Prólogo.

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«Veía a mi padre celebrar con mis tíos mientras en el televisor se oía un Gol De Messi. Desde la sala se podía oler la famosa lasagna de mamá, se escucha el grito de mi abuela la cena esta lista. Nos sentamos toda la familia en el comedor, cenamos entre chistes, historias y anécdotas». Una ilusión, una maldita ilusión.

Caí al suelo con una fuerza increíble. Él se acercaba a mi, sentía sus pesadas pisadas chocar contar el suelo viejo de madera.

Respirando aceleradamente, moví un poco la cabeza para ver cómo él lanzaba contra mi estómago la botella de vidrio vacía de cerveza. El impacto causó en mi que me estremeciera, pero estaba contenta en un grado mínimo saber que los vidrios afilados no habían perforado mi piel, todo gracias a la chaqueta que traía puesta para calentarme del clima frío de invierno.

El gruñó al ver que no me había sucedido nada con la botella. Vi sus ojos, estaba ebrio.

Me pateó cruelmente las costillas, quitándome el aliento y haciéndome aullar por el dolor del impacto de su bota. Él rió, mientras caminaba hacia una silla. Se sentó y me miro.

—Eres tan estúpida, supongo que eso te enseñará a lavar los platos antes de que yo llegue a casa.

Respiraba con dificultad, la sensación de tener a tus pulmones intentando recobrar el oxígeno perdido por el golpe era increíblemente dolorosa. Gimiendo, intenté ponerme de pie, pero de inmediato caí por el dolor de mi pecho.

Fue ahí cuando supe que me había roto otra costilla más. Sacando fuerza mental y física, volví a intentarlo y me levanté, aunque me caí en el intento. Volví a intentar le Pero esta vez me afirmé de la mesa desgastada de madera para evitar caerme. Bajé la vista.

—Lo siento padre.

—Vete, no te quiero ver aquí. Y si no sabes, no te has ganado tu comida esta noche.

Asentí, e ignorando el dolor de mis costillas, camine hasta mi pequeña habitación. Me deje caer en la cama, ahogando mis gritos por el dolor.

Yo debía recibir este tipo de abuso casi todos los días, no podía detenerlo, no tenía la fuerza para hacerlo. El era mi padre y hago todo lo posible para mantenerlo a salvo. Su alcoholismo comenzó con la muerte de mi madre.

Yo para ese entonces tenía 12 años, y no entendía porqué mi madre nos había abandonado de esa forma. Mi madre esa misma tarde había salido a comprar algunas cosas para la casa, un auto no alcanzó a frenar y término arrollándola y quitándole la vida.

Papá cayó en un estado grave de depresión, y empezó a tomar mas de la cuenta cada noche. Mi primer golpe fue a los 12 años, me había tropezado y caído sobre la alfombra y moví la mesa tumbando así la botella de cerveza. Mi papá se había molestado mucho conmigo y me golpeo tan fuerte que me fracturó el brazo.

Me imagino que le gusto la sensación de golpearme porque siguió haciéndolo.

Juntos Por SiempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora