boy

9 1 0
                                    

La sala a la que entré era de un blanco cegador. El techo estaba lleno de luces blancas, el piso y las paredes también eran blancas, al medio había una camilla de dentista, y un vaso con un líquido azul. Tras un vidrio habían cinco personas, tres hombres y dos mujeres, que tenían entre 25 a 45 años, todos con batas blancas. Una mujer de más o menos 30 años salió por la puerta que estaba al lado de la ventana.

-Ann Valois- Dijo en un tono inexpresivo- Mi nombre es Dea, estaré a cargo de tus exámenes, cualquier duda me la dices a mí, también si tienes alguna molestia de cualquier tipo. Ahora te vas a sentar en la camilla, y te vas a poner esta pulsera- Dijo apuntándola- Esto controla tu ritmo cardiaco y esas cosas. Necesito que te relajes ¿sí? Cuando te lo indiquemos te beberás esto- Apuntó al vaso con la cosa azul- Ni antes ni después. Suerte.

Me quedé parada unos segundos, mientras la veía entrar por la misma puerta por la que salió antes. Llegó a la sala que estaba detrás de la ventana y me echó una mirada rápida. Hice lo que ella me dijo,  me senté en la camilla y ajusté la pulsera a mi muñeca. Intenté despejar mi mente, pero millones de recuerdos llegaban a mí. Tenía miedo.

-Ann, relájate, no pienses, si lo haces será peor- Dijo una voz por los parlantes. Miré a la ventana y vi a las personas mirándome, examinándome. Intenté hacerle caso, pero los recuerdos seguían ahí. Intenté recordar cosas que hacía para relajarme. Me acordé cuando salía con Beth a arreglarnos el cabello y hablábamos hasta las tres de la mañana comentando sobre el chico lindo de la sala 39. Cuando me daba esos baños relajantes y esos cafés matutinos.  Cuando conocí a Charlie y bromeábamos sobre la profesora de química. Cuando salíamos al karaoke y nuestros amigos nos grababan cantando y se burlaban de nosotros. Extrañamente pensar en todo eso me relajó, aunque pensé que me deprimiría mucho más- Bien, sigue así. Ahora bébete el líquido azul- Y así lo hice. Mis parpados no tardaron en cerrarse y caí por completo a la negrura. 

Desperté en la habitación en la que estaba antes de entrar a hacerme los exámenes. Intenté pararme pero me di cuenta de inmediato que fue un error, volví a acostarme y agarré mi cabeza entre mis manos. Me dolía todo. Tenía los brazos con moretones y mis muñecas estaban moradas, mi cabello estaba mojado y tenía un sabor a menta en mi boca. Esperé a que alguien viniera a buscarme, pero nadie lo hiso. Supuse que me tendría que ir sola. Me intenté parar, esta vez más despacio, me mareé al principio pero era soportable. Caminé lentamente al armario y me saqué la bata, me puse la ropa interior que había ahí y el buzo, luego una polera blanca, dudé si ponerme el chaleco o el polerón, pero finalmente me decidí por el chaleco. Al terminar la puerta se abrió y entró el chico de la otra vez, era como si hubiera estado esperando que me vistiera. Mis rodillas se debilitaban  sentí una puntada en mi cabeza, me aferré al armario y caí al suelo de rodillas. El chico no tardó en levantarme y ponerme en la camilla

-Hey, hey ¿Estás bien?- Me agarró de los cachetes y me obligó a verlo. Pero que pregunta más estúpida.

-De maravilla- Respondí sarcásticamente y le dediqué una sonrisa cínica.

-Sí, quedas muy débil después de los exámenes- Dijo pensativo.

-¿Se puede saber qué es exactamente lo que me hacen?- Dije molesta.

-Si te digo, tendría que matarte- susurró y me miró a los ojos. Okeeeeeeeeeey, este chico empezaba a dar miedo. Acercó una mano a mí y mi primer instinto fue darle un manotazo. Sonrió- Tranquila, la verdad es que no sé lo que te hacen, yo solo me encargo de traerlos hasta acá. Cuando me hicieron los exámenes quedé peor que tú, recuerdo que desperté meado- No pude evitar soltar una carcajada, luego la verdad me cayó como un balde de agua fría.

-Espera ¿A ti también te hicieron los exámenes?

-Obvio que sí.

-Eso quiere decir que eres paciente, no trabajas acá ¿Cierto?

-¿Yo? Obvio que no trabajo acá- Dijo como si fuera lo más obvio del mundo- Lamento decirte que estoy igual de jodido que todos ustedes.

-¿En qué área estás?

-Trastornos de la salud mental post-trauma. Somos vecinos ¿cierto?- Dijo y levantó una ceja. ¿Tan obvio era que soy de esa área?

-¿Cómo sabes que esa es mi área?

-Por tu aspecto. Te has lastimado, tienes rasguños en todas partes, además tu voz es muy ronca, como la de todos los de esa área. ¿En qué habitación estás?

-72 ¿y tú?

-69- Dijo en un tono pervertido y subió las cejas repetidas veces.

Abrí la boca para decir algo, pero preferí no hacerlo.

-Sabes, cuando quieras puedes pasearte por mi habitación- Dijo coquetamente.

-Claro que sí, campeón- El sólo se rio y negó con la cabeza.

-Como sea ¿Estás mejor?- Tomó mi mano y se acercó más a mí.

-Sí, ya no me siento tan mareada- Mentí, lo único que quería era vomitarle la sopa encima- ¿Ahora qué?

-Tengo que llevarte a tu habitación. Una enfermera irá a verte cada hora para ver si todo está bien, si te sientes mal debes decirle. Ahora vámonos de aquí- Tomó mi mano y la jaló suavemente.

-Ems, ¿podrías ayudarme a bajar?

 -Oh, sí, por supuesto- Pasó una mano bajo mis piernas y me levantó como si estuviéramos recién casados. Avanzó hasta la puerta, salimos de la habitación y aún me cargaba, avanzamos unos metros por el pasillo y no me soltaba.

-Oye, bájame- Dije bajito.

-Ah, lo siento- Me bajó suavemente- Luego de ir a dejarte a tu pieza voy a llevarte tu ropa- Asentí- Lo siento, pero voy a tener que encerrarte, permanecerás ahí por lo menos dos días, además vas a almorzar ahí. Tómalo como un descanso. Voy a poner una especie de interruptor al lado de tu cama, si te sientes mal solo presiona el botón y alguien irá a verte.

-¿No irás tú?- Me miró con sorpresa y luego rio.

-No, yo no trabajo acá. Aunque siempre puedes hacer una petición para que sea tu enfermero personal, cosa que no estaría nada mal- Preferí ignorar eso último.

-¿Entones porque me traes hasta acá?

-Llevo más tiempo que cualquiera acá. Conozco todos los procedimientos, pero aún estoy jodido. Hasta estuve en las celdas. Cumplo algunas funciones y ellos me dan algunos beneficios.

-¿Estuviste en las celdas? ¿Por qué?- Ahora estaba aterrada.

-Estaba muy mal una noche por lo que me dejaron encerrado en la fosa, una enfermera fue a ver si estaba bien e intenté apuñalarla con un cuchillo mantequillero- No pude evitar reírme ¿un cuchillo mantequillero? Dios- Fue algo  realmente estúpido, pero la enfermera estaba furiosa así que me llevó a las celdas. Obviamente empecé a empeorar, así que me quedé ahí algunos meses. Hice grandes amigos, no son tan aterradores, solo están asustados.

-¿De qué?

-De ellos mismos- Y con eso se dio por terminada la conversación. 

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jun 23, 2014 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

deepnessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora