Capitulo 4: Consecuencia

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Narrador

Era Sábado por la noche. Cerca de las tres de la mañana. En la casa de los Mendoza todos dormían plácidamente. Antonio dormía en su cama junto a su hijo, que no había querido dormir en su cuna, sino con su padre. Griselda descansaba en su recamara al igual que Claire, mientras que Ian, se preparaba para otra escapada.

Se terminó de poner las zapatillas y se miró en el espejo revolviendo su pelo rubio para luego ponerse una campera gris con capucha. Tomo su celular para ver si Luna le había mandando un mensaje ya, y efectivamente le había llegado uno hace tres minutos.

Luna: "Estoy en la esquina de tu casa con el auto"

Rápidamente guardó su móvil y tomó sus llaves. Sin hacer ruido salió de su habitación y caminó en puntitas escaleras abajo hasta la puerta de entrada. Abrió haciendo el menor sonido posible y salió de su casa sin problemas.

Camino hasta el portón para saltarlo ya que solía hacer ruido cuando se abría. Una vez en la calle caminó hacia la esquina donde le esperaba Luna, en un auto marrón.

Se subió al asiento de copiloto y se quitó la capucha.

–Veo que llegaste, pensé que no lo harías –dijo Luna.

–Obvio que llegaría, no ha nacido quien pueda controlarme –sonrió con astucia.

–Sabes que tu hermano se molestara mucho si descubre que te escapaste otra vez, ¿no?

–No me importa, ese boliche solo esta los Viernes y Sábados y ya que ayer no pude salir, lo haré hoy.

–Sigo pensando que no deberíamos volver a ese boliche –mencionó haciendo una mueca.

–Ey –la miró recriminando– No necesito que me acompañes. Si quieres vete que yo me voy solo.

–No seas idiota. Ni loca te dejo ir a ese boliche solo.

–Entonces no me critiques –se sacudió el brazo– Es algo que tengo que hacer. Y nadie se puede enterar.

–Si Antonio, o mi hermano, se enteran nos matan. Antonio se preocupa mucho por ti, deberías escucharle más.

Ian chasqueo la lengua– Lo que yo debo hacer ya lo sé, y es ajustar cuentas con esos malditos.

–Es peligroso, Ian –Luna apretó sus manos al volante mirando hacia el frente insegura– Tengo miedo de lo que pueda pasar ahí.

–¡Luna ya te lo dije! –exclamó impaciente– Puedo ir solo no hace falta que vengas conmigo.

–Olvidate que te deje ir solo. ¿Para que? ¿Para morirme de los nervios y la preocupación? Ni lo sueñes.

–Bueno, entonces no me cuestiones más y vámonos –apoyó su brazo por la ventanilla para estar cómodo– Anda.

Luna rodó los ojos y puso el auto en marcha hacia aquel lugar. Algo le decía que no era una buena idea.



Alrededor de diez minutos después ya estaban en su destino. La música se sentía desde dos cuadras atrás. Las luces de colores se podían distinguir en el interior y sobre la puerta resaltaba las luces de neón formando el nombre del boliche: "Ritmo Saavedra"

A los costados de la puerta dos hombres altos y musculosos custodiaban la entrada y sobre la izquierda había una fila de personas que esperaban su turno de ser atendidos en la taquilla dónde pagar por el pase al establecimiento.

Amor Sincero  (Gay)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora