He de amarte

Aturdirte.

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Capítulo 5. Aturdirte.

Por:  Ary Lee y Vidian

Bardock se encontró enarcando una ceja cuando se percató de la cantidad de licor que Fasha le estaba sirviendo a Gine en esa ocasión. Podía apostar un par de tragos a que su compañera de escuadrón, como la buena hija de puta que era, le suministraba a la menor del equipo un par de milímetros más de alcohol en cada oportunidad. Aunque, por supuesto, de aquello la chiquilla parecía no estar al tanto.

Y la cuestión no era que no lo notase, sino que ya no lo notaría. El efecto de la bebida que consumían en ese momento, como era de esperarse, estaba actuando de forma efectiva en el nada preparado cuerpo de Gine, y si la muy ingenua no se dio cuenta antes de las intenciones de Fasha y de Tooma, mucho menos lo haría en ese instante.

A decir verdad, ni siquiera él esperó ver a la más joven de su equipo en esas condiciones. Todo ese tiempo tuvo la impresión de que Gine y ese bar asqueroso no encajaban en lo más mínimo, entre tantas cosas más; pero estuvo equivocado, según parecía. Lo cierto era que, la que en un primer momento se negó a ser partícipe de aquel festejo, era, hasta ese punto, la que más se encontraba disfrutando de la vulgar celebración. Y pese a que quisiera, no podía culparla del todo. La inocencia de esa niña sólo sirvió para facilitarle la diversión al resto del escuadrón; esos que, de hecho, se encargaron de que Gine llegase hasta aquel patético estado.

Se trataba de una novata en todo sentido, no resultaba ni difícil percatarse de aquello. Tooma y Fasha no dejaron pasar esa condición por alto y, por ello, no se detuvieron hasta que consiguieron que Gine bebiese el primer trago de un único sorbo. Y el resto fue más sencillo todavía. Gine no fue tan complicada en esa ocasión y, en un intento por convivir un poco con ellos, fue incluso capaz de realizar varias torpezas semejantes a la primera que cometió.

Él, con franqueza, se sintió obligado a mirar hacía otra dirección cuando decidió que había tenido suficiente de ese entorno.

Los modos en que sus camaradas solían divertirse no eran tan entretenidos para él; nunca lo fueron. No obstante, en esa ocasión consideraba que exageraban. No lo habría pensado de esa forma de no ser porque estaban explotando la circunstancia con Gine sólo por un poco de entretenimiento barato. Demasiado bajo hasta para ellos. Se notaba a varios kilómetros de distancia que la chiquilla no era una conocedora de las bebidas fuertes, y aun así ellos no se midieron a la hora de hacerle beber cantidades que más tarde no le permitirían a la más joven ponerse de pie.

Sin embargo, le era inevitable no pensar que sí, que la otra parte de la culpa era de Gine. Siendo honesto con él mismo, no eran sus compañeros quienes necesitasen divertirse menos de esa manera, era a esa niña a quien le urgía un poco de malicia en el carácter. Si en el futuro quería evitar ser el bufón de ese par, necesitaba dejar de creer tanto en ellos. En cualquiera.

¡Bah! Quizás esa sería una buena lección para ella y su absurda confianza.

Si él seguía en ese lugar no era más que para ver por sí mismo quién sería el que echaría mano a Gine para volver hasta su casa. Es que incluso podía oler la ausencia de sus compañeros cuando llegase ese momento. La saiyajin que se burlaba en ese instante de Gine por atragantarse con la bebida no lo haría, y mucho menos el par conformado por Tooma y Borgos que no paraba de alentar el comportamiento de ambas hembras. Él podría largarse en ese mismo momento y olvidarse del asunto, pero no iba a hacerlo cuando sabía que Gine, con seguridad, no tendría ni la menor idea de cómo salirse de ese lugar. Se trataba hasta de lástima.