5. Oficina

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Me paré de mi silla y fui a cerrar la puerta como me indico, sentía que la sangre me hervía de imaginar lo que podría pasar en esa oficina los dos solos...

- Señor Reber, creo que no...

- Shh Annabell – me rozo los labios con sus dedos.- esto lo deseas tanto como yo, noto como tu cuerpo responde a mis caricias.

- Yo... - gemí suave cuando el apretó con sus manos mi trasero- esto no es correcto...

- Eso es lo emocionante, no crees?- me giro y puso mis manos contra su escritorio haciendo que mi cuerpo se inclinara y mi trasero quedara pegado a él.- esto no saldrá de esta oficina.

Luego sentí como metía sus manos por mi falda de tubo negra y comenzaba a bajarme las bragas.

- Señor Reber.... – dije esto casi en un suspiro.

- Annabell, justo en este momento estoy a punto de follarte, duro. Si quieres parar es el momento para decírmelo.- mientras hablaba tocaba la parte más sensible de mi con movimientos suaves.

- Sigue...

- Así me gusta, muñeca.

Ya sin bragas me giro sentándome en el escritorio con las piernas alrededor de él. Fue quitando mi camisa de seda blanca, besando mi hombro y mi cuello lentamente.

Yo comencé a quitarle la camisa desesperadamente hasta que tuve su fuerte pecho desnudo ante mí, iba a comenzar a bajar su cremallera cuando él me alzo en sus brazos aun enrollada a el con mis pierna y me deposito en el sillón de cuero marrón que tenía en su oficina.

- Me vuelves loco, Annabell.- bajo mi falda hasta quedar desnuda ante él.- te haré mía, una y otra vez.

- Adler... -susurre su nombre.- te deseo...

Luego con un rápido movimiento bajo sus pantalones dejando expuesta totalmente su erección ante mí.

- Estas lista, muñeca? – me pregunto al oído, justo antes de entrar en mí.

- Si... por favor.

Después de que le dijera esto comenzó a embestirme fuertemente al tiempo que succionaba mis pechos y me hacía gemir de placer. De un rápido movimiento hizo que yo estuviera sentada sobre él, así que no perdí tiempo y comencé a moverme deseando por completo a ese hombre.

De un momento a otro sentí como los dos llegábamos al punto más alto para ambos y nuestras respiraciones comenzaban a normalizarse. Unos segundos después estábamos vistiéndonos rápidamente sin decir una palabra. Me dispuse a ponerme mis tacones lista para salir de ahí.

- Annabell. – giro hacia mí y me miro fijo a los ojos.- dentro de la oficina este comportamiento no es adecuado, no debería repetirse, no aquí...

- Solo nos dejamos llevar, de acuerdo? Tema olvidado. – dije tomando mi bolso para irme.

- Escucha.- tomo de mi muñeca suavemente para detenerme.- mírame, dije que aquí no. Nunca dije que no quiero que se repita.

- Yo... ok, sí, me encanta estar contigo... es... eres... wow, pero no podemos seguir en esto, estas casado y vas a tener un bebé.- le dije esto mirando a sus hermosos ojos grises, Salí de su agarre y camine al ventanal.- cuando estamos juntos siento que nada de lo que esta allá fuera es real. Pero lo es, ya deberías parar Adler, igual yo.

- Annabell, mi matrimonio es una maldita mentira. A ella no la deseo como a ti. – se pegó a mi espalda y me hablo en el oído.- quiero esto mil veces más.

- Y cuál es tu solución?- me gire para verlo a los ojos.

- Ya lo verás. – sonrió de medio lado y fue por otro Whisky.- mañana Diego te esperará a una cuadra de la oficina a las 06:00 pm. Se puntual.

- Diego? Tu guardaespaldas?

- Si, ese mismo. Luego te llevará conmigo y discutiremos todo esto mejor.- tomo su americana y bebió un último trago.- por ahora debo irme, tengo cosas que hacer. Gracias por la velada, muñeca.

Y sin más salió de ahí dejándome mareada aun con toda la información que había recibido en solo dos minutos. Tome aire y camine hacia la salida. Decidí tomar cualquier taxi que se detuviera, sin importar que me raptara. Esa noche... fue la mejor de su vida en cuanto a sexo se refiere. Ella tampoco quería parar, deseaba más, pero era un hombre CASADO y sería padre. Esto era absurdo. Debía parar.

Al llegar a casa note que nadie había llegado antes que yo, así que Cris no estaría ahí. Mejor, así no veía su cara de recién follada y no la molestaría con mil y una preguntas. Tome una ducha muy fría y me enrolle en la cama, no tenía hambre, pero estaba totalmente exhausta con el encuentro de Adler...

A parte de ser un excelente hombre en la cama, Adler era un excelente hombre de negocios, a sus 30 años manejaba totalmente REBER INC, dándole la oportunidad a su padre de jubilarse y tomar un respiro luego de tantos años de trabajo. Admiraba su manera de dirigir una empresa tan grande y no haber cometido ningún error...

Antes de dormir decidí que si iría al encuentro con él, pero lo haría para aclarar que debía terminar y dejarlo pasar... pero quizás primero un buen polvo (que cerda soy) pero me encantaba estar con ese hombre. Había tenido varios antes, pero ninguno me hacía sentir de esa manera, ninguno. Pero de mañana no pasaría esta aventura, no era correcto, podría hasta perder su empleo por un arrebato.


Esa mañana en la oficina todo estuvo relativamente tranquilo, revise algunos documentos, corregí otros, envié los firmados a los inversionistas, etc. Me había vestido con un vestido color ciruela de gamuza, falda hasta las rodillas tipo campana y ajustado en la parte de arriba, mis botas negras altas y el cabello suelto totalmente liso. Sí, vestida para matar.

Cuando mire el reloj ya eran las 06:00 pm, rayos, llegaría tarde. Tomo su bolso, pinto sus labios y salió volando a donde la esperaría Diego, si no es que se había ido ya...

Al llegar a la cuadra vio la camioneta negra y Diego esperando afuera.

- Hola, Diego... - lo salude con cierta vergüenza

- Hola, Señorita Meller.- me abrió la puerta de atrás de la camioneta, sí, esa camioneta.- el Señor ya nos está esperando.

- Gracias, Diego.- subí al auto y mil recuerdo estallaron en mí.

Diego manejo alrededor de veinte minutos cuando me notifico que habíamos llegado. Era un hotel... si, lógicamente. Pero se veía sumamente de lujo. Diego me indico que entraríamos por el sótano e iríamos directamente al piso donde se encontraba Adler. Piso 24. Habitación 24-C. eso decía la nota que me entrego Diego junto con una llave.

Camine por el pasillo buscando la habitación, al encontrarla dude un segundo sobre si debería entrar o no... a la mierda, entraría.

Y no me importaba nada, tendría mi última noche con Adler Reber.


MellerWhere stories live. Discover now