Mi Culpa [+18]

6.4K 245 39
                                    

Nota: Este capítulo va directamente seguido de »De Vuelta A La Locura Familiar«.

Steve

- Hueles tan bien -susurró, mordiéndose el labio con una sonrisa.
Sabía lo que ese gesto significaba y enseguida me lo confirmó acariciando mi pierna con el pie, mientras arrimaba su cintura a mí.
- Tony, sé por... -me cortó besándome.
Una vez empezaba ya nada le pararía, me lo había dejado claro después de tantos años. No me resistí y le devolví el beso, intensificándolo. Dejé que mi lengua explorara toda su boca, saciando todo el ansía de tantos meses sin él. También me sentía desesperado por esto, necesitaba sentirle, acariciarle y amarle por todo el cuerpo para creer que realmente volvía a ser mío. Quería volver a grabar en mi mente cada pequeño detalle de su piel, cada lunar, cada pliegue, cada parte que pudiera acariciar.
No sé cuántas noches había imaginado volver a estar entre sus brazos y besarle hasta la saciedad, hacerle el amor mientras nos susurrábamos "te amo", e incluso algo tan simple como desayunar en la cocina junto a Peter. Eso hacía que esto me pareciera tan irreal. Supongo que es porque de algún modo siento que no merezco su perdón, porqué ni yo mismo me lo perdono.
Tony hizo un movimiento rápido y subió sobre mí sin dejar de besarme, cada vez con más intensidad, dejándome sin aliento. Jadeó en mi boca, respirando profundamente mientras apoyaba la frente sobre la mía.
- Como necesitaba esto... -murmuró agitado, deslizando sus manos por mi pecho.
- Yo te necesitaba a ti.
Me sonrió tomando mi rostro con una mano, volviéndome a besar más tiernamente.
Dejé vagar mis manos por su cintura, entremetiendo los dedos por la goma de su pantalón. Sentí su sonrisa mientras le besaba y me paré.
- Espera, Tony... -susurré, apartándole-. ¿Estás seguro de esto?
- ¿Por qué no iba a estarlo? -Ladeó la cabeza, confuso.
- Todavía no hemos hablado de lo que pasó... -di un suspiro-. No quiero que luego te arrepientas de haber hecho esto si sale mal.
Me miró durante varios segundos, que me parecieron muchos más. Finalmente dio un suspiro sonriendo, volviendo a acercarse.
- Correré ese riesgo.
Quise volver a insistir, pero no me dio tiempo y su boca ya estaba sobre la mía. Sus manos bajaron rápidamente y se metieron dentro de mi pantalón, haciendo que jadeara. Me endurecí ante su agarre y dejé de pensar. Si era su elección entonces le haría el amor como tanto había anhelado.
Volví a deslizar mis manos hasta su pantalón y lo bajé lo suficiente para poder sacar su miembro, el cual comenzaba a despertar. Lo cogí y Tony ronroneo junto a mis labios antes de bajar la vista. Cuando volvió a mirarme estaba mordiéndose el labio, no lo pensé dos veces y comencé a mover mi mano por todo el largo de su erección que iba creciendo más con cada roce. Entre abrió la boca, respirando con fuerza.
- Ven aquí -murmuré incorporándome y atrayendo su cintura a mí.
- Hmm... Ponte sucio, Rogers... -ronroneó al ver mis intenciones.
Reí dándole una nalgada.
- Cierra la boca, Tony.
- Mejor te la cierro yo -sonrió con picardía.
Le volví a dar una nalgada y rio conmigo.
- Ni después de diez años lo consigo... ¿Quizá en diez más?
- Espero que sí -respondí, cogiéndole por sorpresa-. Eso significaría que seguimos juntos.
Rio con una gran sonrisa sentándose en mi regazo para tomar mi rostro y besarme. Mordisqueó mi labio inferior haciendo que gimiera.
- Te amo, idiota -susurró.
- Te amo, Tony -sonreí, mordisqueándole yo esta vez.
Cada vez que escuchaba esas dos palabras se apaciguaba un poco más todo el dolor de estos años sin él.
- Dilo otra vez -dijo, haciéndome mirarle en el acto.
Era como si me hubiera leído el pensamiento, era tan extraño y tan bonito a la vez.
-Te amo, Anthony Stark.
Su sonrisa se ensanchó lo más que pudo.
- Es como una droga -dijo mirándome a los ojos-. Otra vez.
- Te amo, te amo, te amo, te a...
Me calló con un gran beso sujetándome por la espalda y presionándose contra mi cuerpo desesperadamente. Sus manos se clavaron con fuerza, mientras su lengua recorría todo el interior de mi boca acariciándose ansiosamente con la mía. La falta de aire nos obligó a separarnos, pero Tony se negaba a dejar de darme pequeños besos, respirando agitadamente, mirándome a los ojos.
- Te amo, Steve.
Sujeté su rostro, dándole un beso suave y tierno, saboreando todo el sabor de sus labios y su lengua.
Tony aflojó el agarre de mi espalda, pasando las manos por mis hombros, acariciando mi cuerpo a su paso hasta llegar a mi pecho. Tocó todos mis abdominales, dejando salir un pequeño ronroneo desde su garganta. Deslizó sus besos hacía mi cuello, haciendo que soltara el aire de golpe por culpa del placer de sus suaves roces. Fue avanzando, combinando sus besos con pequeños mordiscos que me rascaban la piel. Llegó a mis pectorales y sentí su sonrisa justo unos segundos antes de que su lengua rodeara uno de mis pezones, provocándome un espasmo. Eché la cabeza hacia atrás, dejando salir un débil gemido.
Acaricié su espalda mientras el continuaba torturándome con su lengua. Rasqué suavemente de abajo arriba por su columna y se separó, mirándome jadeando. Aproveché para besarle una vez más, sujetándole de la cintura para levantarle. Puse mis manos en su trasero y le empujé hacia mí, besando sobre su estómago. Esparcí besos por toda su barriga con suavidad, bajando y subiendo por todo él, parándome en sus caderas y volviendo a subir.
Quería venerar todo su cuerpo, que supiera cuanto había extrañado tenerle entre mis brazos y cuanto había deseado poder darle el amor que tanto quería.
- Hmm... -ronroneó desde su garganta.
Enredó sus dedos en mi cabello, evitando que separar mi cabeza de su cuerpo.
Lamí el largo de su estómago, mientras adentraba mis manos entre sus glúteos. Se mordió el labio, reteniendo una sonrisa.
- Espera un segundo -murmuró, estirándose para llegar a la mesita de noche.
Abrió el primer cajón y rebuscó a tientas hasta que finalmente dio con el lubricante. Alzó las cejas y reí quitándoselo.
- Antes de eso... -susurré, dejando el lubricante a un lado, y volviendo a besar sobre su cintura-. Vamos a jugar un poco -miré hacia arriba para ver su expresión y le guiñé un ojo.
Mordió su labio con más fuerza.
Tomé su miembro y guie mi boca hacia abajo. Di varios besos en el comienzo de su erección y luego lamí todo el largo hasta la punta, donde volví a dejar un beso. Metí la punta en mi boca, girando la lengua alrededor de su glande. Su respiración se hizo más audible con su excitación e hice una mirada rápida a sus ojos antes de introducirle en mi boca todo cuanto pude.
- Oh Dios... -gruñó, sujetando mi cabeza por la nuca.
Puse mis manos en sus muslos mientras él guiaba mi cabeza de delante hacia atrás, moviendo su cintura a la veces. Sentía lo hondo que entraba cuando llegaba casi a mi garganta, provocándome una arcada.
Aflojó su agarre, acariciando mi cabello, dejándome nuevamente a mí el control. Le saqué de mi boca, chupando la punta, succionando y acariciando con la lengua. Clavé delicadamente mis dientes, rascando con suavidad y luego bajo mi lengua por todo su miembro hasta llegar a sus testículos. Estire de su piel con delicadeza seguido de besos a la vez que con mi mano le masturbaba.
- Joder, Steve... Vas hacer que me venga ya -jadeó.
Se apartó y se agachó, tirando de mi cabeza para llegar a mis labios. Le recibí con ganas adentrándome en su boca, sintiendo una gran ansía por cuanto le necesitaba tenerle. Necesitaba tenerlo en mí.
Tony me empujó, haciendo que cayera contra el colchón y se terminó de quitar el pantalón, siguiendo rápidamente con el mío. Se recostó sobre mi cuerpo desnudo y continuó besándome. En cada beso podía notar que él también tenía una gran necesidad de mí, y eso me llenaba con una gran tranquilidad.
Me obligue a dejar de besarle para coger el lubricante y se lo di a Tony.
- Ponme -susurré agitado.
- ¿A ti? -Preguntó extrañado.
Asentí y el esbozo una sonrisa.
- Como te ha cambiado este tiempo -dio varios besos pequeños en mis labios.
Metió un dedo en su boca para lubricarlo y se lo saqué para meterlo en mi boca. Sabía cuánto le gustaba esto.
- Hmm... Me encantas -ronroneó, metiendo un segundo dedo.
Los lamí, rodeando cada dedo con mi lengua, mientras miraba fijamente a Tony, que me veía con la boca entreabierta.
Sacó los dedos y los bajó directamente entre mis piernas. Acarició la entrada e introdujo un dedo, moviéndolo en círculos, a la vez que con la otra mano me acaricia el pecho buscando mis pezones. Eché mi cabeza hacia atrás mordiéndome el labio cuando introdujo el segundo dedo y mi excitación subió rápidamente. Me contuve las ganas de gemir, pero Tony movió los dedos de dentro a fuera varias veces haciéndome perder el control.
- Joder... -gemí.
Abrió el bote de lubricante echándose en la mano, volviendo a adentrarse entre mis piernas y lubricar la zona metiendo sus dedos una vez más.
- Calma, apenas empiezo -dijo besando sobre mi pecho, sin dejar de mirarme.
Finalmente se arrodilló entre mis piernas, cogiendo el bote y echándose el lubricante directamente en su erección. Me avancé a su mano y la tomé yo, esparciéndolo bien por todo el largo. Tony hizo una sonrisa de lado.
- Me encanta tu desesperación -susurró, apoyando una mano junto a mi cabeza y mirándome sin dejar de sonreír.
- Te necesito demasiado -coloqué mi mano en su nuca para besarle.
Me hizo levantar una pierna y tanteó mi entrada con la punta.
- Y yo a ti, Steve -dijo muy bajo contra mis labios, adentrándose en mí lentamente.
Cerré los ojos absorbiendo el roce de su invasión dentro de mí. Su lentitud hizo que se prolongará el placer, haciéndome jadear entreabriendo los labios. Tony me dio pequeños besos al ritmo de sus suaves movimientos, enloqueciéndome tan rápido. Mi cuerpo respondía a sus embestidas buscándole cuando reculaba para volver a entrar. Enrollé mis piernas en su cintura, bajando mis manos por su espalda hasta su trasero, apretando sus glúteos y empujándole más a mí cuando entraba. Había extrañado tanto el sentirle que mi cuerpo prácticamente reaccionaba por sí sólo.
Me dio un último beso antes de enderezarse alzando mis piernas, colocándolas una en cada hombro, y comenzó a embestir con más fuerza intentando profundizarse lo más posible en mi interior.
Un fuerte gemido se me escapó y mordí mi labio con fuerza. Agarró mi erección y movió la mano al compás de su cintura, provocando que arqueara mi espalda sintiendo un enorme placer que me torturaba hasta el borde del orgasmo.
- Todavía no -dije entre gemidos, apartando su mano para no venirme.
Ralentizó su vaivén hasta pararse.
- ¿Estás bien? -preguntó, dejando caer mis piernas e inclinándose para dejar pequeños besos en mi cuello.
- Perfectamente -asentí con voz entrecortada-. Ahora es mi turno.
Le coloqué en la cama de costado en un rápido movimiento y tomé el lubricante. Puse un poco en mi mano y la pase por todo el largo de mi miembro. Tony miró cada uno de mis gestos con la boca entreabierta y luego subió la mirada hasta la mía poniéndose boca abajo con una sonrisa pícara a la vez que elevaba sus caderas para dejarme una gran visión.
Hice una risa suave arrodillándome tras él, pasando mis dedos, aun con lubricante, por toda su zona anal. Metí mi pulgar e hizo un gemido ronco desde su garganta. Lo saqué y volví a meter varías veces, notando enseguida que estaba listo.
Escuché su respiración agitada, sabiendo lo impaciente que estaba y sonreí involuntariamente. Me incline sobre su cuerpo dejando unos besos en su hombro.
- Te echaba de menos -susurré a la vez que me adentraba en él lentamente.
Echó la cabeza hacia atrás, apoyándola en mi hombro, y me miró de reojo con una sonrisa cortada por sus jadeos.
Mecí mis caderas despacio, dejando que mi cuerpo absorbiera el roce que creaba su interior. Cada pequeña fricción de nuestros cuerpos me provocaba un gran cosquilleo en el estómago. Era similar al del principio de nuestra relación, pero en esta ocasión era por el anhelo y el miedo creado por haberle perdido. No quería volver a experimentar esa mala experiencia e iba a centrarme en impregnarme de este momento por lo que pudiera suceder cuando hablemos. Él estaba muy seguro, pero yo no lo veía así.
Besé sus labios entre nuestros gemidos, dándole una estocada con fuerza, quedando dentro por unos segundos y volviendo a repetirlo.
- ¡Dios! -gritó, casi ahogándose en nuestro beso.
Enterró la cara en la almohada para no gemir en alto y besé su cuello por la nuca. Su espalda reaccionó tensándose de arriba abajo, haciendo que su interior se encogiera alrededor de mi miembro.
- Oh joder, Tony... -gruñí apretando los dientes.
Me erguí nuevamente, sujetando su cintura y moviéndola al compás de mis embestidas, haciendo chocar nuestros cuerpos con un sonido sordo. Adentré mi mano por su costado hasta encontrar su miembro y ahogó un gemido contra la almohada. Moví la mano al mismo ritmo que mis caderas y enseguida Tony se tensó apretando los puños en las sábanas.
- Oh sí, Steve... -gruñó al correrse.
Sentí el líquido caliente caer entre mis dedos y sonreí con satisfacción cuando Tony miro sobré su hombro, respirando con la boca abierta.
Apoyé mis manos en su espalda y golpeé en su interior con más rapidez, gruñendo entre dientes. Los gemidos de Tony se mezclaron con los míos, cada vez más agitados. Finalmente Tony volvió a gritar llegando al orgasmo casi al mismo tiempo que me vine, clavándome una última vez en su interior.
El cuerpo de Tony tembló y salí de él. Se dejó caer de lado en la cama y me miró con una gran sonrisa satisfecho.
- Ven aquí -dijo, apartando la sábana manchada de su semen.
Acolché mi almohada y la puse contra la cabecera para recostarme. Tony se acercó, apoyando la cabeza en mi pecho, y le rodeé con mis brazos, dejando que nuestras respiraciones se relajaran.
- No has perdido práctica, diría que hasta lo haces mejor -murmuró, besando mi pectoral-. ¿Tengo que preocuparme por eso? -Preguntó en tono jocoso.
Sabía que solo era una broma, pero no me gustaba su insinuación de que me creyera capaz de experimentar con otro hombre.
- Tony... -dije casi como una advertencia-. Sabes muy bien que no sería capaz.
Asintió y luego levantó la cabeza para mirarme.
- Tampoco te creía capaz de lo que hiciste.
Cerré los ojos, dando un fuerte suspiro.
Ya comenzaba la conversación que tanto me angustiaba. Tenía tanto miedo que después de una semana de poder abrazarle y besarle volviera a quedarme sin nada, pero debía enfrentar esto. Cargaría con el resultado de lo que yo cause.
- Lo sé -dije, tensando la mandíbula- y no hay nada de lo que me arrepienta más.
Apoyó la barbilla en mi pecho, mirándome sin ningún atisbo de humor.
- ¿Por qué me lo ocultaste?
- Creí que te haría daño volviendo a recordar todo el pasado y de la forma en que pasó...
- ¿Y creíste más apropiado mentirme? ¿No veías que eso también me haría daño, Steve?
Aparté la mirada, sintiendo como mis latidos se aceleraban causándome un fuerte dolor en el pecho.
- No me di cuenta, no supe ver que estaba ahorrándome a mí el mal trago y no a ti... -aferré mi mano a su cuerpo, cerrando los ojos con fuerza para que no salieran las lágrimas que picaban tras mis ojos-. Lo siento en el alma, Tony, quisiera volver atrás y decírtelo en cuanto lo supe, afrontar juntos lo que el recuerdo hubiera causado.
Sus brazos me rodearon, abrazándose a mi pecho. Le miré sorprendido por su extraña tranquilidad ante la situación.
- ¿No vas a decir nada?
- No tengo nada que decir porque ya te lo dije, Steve -se separó lo suficiente para mirarme a los ojos-. Me dolió, tanto como no puedes imaginar, pero se cuan arrepentido estás por aceptar las consecuencias sin quejas -acarició mi mejilla con una pequeña sonrisa en sus labios-. Eras capaz de divorciarte tan solo para que yo estuviera bien aunque eso te matará por dentro a ti. No te opusiste, no dijiste un "no" o un "deberíamos hablarlo antes", simplemente cargaste con la culpa de tus actos. Por eso sé que es un error que no volverás a cometer.
Sus palabras deberían hacerme sentir feliz por su gran comprensión, pero tuvieron el efecto contrario, provocando que las lágrimas finalmente salieran. Me sentía amado por alguien a quién no merecía. No merecía en absoluto su comprensión. Esto me hacía comprender como él se había sentido, fueron tantas veces las que me dijo que no merecía un hombre como yo, que sabía que terminaría haciéndome daño con su forma de ser... Es irónico que al final quién lo hizo fui yo.
Tony se sentó sobre mí y me abrazó contra su pecho, dejándome llorar entre sus brazos. Me agarré a él con fuerza, dejando salir toda la rabia hacía mí que había acumulado todo este tiempo.
- Steve, todo está bien, mi amor -susurró, acariciando mi espalda.
Esas dos palabras entraron en mí llevándome a mis recuerdos, retrocediendo desde la última vez que me llamo así hasta la primera.
- No te merezco, Tony... -murmuré, tratando de contener las ganas de llorar.
- Estás loco. ¿Cómo dices eso? -alzó mi rostro por la barbilla para que le mirara-. ¿Recuerdas lo que me decías? Cometer un error no te hace más o menos digno de alguien te hace humano, debes concederle al otro la elección de esa decisión -besó mis labios con suavidad y me miró a los ojos-. Tú me decías que era digno de ti y yo ahora te digo que tú lo eres de mí.
Me abracé a él, sin poder articular palabra sin volver a caer en llanto. Escondí mi rostro en su cuello y me quedé quieto, centrándome en el contacto con la calidez de su piel.

Stony StoriesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora