían en la noche. Ya que se reunían frente a un fuego a cantar y bailar las canciones de su tierra natal, extrañandola y cantándole las más bellas canciones con tambores. 

Recordando así las tierras que nunca se olvidan.

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La canción, leyenda africana.

Malaïka la princesa, cuento infantil de Lizardo Carvajal
(Los respectivos derechos de autor sobre esta historia residen en la editorial luabooks y el autor)

Sarhan- lobo (nombre africano)
Akili- brillante, inteligente (nombre típico de Tanzania)

  nwa nwoke mara mma = bello hijo, traducido del igbo  

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