O2: Peces

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Len tenía los nervios a flor de piel, sus manos estaban temblando aún tal como cuando abrió la puerta. Refregó su rostro con un poco de agua tratando de calmarse y repitiéndose más veces de las necesarias que no iba a ser asesinado, no hoy al menos.

Tomó una profunda respiración y apoyó la frente contra el espejo repitiendo la primera acción unas cuantas veces más hasta que consiguió sentirse un poco más tranquilo. Se tardó bastante en lograrlo, claro, y le pegó de golpe el hecho de que ya se había demorado mucho más de lo que tenía planeado, ahora esos chicos debían pensar que estaba haciendo del dos.

—Hah, estúpido Oliver, ¿Qué le dio por tatuarse ahora? –Refunfuñó apoyando las manos en el lavabo. —¿Y por qué lo acompañé? Quizás yo soy el estúpido, estúpido Len.

Casi quedó pegado en el techo cuando la puerta se abrió, creyó haber cerrado con pestillo pero claramente se equivocó.

—Oh, lo siento, pensé que no había nadie. –Se disculpó el chico de hipnotizantes ojos azules con el que había compartido una extensa sesión de miradas hace un rato atrás y no fue capaz de decir nada. —¿Pasa algo?

—¡A-A-Aléjate de mí! –Exclamó retrocediendo unos pasos cuando salió de su trance y Kaito abrió los ojos desmesuradamente sin entender qué mosco le había picado. —¡No tengo dinero!

—Tampoco yo, ¿Eso qué importa? –El peliazul estaba más que confundido por la reacción de Len, no era un delincuente.

No obtuvo respuesta del rubio que ahora se encontraba sentado en el suelo junto al escusado, había caído al dar un paso en falso y le extendió una mano para ayudarle a ponerse de pie aunque fue ignorado, el chico estaba paralizado por el miedo.

—Oye, ¿Qué pasa? ¿Por qué tienes tanto miedo? –Volvió a hablar Kaito arrugando la nariz. —No, uhh, no te voy a hacer daño, soy Kaito. –Le dedicó una vaga sonrisa que aceleró aún más el corazón de Len, sentía que se le iba a salir del pecho, pero no estaba preocupado por eso porque era prácticamente imposible.

—L... Le-Len... –Apenas le salía la voz, se le había apretado la garganta.

—Okay, Lelen, ponte de pie, no es muy higiénico estar sentado en el piso del baño. –Mantuvo su sonrisa anterior al decir esto, el rubio frunció el ceño al oír como había pronunciado su nombre, pero evitó hacer comentarios sobre eso y obedeció a lo dicho por su contrario aunque se quedó lo más lejos de él que ese reducido espacio le permitía. —Oye, en serio, no soy malo.

—Tus tatuajes no dicen lo mismo. –Murmuró mirando sus pies.

Una mueca se formó en el rostro del peliazul tras oír aquello, no había sido muy educado de su parte, pero prefirió ahorrarse el reclamarle, ese chico ya estaba lo suficientemente asustado como para que le dijera algo más.

—¿Piensas quedarte allí todo el día o qué?

—S- digo, no, no. –El ojiverde sacudió la cabeza pasando por un lado de Kaito, chocó contra el marco de la puerta al no calcular bien la distacia pero hizo lo posible por disimular, aunque de nada sirvió porque alcanzó a oír una suave risa viniendo desde su espalda. —No te rías...

—Perdón, fue chistoso, es todo.

Len bufó avergonzado y se colocó la capucha comenzando a caminar hasta donde estaba anteriormente. Antes de girar el pomo de la puerta se detuvo gracias a que sintió pasos tras él.

Un escalofrío le recorrió la carne, en ese preciso momento realmente temía por su vida.

—¿No ibas al baño? –Se aventuró a preguntar con el corazón acelerado sin voltearse sabiendo que Kaito era el dueño de los pasos, nada salió desde el peliazul en un buen rato ya que estaba maldiciendo por lo bajo.

«│█║Smoke N' Mirrors║█│»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora