— no te preocupes —
Aquella voz masculina se había clavado en mi mente, reproduciéndose en bucle mientras retornaba a casa. Después de tantas vueltas que había dado por el angosto camino ahora podía ver la salida del aterrador "pasillo".
Un remolineo entre mis brazos, me hizo recordar al pequeño minino que intentaba escalar por mi pecho hasta lograr acurrucarse en mi cuello. Con inmensa pena, lo tomé colocándolo en el suelo, justo a lado de un pequeño buzón de correo y volví a caminar esquivando todas las calles principales, como era el plan inicial. Me sentía intrigada, pero, después de tal impresión, no deseaba ir detrás de aquel chico.
Pocos metros fuera del callejón volví a escuchar un leve maullido que parecía seguir mis pasos, me detuve dejando que el pequeño minino llegase hasta mí. Esperé un poco más con la intención de ver al gato más grande y así poder irme a casa sin dejar al pequeño solo, pero simplemente no paso. Volví a tomar al gato dejándolo delicadamente en mi mochila para finalmente cruzar la última calle y llegar a mi refugio.
La noche era fresca y la brisa que le acompañaba aumentaba esa sensación gélida sobre la piel. Gracias a los múltiples escalofríos, comencé casi a correr por lo largo de la última cuadra; antes de doblar y finalmente adentrarme en la calle. Me giré sintiendo una mirada sobre mi nuca, desmintiendo esa sensación al ver lo solitario que era el sitio.
— ¿Qué son estas horas de estar llegando? — me sorprendió la mujer joven sentada en la acera reposando su cabeza en sus rodillas.
— Lo siento, intenté no quedarme en medio de las personas, pero fue difícil con el festival — excuse algo nerviosa por los diversos sucesos de hace poco. Su mirada se clavó en mi analizando mi gesto y aumentando la presión sobre mis hombros y consciencia
— Bueno ya que has llegado, iré a dormir — comentó poniéndose de pie y retirando el polvo de su pijama. Sonreí alimentando mi inocencia y metiendo mi mano dentro del bolso recibiendo leves mordiscos en mis dedos — sobre la mesa he dejado algo de comida, recalienta y ve a dormir —
— muchas gracias y buenas noches — contesté siguiendo sus pasos hasta la calidez de la casa.
Me quedé a los pies de las escaleras hasta perder la figura a lo largo del segundo piso y escuchar como su puerta se cerraba. Suspire librándome de la pesadez de ocultar al animal en "zonas prohibidas". Caminé hacia el comedor sacando al minino del bolso, de donde parecía haberse acurrucado. Lo bajé dejándolo en el suelo y serví un poco de leche en el primer tazón que vi, el cual después deje a su alcance. Inmediatamente remojó su lengua en el líquido blanco, era realmente lindo verle tranquilo y bebiendo.
Sin darle mucha importancia a mi tiempo, me quedé inmóvil observando a la pequeña criatura, era gracioso ver como movía su diminuta lengua y cada cierto tiempo tomaba pausas para limpiar sus bigotes, una imagen bastante agradable después del pesado dia de evaluaciones.
En un parpadeo dejé de darle importancia al minino, llevando mi visión a un sobre rojizo que reposaba en la mesa, y que sin duda, llamó mi atención. Por curiosidad me acerqué hasta la única silla del comedor y sujeté el papel notando en letras blancas mi nombre. Me apropié del contenido para leer de él.
"Buen dia Cynthia, esperamos estés gozando de tus últimos días en el colegio y en la ciudad. Deseamos enormemente que tu curso termine y te vayas de casa.
Madre llamó hace unos días anunciando que tomarías un nuevo curso fuera del país, así que queríamos ayudarte y evitar tus preocupaciones, ya que nosotros nos ocuparemos de ella, no hay razón para que te preocupes ¿o si?, ¿aún no confías en nosotros?.
"padre" dijo que deseaba verte antes de tu partida, asi que es muy probable que nos encontremos pronto, mientras eso sucede, cuida de la casa.
Con nuestro gran pésame, tambien esperamos ya hayas acabado con el tema de Jacob, no queremos reencontrarnos con tu patético dolor..."
Arrugué la hoja arrojándola al cesto de basura mucho antes de llegar siquiera a la mitad de sus palabras escritas. Aunque no tuvieron el valor de mencionarse en su carta, podía reconocer la letra de los engendros que se atrevían a comunicarse conmigo sabiendo exactamente lo que creo de ellos, y peor aun, insinuar que los necesito o que me alegraría volver a verlos; son demasiado repulsivos como para desear devolverlos a mi día-día.
No tengo una imagen positiva de la última vez que los vi en casa, es más, puedo recordar el rostro de su padre en aquel momento.
El cólera aumentó a un límite que incluso el dolor de cabeza era insoportable. No deseaba molestar a mi madre, así que, sin más, me levanté y tomé una pastilla del cajón para relajarme un poco. Volví al comedor observando cómo el felino terminaba de limpiar el tazón pasando su lengua por los bordes de este.
No tenía ni rastro de hambre después de tal mensaje, así que tomé al gato y subí a mi habitación.
Preparé un cojín a un lado del sofá frente a mi ventana y dejé al felino sobre el blando material, intentando que entendiera donde pasaría la noche. Después de juguetear un poco con el nuevo inquilino, me senté frente a mi escritorio abriendo el viejo portátil que yacía sobre la madera, repasando en mi mente la imagen de mi hermano y de aquellos momentos en los que, sin importar que tan mal me sentía, él sabía animar el momento.
Busqué entre las carpetas hasta encontrar el archivo de lectura. Estaba a la mitad del libro de Jacob, aquel sueño personal que nunca logró concluir, y que realmente era genial; no solo lo decia por ser de mi propia sangre, sino que él tenía una forma demasiado única de exponer las cosas. Yo siempre había pensado que él tenía un don demasiado bueno como para ser verdad. Ocasiones en las que después de una ruptura amorosa o una pelea con alguien, él siempre estaba ahí, sin importar que tan lejos fuera, SIEMPRE lo encontraba afuera de la escuela o de la casa de alguna amiga preparado para consolar a mi estúpida cabeza.
Ahora es doloroso y raro que tenga que hacer eso yo sola. Mi madre intenta ayudar pero, creo que hace demasiado manteniendo la casa por su cuenta, así que ser una carga más está prohibido por mi misma. Pienso que simplemente era el momento para que yo tomara responsabilidad sobre mi; sin embargo, sinceramente es algo demasiado difícil, aun para mi edad.
Las lágrimas se arrojaban, inconscientes de mi voluntad, por lo largo de mis mejillas hasta llegar al mentón, ni siquiera era capaz de mantener mis emociones para mí, ¿Cómo es que llegare a controlar el resto de cosas en mi alrededor?
¿Qué será de mi cuando salga del país?
¿Qué hubiese hecho Jacob?.
El Pequeño felino se posó frente a mi dandole la espalda a mi rostro, se veía entretenido entre las ilustraciones del libro. Limpie mis ojos sobre el pelaje del animal, intentando reírme de algo, por más minimalista que sea ese algo.
El gato pasaba su única pata blanca por la pantalla simulando tocar el rostro de una linda chica de labios rojizos que extendía su brazo hacia una desvanecida figura en humo. Finalmente terminé por seguir al felino y deleitarme con aquel dibujo que nació de una de mis muchas pesadillas, no sé como, pero mi loco hermano siempre le encontraba algo hermoso hasta al más horrible suceso.
Tomé aire hasta llenar mis pulmones a tope y, así, intentar equilibrar mis acciones con mi pensamiento. Abracé al pequeño minino colocándolo sobre mi regazo para despejar la pantalla del aparato. Continúe pasando de hoja en hoja leyendo cosas, que si no supiera que son ficticias, lo asimilaría con la vida de una chica cualquiera, enamorada del típico joven maloso y misterioso, no lo sé, es demasiado hiperrealista, pero usando ejemplos sumamente exagerados. Simplemente me gustaba el odio-amor que existía entre los protagonistas.
***
— ¿El trato se sella o prefieres seguir haciendo esto por el resto de tu inmortalidad? — la voz de aquel chico sonaba tan altanera que simplemente lo mandarías al demonio, si no estuviese hablando con uno — No tengo demasiado tiempo y tú más que nadie lo sabe — la tensión hervía, aumentando a la par el cólera del personaje frente a él
— el trato se llevará a cabo, pero... ¿realmente qué quieres que yo haga? —
— Simple... Cuida de ella —
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De La Muerte... Enamorada.
FantasyEl amor suele generar ansiedad a quien lo vive, pues da vida a lo mismo que mata, tal como la rosa de dulce aroma y enormes espinas; sin embargo, se suele mencionar que por locura o naturaleza nos aferraremos a lo mas difícil e inusual sin importar...