Capitulo tres.
¿Por qué carajos acepté venir? Creo que voy a morir. Cuando creo que todos me miran me da una terrible ansiedad, en realidad todo me da ansiedad. Se suma el miedo de encontrarme a alguien de la escuela, esto fue una mala idea, solo quiero irme.
- ¿Qué vas a comer? – pregunta Matthew y deja la carta sobre la mesa.
- ¿Un sándwich?
- ¿De...? – Me sonrojo, soy una tonta.
- Jamón.
- Está bien. – Matthew llama al mesero.
- ¿Qué van a pedir? – Pregunta el mesero con su libreta en mano.
- Una hamburguesa con tocino y un sandwich de jamón.
- Bien. – Dice y se va.
- ¿Has estudiado artes?
- Sí. – Respondo, muy incómoda. Al menos no soné seca.
- ¿Mucho tiempo?
- Sólo ocho años.
- ¿Sólo ocho años? – Pregunta sorprendido. – ¿Qué edad tienes?
- Diecisiete.
- ¿En serio crees qué ocho años son poco?
- Haré otro seis.
- Debes de hacer muchas cosas.
- Algo así.
- Noto que hablas poco.
- Sí… Estoy acostumbrada a escuchar.
- ¿Entonces hablo de mí?
- La conversación sería más interesante.
- Bien, me llamo Matthew Wakefield y me pregunto porque no te sorprende mi acento británico. Vuelve loca a todas y de paso las confunde.
- Mi papá y mi hermano son británicos.
- Bueno, mala suerte para mí. Está bien, continúo, tengo 17 años ¿cuántos años tienes tú?
- Lo mismo. – respondo con una mueca ya que se lo había dicho hace un rato antes.
- Genial. Amo los dulces ¿te gustan los dulces?
- No mucho. – Levanta ambas cejas.
- ¿Cuál es tu película favorita?
- No se me ocurre una.
- Creí que dirías Titanic, pero está bien. La mía es Madagascar.
- Interesante.
- Tengo obsesión por las cosas infantiles, es una rara obsesión. ¿Tú tienes obsesión por algo?
- Colores, botas impermeables y botones.
- ¿Botones?
- Sí.
- ¿Botones y botas impermeables? – Asiento. – ¿Botones, colores y botas impermeables? – Asiento de nuevo, pero insegura, por miedo a que se a que se burle de mí. Ríe y siento como el dolor me recorre por dentro. – Eso es demasiado tierno. – Estoy confundida. ¿Eso es algún sarcasmo moderado o algo así?
- ¿Tierno? – pregunto. – No entiendo.
- ¿Qué no entiendes?
- Nada.
- ¿No entiendes nada? – niego. En realidad no entiendo que quiere decir. – Creo que eres tierna.
- ¿Qué?
