ELLA

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La muerte está tan cerca
no hay sangre que regrese el tiempo atrás
los muros del castillo se están cerrando.
Ella queda paralizada ahora por la edad,
acoge la muerte con los brazos abiertos
la Muerte pasa la página.

Countess Bathory - Venom

Padre acusóme de haber pecado, dicen que los demonios más profundos del hombre se llevan en el corazón, quizá esto sea cierto, discúlpeme por llegar a esta hora y por la desesperación con la que le hablo pero sepa usted que vengo en calidad de desahuciado, permítame unos minutos de su tiempo y le suplico me escuche con atención para que así pueda usted dar absolución a mis pecados.

Era la mañana del 12 de Agosto, yo caminaba por el parque que se encuentra a pocas calles de mi casa, era una mañana húmeda y fría pues la noche anterior había llovido bastante. Gustaba de pasear en ese clima, esto podría deberse a mi alma solitaria o tal vez al profundo sentimiento de abandono que he llevado conmigo toda la vida pues sin importar de cuantas personas me rodeara, siempre me sentía solo.

Tan ensimismado iba en mis pensamientos que no pude evitar chocar de frente con ella, tenía algunos papeles en la mano los cuales cayeron al suelo.

-Disculpa, no vi por donde caminaba- fue lo único que atiné a decir y de inmediato me apresuré a ayudarla a ponerse en pie y recoger sus papeles.

-Descuida, yo también venia distraída- dijo ella con un melódico tono de voz, cuando levanté la mirada para observarla quede por completo embelesado pues era hermosa, tenía unos enormes ojos color café demasiado expresivos, sus labios, aunque delgados estaban pintados en un tono carmesí que resaltaban sobre su delicada piel clara.

-Que tengas buen día- fue lo único que logré articular y ante la vergüenza de parecer estúpido me alejé.

-Que idiota ¿Que tengas buen día?- me dije en apenas un murmullo -Hola, disculpa la torpeza, mi nombre es Fidel- habría sido menos bochornoso -Me gustaría disculparme en forma apropiada ¿Aceptarías que te invite un café?- pensé para mis adentros.

-Hay que pena Fidel tengo prisa pero otro día puede ser, éste es mi numero- una sonrisa escapó de mi boca ante la idea de aquella respuesta -Si, como no-

Al llegar a mi departamento me quité la pesada chamarra que vestía, me di un baño para después sentarme frente a la computadora y preparé una taza con café. Como todas las mañanas la dedique al trabajo, pasé las siguientes tres horas haciendo un boceto digital; cual sería la sorpresa al descubrir que era a ella a quien había dibujado. El resto del día lo pasé pensando en ella.

A la mañana siguiente salí con la esperanza de volver a encontrarla, cual sería mi sorpresa al darme cuenta que estaba corriendo en el parque. Esta vez la observé por algunos minutos antes de que ella se detuviera, me acerqué y al final dije.

-Hola ¿Me recuerdas?- algo sorprendida, ella me miró y dijo:

-Hola ¿Cómo estás?-

-Bien ¿Sabes? Quería disculparme por lo de ayer, sí no estás demasiado ocupada me gustaría invitarte un café ¿Qué dices?- pregunté con torpeza.

Ella quedó pensativa por un momento para responder con una amplia sonrisa:

-Mejor te acepto un té-

Por fortuna, cerca de aquel lugar había una pequeña cafetería que tenía la costumbre de abrir temprano, al llegar nos acomodamos en una mesa, yo pedí un café negro y ella una Tesina.

-¿Y... a que te dedicas?- me preguntó.

-Soy diseñador gráfico, hago tazas, tarjetas de negocios, lonas de anuncios y una que otra "Obra de Arte Digital"- respondí con naturalidad.

Cuentos Cortos para Niños GrandesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora