De Negro A Carmín.

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Fue las primeras clases de cada asignatura que tome completamente, sin ningún tipo de distracción, pues en ningún momento deje de sentir un extraño impulso por parecer más educada y ordenada de lo que normalmente aparentaba ser dentro del aula. Los únicos momentos de mi distracción fueron aquellos en los que por curiosidad giraba un poco intentando encontrar por múltiples veces la mirada penetrante del pelinegro, por lo que realmente maldije el que me hubiese tocado la "suerte" de compartir cuatro asignaturas con él.

Las campanadas del edificio exterior anunciaron que el descanso había llegado, y que mi postura recta y atenta podía esperar para dentro de media hora. Me estiré relajando cada musculo de mi espalda, sin excluir a ninguno, todas mis extremidades crujieron al compás de mis extensiones y contracciones.

— hiciste un gran trabajo poniendo atención a todas la clases, Cynthia — comentó Esmeralda intentando sonar mínimamente cómica (he de decir que falló rotundamente). Se posó delante mio acompañada del chico rubio — te has ganado que yo te pague la comida —

— No gracias, prefiero quedarme a leer un poco —

— no es justo, deberías de convivir más, últimamente te aíslas demasiado, ya ni te reconozco — al tono de su comentario realmente me molestaba, ese gesto y modo como si conociera todo sobre mi — bueno... Iré a la cafetería y te comprare algo — agregó saliendo finalmente del aula

Tome el grueso libro abriendo las páginas en las que había pausado mi lectura para continuar con lo que más que una meta, era mi hobby por excelencia.

"... El miedo ante la caída era explicable, pues más allá del enorme abismo que ocultaba el borde no se lograba ver nada más. Es en esos momentos en lo que aprovechas el espacio que tienes lejos de aquel acantilado, sin embargo, sea por la inmadurez o por el llamado destino, terminarás por tomar la decisión final. Todos lo hacen solos, en el momento en que se sienten seguros de ello. Sin embargo, la castaña no estaba ni cerca de la soledad.

Del otro lado del pozo se encontraban dos tipos que prometían cosas diferentes, aquel que en cuanto cayera iría a su rescate para sacarla a flote y llevarla a donde él prometía: es un paraíso lleno de felicidad, al lado de todos aquellos deseos que ella poseía e incluso a lado de su progenitora.

En cambio, también se encontraba aquel que esperaría a que llegase al fondo, para después recoger su pequeña conciencia y guiarla hasta los pies del único ser que dedicó vida y muerte solo para ella, y que inconscientemente anhelaba volver a ver.

El primero tentaba con la ideas en las que ella se veía como una princesa, un ángel de alas rotas que él curaría. El segundo, por su parte, juraba contestar las dudas que en vida no lograría saber sola, a cambio de atarla como una nueva pertenencia... "

Baje el libro al escuchar pasos acercándose, pensé que quizás Esmeralda había cambiado de opinión ante su "promesa"; sin embargo la fría mirada del pelinegro se cruzó con la mía. Ignoré al chico que con lentitud se acercaba a su lugar, recostando su cabeza en sus manos, las cuales no había notado, pero vestía con un par de guantes negros.

Me percate de que nuevamente me fijaba en él por demasiado tiempo, así que giré paseando la vista en todo el aula intentando justificar mi repentino interés. Finalmente me detuve regresando al libro, pero sin nulo gusto por continuar, coloqué mi dedo como separador mientras observaba como el sol comenzaba a posicionarse sobre la enorme cordillera que rodea el pueblo.

La tarde era terrosa y se escuchaba el chillido de las ventanas ante la fuerza sobre ellas. Termine por cerrar el libro deleitándome con la vista de los pequeños remolinos de tierra que se formaban y deshacían a pocos instantes. Entre esas ventiscas rodaban hojas, basuras y todo lo que en su camino se atravesaba, de algún modo me recuerda a mi "yo" de meses atrás.

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⏰ Última actualización: Jun 15, 2020 ⏰

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