CAPÍTULO FINAL

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No se porqué siempre me ha gustado el río. Tan calmo pero tan imponente, tan silencioso pero tan perceptible. Supongo que más que gusto es admiración. Una ciudad entera se ha formado a sus orillas y él siempre tan fiel a si mismo.

Hoy puedo mirarlo, y en lugar de aquella clásica sensación de nostalgia, lo que me invade es un empatía absoluta. Hoy puedo decir, que me parezco un poco al río.

Mientras veo el cielo pintarse de tonos naranjas, rosas y morados sobre él, siento que cada momento de mi vida ha sucedido para traerme hasta aquí hoy, y su voz mezclándose en aquel silencio parece confirmar mi idea.

Nunca creí que mi nombre en sus labios pudiera ser recibido por mi corazón con tanta calma.

Yoongi estaba de pie a mi lado, lo suficientemente cerca como para oírlo, aunque la distancia denotaba que esperaba mi reacción a su presencia. Y cuando le ofrecí mi sonrisa pude ver sus hombros relajarse de pronto.

Se sentó a mi lado sin pronunciar palabra, con su vista clavada en los preciosos colores.

—Lamento haber desaparecido. —le dije ganándome su mirada después de un largo silencio.

Sacudió suavemente su cabeza en negación, y mis ojos no pudieron evitar mirar su cabello que ahora caía negro sobre sus eternos rasgos de infante. Aquel color le sentaba bien, al igual que su típica sonrisa desganada que se pintó apenas en sus labios.

—Si alguien tiene que lamentarse soy yo Sunny. He sido un idiota y un cobarde. —dijo bajando su vista a sus dedos trenzados en su regazo. Nunca había visto aquella mirada en él, esa que evitaba darme. Una sin altanería y con una pizca de culpa—. Lo he sido estos seis años y especialmente aquella noche. Sé que... sé que nada de lo que diga cambiara las cosas pero... de verdad, realmente te quiero Sumin. —Sus ojos volvieron a los míos y reconocí ese gesto. Era ese que siempre hablaba por él y que yo no lograba entender, aunque parecía que hoy su voz lo delataría—. Has sido mi protección todos esos años, mi más preciada amiga, la única que ha logrado clamar mis pensamientos. Y cuando desapareciste me sentí perdido.

Min Yoongi no ha sido, ni más ni menos que mi propio reflejo. Cada uno buscando en el otro nuestras carencias. Me obligaba a amar a alguien que parecía negarse a ello, como si no mereciera yo, más que esa clase de amor. Si alguien como él podía quererme, entonces se suponía que yo también podría. Y mientras yo estuviera ahí, él no tendría que lidiar con su soledad.

—Era necesario Yoongi. Nos estábamos destruyendo. Creo que somos tan parecidos que nos consumíamos sin dar cuenta de ello... además... fue mi culpa en empeñarme en buscar algo en el lugar equivocado.

Volvió su vista al río y yo también. El silencio se acomodó justo allí entre nosotros y nos hizo compañía por largos minutos hasta que su particular voz lo ahuyentó una vez más.

—¿Eres feliz ahora Sunny? —preguntó sin siquiera parpadear.

Lo miré algo sorprendida. En todos estos años Min Yoongi nunca había pronunciado ni siquiera un "¿cómo estás?" Y ahora me preguntaba si era feliz.

—Lo soy. —dije sin titubear.

Aún con su vista fija al frente, lo vi afirmar con su cabeza mientras humedecía sus labios.

—Bien. —dijo al final—. Eso está muy bien.


Miraba las luces que se alzaban en el alto techo. Con mis manos en los bolsillos de mi chaqueta y mi espalda contra la pared las miraba con cuidado, a ellas y cada detalle a su al rededor. Hace un tiempo que he adquirido la manía de mirar hacia arriba, sobre nuestras cabezas. Fachadas de edificios, árboles, pedazos de cielo. Es increíble el mundo que se alza sobre nosotros cuando desenterramos la vista del suelo.

El sonido de la puerta abriéndose a mi lado me sacó de la nube y bajé la vista hacia ella.

Embarullados niños salían entre tropiezos, uno tras otro de la sala que pronto quedó vacía, y el silencio cayó lentamente mientras asomé mi cabeza a través del umbral.

—¿Ya podemos ir a casa? —pregunté. Logrando que despegue su mirada del equipo de sonido.

Su sonrisa apareció, aunque no supe si ella significaba un sí o un no, pero la verdad dejó de importarme entonces.

Estiró su mano sin decir nada, y como si el gesto hubiera causado sobre mi una fuerza arrolladora, entre a la sala y me sostuve de ella.

La música comenzó a sonar. Una suave tonada que te invitaba a cerrar los ojos. Y así lo hice, dejando que guíe mis manos a su nuca, para después deslizar las suyas a mis caderas.

Algunas veces volvía a enfadarme conmigo misma, cuando la calidez de su cuerpo me cubría de esta forma, me reprochaba el tiempo perdido. Pero tal vez ha sido lo mejor, tal vez de otra manera no hubiera sabido apreciar cada instante a su lado como lo hago ahora.

Sentí sus labios, primero en mi frente, luego en lo míos. Nunca hubiera creído que un beso pudiera expresar más que lujuria, nunca hubiera creído que un simple roce pudiera hacerme sentir que la vida es perfecta, no lo hubiera creído nunca de no haber probado los suyos.

Su cuerpo se mecía invitando al mío a seguirlo, aunque si de algo estaba segura es que jamás podría lograr tal cosa.

Con mi cabeza en su pecho, sentí que su ajuste en mis caderas se incrementaba. Y en segundos mis pies dejaban el suelo para sostenerse ahora sobre los suyos. Mientras su cuerpo seguía moviéndose y el mío lograba hacerlo a la par.

—No voy a rendirme contigo y el baile bebé. —dijo haciéndome reír.

—Tu obstinación será inútil si pretendes lograr algo más que unos cuantos moretones.

—¿Crees que no soy capaz de enseñarte?

Levanté mi cabeza para verle mejor. Si alguien era capaz de enseñarme algo en esta vida, ese sin duda era Jung Hoseok. Mi único deseo era lograr hacerle al menos la mitad de bien de lo que él me hacía a mi.

—Creo que eres capaz de cualquier cosa amor mío.

Sonrío en mis labios antes de besarlos con dulzura y deseo. Así era él, tierno y feroz, capaz de volver sinónimos palabras totalmente opuestas.

—Esta bien, la primera lección será en casa. —dijo alzándome de un impulso en sus brazos mientras hacía una miscelánea de sonidos extraños que me dejaban sin aire a causa de la risa.

Nuestras mañanas eran perfectas. Abrir mis ojos a su lado y enredarme en su calor, y desear vivir entre aquellas sabanas por siempre.

Nuestras noches también lo eran. Caminar de vuelta a casa en la oscuridad que nos brindaba aquella intimidad que tanto nos gustaba, y desear que aquella luna no se oculte nunca.

Tal vez haya sido gracias a él, tal vez lo he logrado por mi misma, pero sea cual fuere el caso, yo estaba de pie ahora, y nuestras manos enlazadas no nos pesaban en absoluto.

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Para ti RIssabelra ♥️

Interludio ✦ Jung Hoseok - Min YoongiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora