«¡Fukase, abre la puerta!»
En la distancia aquellos gritos resonaban provocando un mareo aún peor dentro del mencionado, no quería salir, no quería hablar, no quería saber de nada ni nadie, ni siquiera de él mismo. Arrancaría su piel de poder hacerlo, necesitaba salir de esa prisión que le encarcelaba a cualquier costo.
Las lágrimas caían incesantes por sus ruborizados pómulos, y los rastros de sangre estaban atascados en sus uñas, se había rascado los brazos y rostro muy fuerte, pero no le dolía, no le dolía en lo absoluto, no podía sentir nada que no fuera ese constante dolor de cabeza y esa presión sobre su pecho. Se encontraba atrapado en su propio mundo lleno de monstruos que él mismo había creado para atormentarse.
── ¡Fukase!
La puerta se abrió acompañado del estruendoso sonido de aquella bara de metal chocando contra el piso. La respiración de Miku se encontraba agitada, tuvo que romper la cerradura del baño para abrir la maldita puerta.
── ¡Vete! ─Ordenó el muchacho abrazándose a sí mismo, pequeños hipidos escapaban desde su garganta por efecto de los sollozos, pero Miku no obedeció, con pasos lentos se acercó hasta él, flectando las rodillas hasta quedar de cuclillas. ── Vete...
Repitió aquella palabra incontables veces hasta que el embriagador calor de los brazos ajenos invadió su anatomía, y entonces su llanto continuó a rienda suelta mientras suaves palabras de consuelo eran susurradas a su oído de la forma más dulce que la temblorosa voz impropia pudo lograr. Los latidos de la peliaqua retumbaban por toda la cabeza de Fukase al tener su rostro cercano a su pecho, y junto a ese intranquilo latir pudo encontrar su calma. Minutos y más minutos pasaron, pero gracias a ella pudo superar otro de esos ataques que tanto odiaba.
Aún cuando los sollozos cesaron, se mantuvieron en la misma posición por el tiempo que ambos encontraron necesario, el muchacho tenía terror de salir de esa zona de confort, y Miku temía soltarlo y que su pánico comenzara otra vez.
── ¿Estás mejor? ─Se atrevió a romper el silencio, pero la respuesta no fue inmediata, tampoco verbal. Un ligero asentimiento fue todo lo que obtuvo, pero maldita sea que la había tranquilizado. ── Todo está bien, Fu, estoy aquí, estoy contigo y no me voy a ir.
── ¿Re... Realmente no te irás? ─Dudó Fukase sintiendo al fin el metálico hedor de la sangre entrar por sus fosas nasales. Abrió los ojos con cautela y horror fue todo lo que sintió al ver las ropas ajenas manchadas de su propia sangre. ── ¡L-Lo hice otra vez! Losientolosientolos–
── Sabes que me da igual. ─Suspiró Miku acariciando con suavidad la dañada mejilla del chico como si no le importara el exagerado brotar de esa sangre. Y entonces sonrió, sonrió sólo para él, y ese pensamiento simplemente consiguió colorear los pómulos de Fukase mientras devolvía la sonrisa un tanto desganado. ── Muy bien... Ahora nos vamos a levantar... Y vamos a limpiarte esa sangre, ¿Sí?
── Puedo hacerlo solo, no es–
── Dije que no iba a dejarte, así que VAMOS a limpiarte la sangre, ¿Oíste? ─Recalcó alejándose un poco para poder levantarse, mas no soltó su mano en ningún momento. Fukase asintió de forma sumisa extendiendo aún más su sonrisa, no estaba seguro de qué haría sin ella, Miku era para él como ese tímido rayo de sol asomándose en medio de las nubes durante días de frío, era en quien encontraba su calma, su lugar seguro en un mundo lleno de peligros. Siempre había sido así.
Fuera del baño se encontraba Meiko con los nervios a flor de piel mientras Kaito trataba de calmarla, ambos sabían que no debían interferir en lo que sea que Miku hiciera, pero el preocuparse era inevitable al recordar eventos pasados. Le costaba creer que hubiera tenido ese cambio tan repentino cuando hace un par de horas atrás había estado de lo más normal, ninguno sabía con total seguridad qué había sido el detonante de esa violenta reacción.
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«│█║Smoke N' Mirrors║█│»
FanfictionEstereotipos. Un error en el que todos hemos caído, ¿No? (portada por @gungure)