Capítulo IV

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Ha vuelto』






























2 de febrero 3: 38 pm_

Abrazando su almohada y reposando en ella recordó el mismo recuerdo de aquel día.

“Me gustan las personas como tú”

—Ahg...—reprochó tirándose en su cama—¿Por qué lo dijiste Naruto?¿Por qué lo dijo? O será que sólo coqueteaba—se cubría el rostro con la almohada.
Por un momento ella dejó de cubrirse el rostro y recordó el momento que tuvo que sostener de él y el apoyarse en su espalda cálida, tocó sus mejillas, miro sus manos, se abrazo a sí misma recordando cada momento que pasó con él.

—Nesecito verlo...—dijo sonriendo, pero desapareció la sonrisa al escuchar su puerta abrirse, pero no había nadie, de repente que alguien se arrastraba haciendo gemidos de dolor.

La azabache con la respiración agitada se levantó rápidamente para tomar unas tijeras.

Los gemidos se volvían en gritos desgarradores. La azabache con toda su valentía salió de su habitación para ver que no había nadie, llendo a su habitación de su padre con un miedo inimaginable.

—Porfavor, porfavor no... —decía casí en llanto.

Abrió la puerta del baño para buscar a “eso” que hacía esos sonidos, no había nadie suspiro con alivio, cuando de repente le apuñalaron la pierna por detrás, la azabache con un grito cayó golpeándose la cabeza, con desesperación trataba de levantarse pero esa “cosa” ya había estado apuñalandola con las mismas tijeras.

[• • •]

2:58 am_

El azabache llegó a su hogar, entrando con cansancio vió que las luces estaban apagadas, cuando las encendió se llevó una gran sorpresa los rastros de sangre estaban por toda la casa.

—¡Hinata! ¡Hinata!—corriendo a la habitación de la azabache suponiendo que estuviera o eso rogaba, pues no estaba. Buscó desesperado, al no encontrarla tomo el teléfono para llamar a la policía, pero escucho un sonido que venía del armario.

—¿Hinata? ¿Estas ahí?—el azabache se acercaba al armario, trato de abrirlo pero no se podía.

—¿P-Papá?—respondió.

—Hija ¿estas bien? ¿Qué pasó?  Abre la puerta.

—¿Cómo sé que eres mi padre?

—No digas tonterías, abre la puerta.

—No, no lo haré. Yo sé que no eres mi padre, él no es... Él nunca.

—¡Hinata! ¡Abre ya!

La azabache se cayó y se abrazaba a sí misma y abrió la puerta lentamente, el hombre con preocupación miro lo ensangrentada que estaba su hija.

—¡Hi-Hinata!—La abrazo.

(...)

—Estarás bien—dijo la doctora haciendo acostar a la azabache después de los vendajes—las heridas son graves, pero ¿qué te paso?

La azabache lo pensó y se preocupó—Fue...

—Fue un asaltó—dijo el padre de la azabache.—verá ella venía a casa cuando la sujetaron y la hicieron entrar a casa y pasó todo.

—¡Dios mío! ¿Ya le dijeron esto a la policía?

—No, lo más importante era venir aquí cuanto antes.

—Sí... Bueno que se esperaría de una Hyuga, eres muy fuerte niña—la miro, la azabache sonrió como pudo.

—Bueno los dejó solos—dijo la doctora para irse.

Un silencio incómodo se formó en la habitación.

—Hija...

—¿Por qué?... ¿Por qué no le dijo la verdad?

—Somos los Hyuga, debemos dar honor a nuestro apellido.

—Si se refiere a mentir que su hija casí muere está bien... Esa cosa volvió, papá porfavor creeme.

—Si te creo... Creo en que esos asaltantes te hicieron daño...

—¡En qué mierda no entiendes que ha vuelto!—recibió una cachetada del azabache.

—¡No me hables así!

—¡Eso te faltaba! ¡Lo único lo que sabes hacer es aparentar! ¡Maldito cobarde mentiroso! ¿¡Lo de mi madre también era un accidente!?—esta vez recibió un golpe, poniendo esa piel blanquecina en una más oscura.

—Me voy llamame si nesecitas algo...—se fue dejando a la azabache en shock.

—Yo sólo te dije que ha vuelto, no es mi culpa si aparezco muerta... —dijo apretando las sabanas.

Era claro que ella estaba muy dolida, no sólo física si no emocional. Saliendo del Hospital y llendo al patio, se tocaba el ojo hinchado por el golpe que recibió. Nesecitaba despejar su mente o algo haría.

Viendo la Luna un gatito se acurrucaba en sus pies, poniéndose de cuclillas, jugaba con el gatito.

“Estas muy deprimida”

—Y de quien crees que es la culpa...

“Tu padre ¿no? ”

—¿De quién más?—dijo acariciando a la criatura.

“Lo sé, lo siento. Sabes qué no me gusta ser ignorada”

—Me lastimaste mucho...

—Lo siento—dijo esa sombra con una silueta similar a la de la azabache y una voz distorsionada acarició al gatito.

—Ves este gatito ¿cierto?—La sombra asintió—tan inocente, tierno sin saber lo que vendrá y que todos son buenos, así era yo y...—lo alzó—sin saber que... Le podrían hacer un gran daño, pero el no se preocupa hasta que viene el primer golpe—la criatura llegó al suelo con fuerza y éste empezó a maullar desgarrada mente—luego el segundo, el tercero, el cuarto ¡y así matamos a esa inocencia!

La azabache llena de sangre y con el pequeño todo roto empezó a sonreír.

—Pero... Hay una esperanza para mí... Un pedazo de felicidad...

—¿Te sentirias mejor si conseguimos esa felicidad?—la sombra empezó a picar al cadáver con un palo.

—Por supuesto y será solo mío... Sólo mío.

Story Yandere.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora