El día había llegado.
Sábado.
Sí, ese sábado que mantenía a Oliver lo suficientemente ansioso como para revolcarse de un lado a otro sobre su cama. Acababa de despertar gracias a su alarma, y no lo pensó dos veces para ponerse de pie tan rápido que un mareo casi lo manda de vuelta a la colcha, pero se mantuvo estable con una sonrisa radiante.
Estiró los brazos con pereza, y cuando estaba por salir de su habitación frenó al verse en el espejo frente a la puerta. El orgullo plasmado en la altura de sus hombros se esfumó, y una melancólica sonrisa reemplazó a la anterior tras analizar su tatuaje por un momento.
Quiso tocarlo, sentir la tinta, las costras recién formándose, pero el sentido común lo detuvo.
Al menos ahora podía mantener y volverse uno con el recuerdo de esa mujer a través de marcas permanentes sobre su piel.
[...]
── ¡Sí viniste! ─Exclamó el ojiámbar lanzándose a los brazos de su mejor amigo, Len bufó ruborizándose suavemente pero aún así le abrazo con fuerza junto a una pequeña sonrisa que intentó retener. ── Ohh, ¡Gumi, tú también!
── Len me obligó.
── Yo la obligué.
Fueron respuestas simultáneas que le sacaron una carcajada al menor mientras se separaba del malhumorado muchacho. Se hizo a un lado para dejarlos pasar a su no-tan-humilde hogar, y cerró la puerta tras ellos pero sin moverse de su lugar, ambos lo notaron y frenaron sus pasos esperando por él.
── ¿Oliver? ─Cuestionó Len volteándose hacia el mencionado, quien ladeó la cabeza sin entender lo que quería. ── ¿Te vas a quedar ahí?
── Efectivamente, tengo que recibir a mis invitados, ¿No? ─Respondió esbozando una sonrisa que derretiría cualquier corazón, pero no los de esos jóvenes, no, ellos creían que su actuar era tonto.
── Tienes empleados para eso. ─Comentó la chica enarcando una ceja, y Len asintió estando de acuerdo. Oliver por su parte rodó los ojos dejando caer las comisuras de sus labios.
── No quiero que me sirvan durante toda la vida, ¿Saben? Desde que puedo recordar han hecho todo por mí, ¿Cómo voy a ser alguien si hasta hace poco ni siquiera sabía usar un microondas? Quizá suene tonto para ustedes, pero en serio quiero marcar una diferencia, que no me vean como un mantenido mimado, como un clasista, un incompetente, ¿Entienden? Realmente no quiero ser como Al, no quiero ser como...
── Como nosotros. ─Terminó Len la frase que él no se vio capaz de terminar, su tono no fue molesto, sino herido. ── Lo entiendo, lo entiendo, ¡Váaamonos Gumi! el señor bondad tiene cosas que hacer.
A pesar de la aspereza en sus palabras, al verlos voltearse extendió su diestra tratando de detenerlos, pero se contuvo y bajó el brazo frunciendo sus labios. No dejaría que una estupidez arruinara su día, los quería mucho, pero en verdad se comportaban como unos totales idiotas algunas veces.
Se tomó un momento para calmar las sensaciones recorriendo su cuerpo, estaba tratando de convencerse a sí mismo de que no podía culparlos, los criaron de forma distinta, a Len siempre le inculcaron que el dinero lo es todo, que no debe mezclarse con gente "inferior" y cientos de estupideces más que de sólo pensarlo le dan vergüenza ajena. Ahora por el lado de Gumi...
En realidad no sabía qué estaba mal con ella.
Es decir, al parecer un montón de cosas, pero no sabía las causas de ello. Por supuesto que trató preguntándole a ella y también a Len en un intento de entenderla, pero ninguno le contestó así que rápidamente dejó de insistir, tal vez era un terreno que no debía explorar.
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FanfictionEstereotipos. Un error en el que todos hemos caído, ¿No? (portada por @gungure)