5. Fantasías, Enfermedades y Alucinaciones

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Me comencé a sentir algo incomoda, sí yo tenía conocimiento de lo que eran las criaturas mitológicas pero Lucy divagaba acerca de un fauno que la invito a comer sardina. Lo mejor era irme y evitar el drama familiar que se avecinaba pero por alguna razón, no pude hacerlo.

— Pero no estoy diciendo mentiras. — Parecía tan convencida que me hizo dudar unos segundos, antes que mi mente recordara lo que es comprobable.

— Yo te creo — Intervino Edmund, sinceramente aquello me sorprendió y pensé que actuaría como un hermano mayor.

— ¿En serio?—Interrogamos Lucy y yo, una más recelosa que la otra.

— Si te creo, yo vi un campo de futbol en el gabinete del baño.

— Ay Edmund ya déjala en paz, ¿Por qué siempre tienes que empeorarlo todo?—Regaño Peter.

— Solo era un chiste.

— Creo que tú nunca crecerás. — Justo de aquel momento quería salvarme, pero ya era muy tarde.

— ¡Déjame! ¡Tú te crees nuestro padre y no lo eres!— Edmund salió corriendo.

— Tú sí que arreglas las cosas— dijo Susan.

— Vaya, nada de charlas motivacionales para ti—Suspire antes de que Susan corriera a mi lado.

— Pero todo lo que dije es verdad—Murmuró Lucy.

— Susan tiene razón Lucy ya basta.

— Peter —Intenté abogar por la menor pero me ignoro de tal manera que dude que me viera. — Será mejor que vayas a la habitación, Lu.

La niña salió corriendo del lugar y pensé en mi gran capacidad de vaciar una habitación. Me acerque al gran armario, ya lo había visto anteriormente así que me acerque solo a comprobar una teoría.

En los relieves del ropero seguían las mismas criaturas, quizás Lucy había visto aquello y se había imaginado cosas que no eran ciertas, aquellas imágenes eran muy reales.

En la cena todo se volvió sumamente más incómodo, los hermanos mantenían su mirada en sus platos de comida y a falta del profesor Kirke, quien había decidido cenar en su despacho, me veía sola ante tan incómoda situación.

Pensé seriamente en iniciar una charla trivial con los mayores y así cuando Lucy y Edmund se les pasara el enojo se unirían.

— ¿Quieren hacer algo mañana? — Pregunté mientras movía los raviolis— En estos días estuve...

— Me iré a la habitación—Dijo Lucy, pensé que lo hacía por ignorarme pero vi que estaba igual de incomoda que yo, sus hermanos con un asentimiento dejaron que se fuera. Edmund, sin embargo, no pidió permiso solo se levantó y se fue.

Suspire antes de dejar yo también la mesa e ir tras la menor de las Pevensie, Lucy estaba en su cama cuando entre.

— No me creen.

— Tranquila, Lucy, algún día lo hará— Le sonreí— Peter es un tonto si no ve lo lista que es su hermana.

— Creó que hablas de Susan. — ¿Qué clase de complejos tenían en esta familia?

—No, habló de ti. Susan es muy inteligente pero tú eres muy especial también.

—Gracias, Sara.

— Las menores debemos protegernos entre nosotras ¿no?

Deje a la niña en la cama y me dispuse a ir al baño para cambiarme antes de dormir. Al salir casi todas las velas estaban apagadas, excepto las de Lucy y la de mi cama. Susan ya estaba acostada así que yo seguí su ejemplo y me deje caer en la cama.

Crónicas de una Estrella (Crónicas de Narnia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora