1-RETORNO-

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Eran las primeras décadas de la edad media, y el invierno en Escocia estaba a unos días de llegar al pequeño y olvidado pueblo de Estoklen.
A unos cuantos kilometros al este, el batallón de Keziel yacía en un campamento semioculto, casi a la orilla de un bosque de gran extensión. Congelados por la fría noche, el capitán del batallón planeaba cómo terminar con esa pelea, la cual llevaba días en proceso. El bando enemigo tenía una enorme ventaja sobre la cruzada, pues se enfrentaban 22 hombres contra 12, y 3 de ellos se encontraban heridos, por tanto, si esa misma noche el enemigo decidía atacar ellos estaban acabados, y posiblemente su muerte sería lenta y dolorosa, si es que tenían la piedad de matarlos esa misma noche.
Después de una larga hora, el capitán dió un aviso al pequeño grupo de hombres, todos reunidos alrededor de una fogata.

-El plan esta hecho -Dijo el capitán-. la única estrategia para ganar esta batalla es pasando al terreno enemigo, dedujimos que si logramos matar a su líder esta noche posiblemente ganemos, pues puede que los hombres se retiren y nos dejen ganar, o por el contrario, desatarán toda su furia contra nosotros, y en efecto, ninguno de nosotros volverá a ver la luz del día. A fin de cuentas, no tenemos mucha esperanza de sobrevivir, las ventiscas llegarán en cuestión de días y nuestro alimento no es suficiente para abastecernos durante más de cuatro días, sé que la mayoría de ustedes tienen familia y quieren volver con ellos, pero esta es la única esperanza que tenemos.

-Todos en el pequeño grupo de guerreros se miraron unos a los otros esperando que alguien tuviera el valor suficiente para aceptar la misión suicida.

Pasaron varios minutos, y el único sonido que se captaba era el de la leña siendo consumida poco a poco.

Keziel era un hombre de complexión un poco ancha, medía cerca de 1.85, pero era conocido en el batallón por ser hábil con la espada y el cuchillo, era sigiloso y rápido, era un guerrero que, si no tuviera nada que perder, daría todo en la batalla. Pero era esposo y probablemente padre, amaba a su esposa y pronto daría a luz a su primer hijo, por lo que, evidentemente, Keziel tenía ahora algo qué perder.

Por un lado, su familia lo detenía a llevar a cabo tal acto de valentìa, pero por el otro, si lograra triunfar ganaría el respeto del capitàn, de sus compañeros, y en la mejor de las situaciones, una felicitación directa del rey.

Era algo demasiado arriesgado, pero la codicia y el poder le llamaban, y eran más fuertes que el miedo, así que se puso de pie y pronunció las dos palabras más difíles que jamas había dicho:

-Yo iré.

Partió hacia el oscuro bosque con un hueco en el estómago, y no sabía si los fuertes temblores corporales eran debido al frío o al miedo. Mientras la escasa luz de la luna se colaba entre los árboles secos y altos, Keziel no para de pensar en las palabras que le había dicho el capitán:

-Asegúrate de que esté muerto y sal de ahí tan rápido como puedas, pues tu vida depende de ello.

Conforme caminaba por el bosque, Keziel tropezaba una y otra vez con las grandes raízes de los árboles, y a medida que se acercaba al campamento, la valentía y el coraje eran sustituídos por un sudor helado y unas ganas de vomitar casi imposibles de contener, el miedo lo invadía a tal velocidad que comenzaba a pensar en su familia y en qué haría su esposa cuando supiera que estaba muerto. Al cabo de unos minutos, una luz naranja comenzó a visualizarse entre la oscuridad, y el sonido característico del fuego le hizo entender a Keziel que había llegado a su destino, ahora venía la parte más difícil.

Entró en el campamento con sigilo y cuidó cada una de sus pisadas, merodeó por el lugar buscando la tienda del capitán, y al cabo de unos metros, pudo ver una tienda grande con paredes de cuero y un hombre alto y fuerte justo frente a la puerta.
Se acercó desde la parte de atrás, sin perder de vista al gran hombre y cuando se encontraba a la distancia necesaria, sacó el cuchillo de su padre y saltó sobre él.
El guardia luchó por su vida, intentando gritar y forcejeando, asi que Keziel clavó su cuchillo en la garganta del hombre e hizo un corte largo de oreja a oreja, y tan rápido como terminó el hombre cayó de lleno al piso.

KEZIELDonde viven las historias. Descúbrelo ahora