4. ALIAH

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-Toma! Toma!

Gritó la voz de un niño, despertando bruscamente a Keziel.
Abrió bien los ojos y miró a su alrededor. Se encontraba acostado en una cama desconocida, y una manta de piel lo cubría casi por completo, a su izquierda, un niño de unos diez años blandia la espada de Keziel de un lado a otro, moviéndola con dificultad mientras gritaba toda clase de incoherencias, claramente estaba jugando, pero jugaba a ser un soldado.
Cuando Keziel intentó ponerse de pie sintió un dolor inmenso en la pierna, y retiró la manta para ver qué era.
Su pierna estaba envuelta en arapos con manchas de sangre, y la cama parecía tener manchas rojas, Keziel acercó su mano para ver la herida, pero una mujer entró en la habitación y rápidamente detuvo su mano.

-¡Espera! - Gritó. - Lo empeorarás.

La mujer sostuvo fuertemente el brazo de Keziel y lo obligó a acostarse nuevamente. Sorprendentemente, Keziel no pudo resistirse, ya que no pudo aplicar fuerza.

-¡Duncan! ¿Qué haces aquí? - Le dijo al niño, el cual dejó la espada en el piso. -¡Anda, vete, sabes que no puedes estar aquí!

El niño salió corriendo y cerró la puerta fuertemente tras de sí.

-Lo siento, ese niño se vuelve cada vez más insoportable. Espero que no te moleste más.

-Mi...mi caba... - Dijo Keziel casi susurrando. No pudo articular bien una sola palabra, como si no hubiera hablado en días.

-Oh no, quedate quieto, esa pierna no sanará si te sigues moviendo así.
Dijo finalmente la mujer.
-Acuestate aquí, yo volveré enseguida y te traeré algo para que comas, asi te sentirás mejor.

La mujer salió de la habitación y dejó solo a Keziel. El aire era bastante frío, por lo que se cubrió hasta el cuello con la manta, comenzó a pensar que posiblemente el invierno había llegado, lo cual significaría que ahora era más difícil llegar con el rey.

-"El rey". -Pensó, e intentó moverse nuevamente.

De pronto, la mujer entró con un tazón en las manos, y Keziel volvió a recostarse.

-Toma. -Dijo mientras le acercaba la comida a la cara. -Yo te ayudaré esta vez.

Comenzó a darle de beber lo que se encontraba en el tazón, y una vez que lo probó, Keziel notó que estaba hambriento.

-¿Cómo te llamas? -Preguntó finalmente la mujer.

-Ke...Keziel.

-¿Y esa herida? ¿Como te la hicieron? - Añadió apuntando a la pierna.

- No es asunto tuyo.

-¿Que no es?... ¡¿Te salvo la vida y curo tu herida, y lo único que dices es "No es asunto tuyo"?!

-¿Puedo seguir bebiendo? ¿O cambiaste de opinión? - Preguntó Keziel un tanto molesto.
-¿Cual es tu nombre?

-¿Qué?

-¿Cual -es- tu nombre?

La mujer lo miró fijamente y guardó silencio por unos segundos.

-Aliah.

-Bien Aliah, dime, ¿Acaso yo te pedí que me metieras aquí?

-No.

-¿Entonces con qué derecho tocas mis cosas, me traes a una habitación que no conozco, y en un lugar en el que no tengo ni idea de donde me encuentro?

Dijo bruscamente, mientras se apoyaba en su brazo izquierdo.

-Necesito salir de aquí, ahora mismo.

Seguido de ello, Keziel se sentó en la cama rápidamente y reunió todas sus fuerzas para ponerse de pie, mientras el dolor invadia su pierna herida, lo que hizo que se tambaleara.

-¡No! Tu pierna...

-A un lado, me voy de este lugar.

Al dar el primer paso, Keziel cayó bruscamente al suelo, pues sus piernas no tenían la fuerza suficiente para soportar su peso.

-¡Duncan! -Gritó Aliah al mismo tiempo que se acercaba a Keziel, tomándolo de los brazos.

-¿Mamá? ¿Qué esta pasando? -Dijo el niño.

-Rápido, ayudame a subirlo a la cama.

Sosteniendolo fuertemente, ambos levantaron a Keziel y lo pusieron de nuevo en la cama.
Al dejarlo caer Keziel sintió una punsada en la pierna, y se retorció debido al dolor.

-Oh no, esto esta muy mal. -Dijó Aliah, y miró a Keziel a los ojos.
-Tu pierna, esta sangrando. Duncan, rápido, trae el equipo para coser.

El dolor era tanto que Keziel comenzó a desmayarse, y solo pudo ver el techo de madera de la habitación justo antes de cerrar los ojos.

[...]

Nuevamente despertó en la misma habitación, pero esta vez Aliah se encontraba junto a él.
Estaba sentada a su lado izquierdo, y dormia en una silla de madera, con la cabeza apoyada en la pared.
Keziel intentó levantarse, pero recordó lo último que había pasado, asi que decidió quedarse como estaba.
De pronto, Aliah abrió los ojos rápidamente mientras tomaba aire.

-Esta helando. -Dijo mientras se frotaba los ojos.

-¿El invierno ya comenzó? Preguntó Keziel.

-Si, hace unos días. Estuviste dormido casi dos semanas.

-¿Y mi caballo? ¿Esta allá afuera en el frío?
Añadió Keziel preocupado.

-No. - Respondió Aliah con la cabeza abajo. -Tu caballo salió corriendo tan pronto caíste al suelo. Hace unos días lo encontré congelado.

Keziel se quedó sin palabras, el último recuerdo de su pueblo había muerto, ahora él era el último sobreviviente de Stoklen.
Despues de unos segundos de silencio, Keziel decidió cambiar de tema y dijo.
-¿El pequeño es tu hijo?

-¿Te refieres a Duncan? Si, es mi hijo, tiene apenas diez años.

-¿Y que hay de su padre? -Preguntó Keziel rápidamente.

-El...se...fue -Dijo Aliah con la voz entrecortada.

De pronto se puso de pie, tomó el plato de Keziel y saliò de la habitación dejando a Keziel confundido.

[...]

Habían transcurrido cuatro días desde que Keziel habìa despertado. La barba comenzaba a picarle y el dolor disminuia lentamente. Durante todo ese tiempo no trató de ponerse de pié, pues no quería volver a la misma condición de antes.
La rutina de Aliah era siempre la misma, se levantaba, alimentaba a Duncan y luego a Keziel, lo revisaba y curaba sus heridas, despues salía de la habitación y al cabo de unas horas volvía a la habitación para saber cómo estaba Keziel, despues de eso comían una vez más y luego el día se terminaba.
Y en cuanto a Duncan, el niño se paseaba por el cuarto de vez en cuando, jugando y saltando de un lado a otro. En una ocasión Keziel lo sorprendió mirando fijamente su espada, como si pueda escucharla y entenderla.

El invierno transcurria día tras día y la espera era cada vez más eterna, ya que Keziel no podía seguir con su camino. Sentía una mezcla extraña de rabia y gratitud por Aliah, pues aunque sabía que era por su bien, quedarse en una cama acostado era una tortura, quería salir y sentir el aire en su cara, y sobre todo quería venganza.

Finalmente, después de dos semanas, Aliah lo ayudó a ponerse de pie y lo ayudó a caminar por algunas partes de la casa, fue así que comenzó a conocerla un poco más.

Su casa era bastante sencilla, con pisos de madera y paredes de ladrillos apilados, el aire se colaba por algunas partes de la casa, por lo que la nieve y el frío eran intensos algunas veces.

Y así se repetían sus días, caminar, descansar, comer, dormir, una y otra y otra vez.

Conforme más tiempo pasaba, más ira sentía, y conforme más estaba con Aliah y su hijo, más se olvidaba de su hogar, de su esposa y de su pequeño.

Duncan.

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⏰ Última actualización: Sep 11, 2018 ⏰

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