Capitulo 5: Molestia

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Luciano

Mi alarma comenzó a sonar a las ocho de la mañana. Me removí en la cama para apagarlo sin un ápice de sueño, ya que esperaba que sonara la alarma desde hace una hora, cuando ya no pude dormir más.

Desde ayer que no puedo dormir bien, hoy era Lunes, donde tendría que empezar mis dos trabajos, el de la empresa y el otro "trabajo", si se le puede llamar así. Y eso me tenía bastante nervioso.

Me levanté y tras darme un baño caliente salí a la cocina donde prepararía el desayuno para mi y mis abuelos. No podía dejar que mi abuela anduviera ocupándose de cosas que podía hacer yo perfectamente.

Cuando termine de preparar todo en la mesa, mi celular comenzó a sonar. Al verlo, me di cuenta que era mi prima quien me llamaba.

–Hola Julieta –conteste.

–Hola Luci –¿Luci? No me gusta ese apodo– Escuchame, en una hora te paso a buscar asi venis a la universidad.

–No, ahora no, te he dicho que en la tarde. Tengo que trabajar ahora.

–Él los Lunes viene a la universidad por la mañana.

–Pues lo siento, pero tengo que cumplir con mi trabajo. Si no lo dejaremos para mañana –respondí. Si es posible prefería retrasarlo lo más que pueda, si lo podía evitar por hoy, mejor.

–Este es también tu trabajo, y creo que el más importante, ¿no? Digo... es el que tiene mejor paga.

–No voy a faltar el primer día –solté con seguridad– Mejor dejamos esto para mañana.

–¡De eso nada, será hoy! –mencionó y se quedó en silencio como si estuviera pensando algo– Bien, ya lo tengo... haremos esto, ¿a que hora sales?

–Trabajo de nueve a dos de la tarde.

–Bueno, nos encontraremos en la universidad igualmente. Yo salgo a esa hora también, y ya tengo una idea. Tu solo ven apenas salgas –tras eso corto el llamado, por el ruido de la calle se que estaba manejando mientras hablábamos.

–Hola hijo –escuche a mi abuela y apareció a mi lado para dejarme un beso en la cabeza.

–Buen día abuela –le sonreí y le aparté la silla para que se sentará.

–Siempre tan caballero, corazón –comentó mientras se sentaba frente al desayuno listo. Ella estaba bastante mejor, ya no se pasaba el día en la cama, y podía andar por la casa tranquilamente, cosa que llegaba a alegrarme.

–¿Esos son tostadas calentitas las que huelo? –inquirió mi abuelo caminando hacia nosotros con una sonrisa.

–Nuestro nieto es más dulce cada día.

–Ya lo veo.

–Hola abuelo – le salude dejando de lado sus elogios.

–¿Estas por ir a esa empresa? –preguntó mi abuelo mirándome de arriba abajo ya vestido casualmente pero prolijamente, cosa que no suelo hacer.

–Si, desayunare rápido, ya que entró en cuarenta y cinco minutos. Por suerte tengo la bicicleta –conteste con una sonrisa. En bicicleta tardaba unos treinta minutos en llegar.

Mientras tomaba mi café no pude evitar pensar nuevamente en Julieta, ese trabajo con ella y ese chico que debo conocer hoy.

Eso era lo que no me había dejado dormir anoche.




Amor Sincero  (Gay)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora