Demolition Lovers [Frerard]

Prólogo

La noche era fría, mis manos temblaban y por fuera del almacén en el que estába términando mi jornada de trabajo, pensé que nadie más llegaría y fui a apagar las luces.
Estába agotado en demacia de tener el culo aplastado todo el día en una silla.
- ¿Hola?- Alguien entró, y estába a punto de apagar las luces.-¿Quién mierda quiere un tatuaje o perforación a esta hora?- pensé y me acerqué fingiendo una sonrísa.
- ¿Te puedo ayudar en algo?- Pregunté sentandome en la silla de nuevo.
- Acá pe-perforan, ¿Verdad?- Me preguntó y yo asentí tomando la pistolita y sonríendo como si fuera a perforarle el orto.
-.¿Cuanto cuesta?- Me preguntó frunciendo sus labios.
- Cinco mil.- Contesté.
- Haceme uno.- No pude evitar mal pensar todo, reí bajo y le indiqué que se sentara en la silla que había junto a mi.
- ¿En donde?- Pregunté y me levanté para mirarlo por el espejo que había en frente, vi sus ojos, eran de un color avellana hermosos, su cabello era negro igual que el mío, no tenía ni un tatuaje, ni yo, (pude divisar ya que no tenía alguna chaqueta) -Muy valiente- Pensé, yo tenía un buzo delgado, y una chaqueta muy lanuda y tenía un frío aterrador.
- En los labios.-Dijo señalandolos-.En un lado.- Finalizó y yo tomé un piercing, lo introduje en la pistolita esa y le puse un poco de desinfectante.
- Por favor no te movas.- Le dije con la pistolita en sus labios, eran tan lindos, color escarlata, pequeños.
Me quedé distraído mirandolo que no me acordaba de que tenía la pistola en la mano, él se movió un poco y yo dí un respingo haciendo que aprete la pistola, el chico dió un respingo igual pero ahora con el piercing en sus labios.

Me aparté y él se miró en el espejo, tapó su boca con su mano y yo sentí una alerta dentro de mi. - No le gustó- pensé; seria el único que hacía eso desde que trabajaba allí.
No quería arruinar las cosas allí con ese chico, no con él, o por lo menos; no hoy. -Awww es tan hermoso- pensé de nuevo y una sonrísa tonta se apoderó de mi.
- Gracias.- Me sonrió y yo aún sonreía como idiota desquiciado queriendolo violar.
Sacó de sus pantalones un billete de diez, yo me acerqué a la caja y le entregué el cambio, él sonrió para despedirse y yo imité su acción.

Lástima de no volverlo a ver.