¡Sí! La época favorita del año. Navidad. La amo. Amo la nieve, amo el frío y las decoraciones hermosas y brillantes.
Me recuesto en la cama del hotel suspirando de cansancio por caminar todo el día al rededor de las calles de Nueva York. La pantalla de mi celular se ilumina anunciando que mi madre está llamando. Pongo los ojos en blanco y me estiro tomando la llamada.
-¿Qué pasa mamá? -mi voz es plana y neutral sin mostrar ninguna emoción.
-Cariño, esperaba que estuviese aquí para víspera de navidad. -su voz es toda empalagosa y alegre que me hace poner los ojos en blanco con más fuerza.
No sé que la hizo creer eso.
Desde que cumplí dieciocho años paso las navidades en cada estado que aún no conozca lejos de la familia.
-No, madre. Me quedare aquí hasta que tenga que volver al trabajo.
Suspira exageradamente y por más que lo detesto me hace sonreír.
-¿Qué hay de tu padre y tus hermanos?
-Nos dimos los obsequios antes de tomar mi vuelo.
La escucho meditar y me recuerda cuándo tenia que darme algo de su amado dinero.
-¿Y esa mujer? -habla con desdén y la puedo imaginar mirando a sus uñas arregladas que yo pago cada mes.
-Ella no estaba. -puedo jurar que cada año es la misma conversación. -Nos encontramos en mi apartamento. -Se queda callada. -Compre algunas cosas para ti.
Sé que eso es lo que esperaba.
-No debiste haberlo hecho.¡Claro! Como si fuera a creerle. Jamas me lo perdonaría. Aun cuando pago sus facturas, su despensa y sus justos caprichos no es suficiente. Nunca lo es. Incluso años atrás con su vodka.
-Te dejare saber cuando vuelva.
Quiero terminar la llamada lo antes posible.
-Claro, mi amor. Te preparare tu comida favorita.
-Hasta luego, madre.
Cuelgo el teléfono sin esperar una respuesta. Esa mujer es difícil.
Trato de no pensar en lo mucho que me desquicia. Son las nueve de la mañana. Necesito un café para comenzar mi día. Salgo de la tibia y deliciosa cama deslizando rápidamente en mi ropa de invierno para salir a buscar un café.
Al fin satisfecha con el humeante café entre mis manos camino mirando mi teléfono a donde dirigirme para llegar a la estatua de la libertad cuando mi café es derramado en mis pies y mi pecho esta pegado a otro completamente duro.
Levanto la mirada para encontrarme con un por de ojos negro profundo. Su propio café se ha derramado sobre su chaqueta negra y me mira sin expresión alguna.
-Lo lamento tanto. -frunce las pobladas cejas.
-Mira por donde vas.
Se va sin siquiera mirarme de vuelta. Que idiota. Lo veo reunirse con dos chicos de su edad y una exótica mujer con rastas y mechones rosas y azules. Él les dice algo y todos me miran. Me sonrojo encogiéndome y me deslizo de vuelta al café para tratar de recuperar mi día.
Después de un increíble paseo hasta la estatua de la libertad me formo en un bonito restaurante para comer. Mientras espero mi turno contesto mensajes sobre mis horarios de tutorías y agendo citas.
-¡Ey! ¡Tú!
Cuando levanto la mirada no lo puedo creer. La chica exótica que estaba con el idiota que choque salta y me saluda. Puedo ver que esta sola. Me apunto el pecho y ella vuelve a gritar.
ESTÁS LEYENDO
Piel Con Piel
ChickLitMirar a mi pasado es doloroso. Pero ahora soy una adulta con una vida arreglada y sobre todo bien planeada. Claro, hasta que llega él. Tirando golpes, gritando órdenes y volviendome loca. En todos los sentidos. Y sí, él me quiere y yo lo quiero, p...