idk

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Ann

La historia de Kath era muy simple: Le dio una enfermedad rara, le dieron medicamentos que tenían algunos efectos secundarios, milagrosamente los medicamentos hicieron efecto y su enfermedad no volvió a aparecer y fue feliz durante un tiempo. Resulta que el jodido efecto secundario era un trastorno de personalidad que la enloqueció totalmente. Intentó ahogar a su novio, y en un segundo de sanidad se dio cuenta de lo que estaba haciendo así que se vino corriendo como una nena para acá. Lleva como dos años en este lugar y resulta que tiene 19, aunque parece como de 15. Que inspiradora.

-No sé qué decir- Respondí.

-No digas nada, sólo quiero que me digas que cojones haces acá- Respondió Kath. Ella había sido sincera conmigo, así que supongo que es mi turno.

-Hice algo terrible.

-Créeme, todos aquí hicimos algo terrible- Respondió intentando darme calma.

-Maté a mis padres- Dije en un susurro.

-¡¿QUÉ CLASE DE JODIDO DEMONIO ERES?!- Gritó, todos miraron hacia nosotras. Me levanté de mi silla dispuesta a irme, pero me tomó el brazo. Intente zafarme de su agarre. Estaba molesta. No. Furiosa- Relájate ¿sí? Es una broma- Dijo y se puso a reír. Le arrojé un pedazo de pan lo que la hizo reír más. Me uní a sus risas. Vale, me la hizo- Ahora me puedes decir ¿Cómo se supone que mataste a tus padres? Con detalles sangrientos y todo-.

-¿Cómo puedes tomarte una cosa así  a la ligera?

-Créeme que a mi novio no fue ni al primero ni al último que intenté asesinar- Respondió con algo de nostalgia.

-Lo siento

-Sí, pero en fin, dime cómo fue que sucedió

-No lo recuerdo muy bien. Recuerdo que salí a bailar con un amigo, llegué a casa bastante drogada. Mi madre lo notó y salió a verme pero como todas las madres del mundo aprovechó de retarme por llegar a esa hora y en esas condiciones. Me enfadé mucho y empezamos a discutir. Como buena alcohólica me encerré en mi habitación y ahogué mis penas en alcohol, luego me quedé dormida, cuando desperté mis padres habían muerto y la policía estaba ahí. Hicieron las investigaciones y hallaron a un culpable. Yo. Mis huellas estaban en todas partes, sobre todo en la maldita pistola. Intentaron encarcelarme, pero mi abogado intentó defenderme diciendo que tengo problemas mentales y esas cosas, así que me metieron acá. Y unas aclaraciones: No soy alcohólica, esa noche realmente estaba muy drogada. Y no tengo problemas mentales, alteraron mis exámenes para hacerme parecer una loca desquiciada, aunque creo que realmente estoy enloqueciendo. Supongo que también es un efecto secundario.

-Por supuesto que lo es- Dijo Kath. Tomó su soda y la levantó- Salud por las locas desquiciadas con tendencias homicidas.

-Salud por las locas desquiciadas con tendencias homicidas- Choqué mi soda contra la suya.

-Sabes, después de estas confesiones, deberíamos hacer un pijama party, pintarnos las uñas, arreglarnos el cabello y hacernos pulseras de amistad eterna- Dijo e hizo un gesto con su cabello. Solté una carcajada, negué con la cabeza y seguí comiendo. Esta chica sería buena compañía.

Seguimos comiendo y hablando, de repente bromeábamos y otras veces nos poníamos más serias. Me explicó cómo funcionaban algunas cosas. Me dijo que las luces no tenían interruptor porque a las 12 todos tienen que estar durmiendo. Las celdas eran para los pacientes peligrosos y que la primera vez te hacían pasar por ahí a oscuras para meterte miedo, pero por lo general nadie transitaba por ahí ni tampoco era necesario hacerlo para llegar a algún lugar. Me dijo que nosotras estábamos en el área “Trastornos de la salud mental post-trauma” que se supone que es gente que ha vivido experiencias demasiado traumáticas que te hacen enloquecer. Dijo que cerraban las puertas por que las tazas de suicidio en esta área eran altas, pero las tenían abiertas todo el día, excepto a pacientes agresivos. Me explicó que a mí me las cerraron  porque las primeras semanas son estresantes, me iban a hacer muchos estudios y me harían recordar y podía perder el control, además la mayoría se suicida o intenta matar a todos las primeras semanas. Me dijo también que habían distintos castigos: el más simple es que te quitan algunos beneficios como salir a recrearte, comer en el casino, o cosas así. Después si no progresabas te encerraban y te llevaban la comida hasta allá. Si seguía te encerraban en la “fosa” que es como un cuarto oscuro donde generalmente la gente deliraba y tenía episodios psicóticos. Y si tu locura sobrepasaba los límites de la humanidad, te metían a las celdas, que significaba que ya no había vuelta atrás y la locura se había adherido a ti como goma de mascar al cabello. Suena emocionante.

Terminamos de comer, cogimos las bandejas y las colocamos en la pila y luego nos dispusimos a ir al patio. Me costaba mucho caminar por las cadenas.

-¿Cuándo me sacarán estas malditas cadenas?- Bufé molesta.

-Cuando te evalúen, luego de eso te las sacarán. Hablando de eso, ya deberían haberte venido a buscar- Dijo mirando a todas partes.

-¿Qué es lo peor que puede pasar en la evaluación?- Pregunté, la verdad estaba muy nerviosa.

-No pasa nada, te hacen un par de preguntas. No te hacen hablar de eso, aún. Lo harán pronto, primero se asegurarán de que estés bajo control y te integres bien, luego viene lo difícil.

-Kath- Susurré

-¿Sí?

-Tengo miedo- Susurré- Quiero decir, mi abogado dice que hay una mínima posibilidad de que yo no lo haya hecho, dado que no recuerdo nada, pero ¿Y si realmente lo hice? ¿Y si asesiné a mis padres? Quizás que otras cosas más hice en ese estado. Me encontraron a unas cuadras de mi casa, cerca de ahí mataron a unos pequeños ¿Y si yo los maté?

-Tranquila, todos acá estamos cagados de miedo. Nos hacemos los machotes, como si nada nos afectara, pero nos desgarramos la garganta gritando en las noches por los malditos recuerdos, o en tu caso, por no saber que mierda hicimos. Sentir miedo nos hace sentir que seguimos vivos, que aún queda algo de nosotros, aunque eso nos atormente el resto de nuestras vidas. Créeme, que después sentir miedo será un alivio. El miedo será tu aliado, sólo tienes que aprender a manejarlo a tu favor.

-¿Cómo hago eso?

-Las personas de las celdas también tienen miedo, pero de ellas mismas. La locura se ha tomado su cuerpo y sienten miedo, el miedo los controla a ellos. A ti no, tú lo manejas la mayoría del tiempo, por eso estás en esta área. Tienes que sentir miedo, pero tienes que tener los cojones para decirle “oye, alto ahí”, o si no el sólo arrasará contigo, abriéndole paso a la locura.

-Sólo espero ser capaz de hacerlo- Suspiré. No sé si sea capaz de hacerlo, pero tengo que hacerlo. Por mis padres.     

Nos sentamos en las bancas y hablamos un poco más. Hablamos de como éramos antes de todo esto, las cosas que hacíamos, nuestros gustos y algunas anécdotas. La verdad es que Kath es una chica muy divertida, no sé cómo lo hace. Me dediqué a observarla bien, sus ojos eran muy negros y su cabello era toralmente negro, tenía algunos aros en la oreja, era más baja que yo, su nariz era respingada y sus pómulos definidos, siempre llevaba su pelo atado a una coleta desordenada, tenía unos cortes en su ceja izquierda y las venas de la mano se le notaban demasiado, usaba unos pantalones de buzo y una polera negra simple. En realidad era bastante bonita, le causaba un poco de envidia.

-¿Ann Valois?- Un chico se acercaba corriendo hacia nosotras –Ha llegado tu turno, vamos. 

deepnessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora