Ambrosetti

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Miró el amplio horizonte que se extendía a unos límites inimaginables en forma de infinito mar azul y respiró.

Una.

Dos.

Y tres veces.

Abrigándose en la calidez de la brisa marina que le limpiaba los pulmones del asfixiante aire newyorkino, llevándose como un plus las preocupaciones por un instante.

Apenas hace unas horas que había bajado del avión, eran alrededor de las cuatro de la tarde y el cielo tintado de gris anunciaba que una lluvia se avecinaba para alterar la paz de los habitantes de Amalfi. Era consciente de que debía buscar refugio, pero unas pocas gotas de agua no iban a impedirle llenarse de ese escenario que había extrañado con recelo.

—Deberíamos entrar, no es seguro estar tanto tiempo afuera —El chico de dieciséis años desprendía inseguridad por los poros, y no era para menos, cada isla, comuna o ciudad constituía el territorio del enemigo. Era deber de ella averiguar quiénes seguían siendo leales al apellido, pero era una tarea que requería de paciencia y sobre todo: astucia. 

Entendía la incertidumbre de Kahn por sus alrededores, ¿pero Alex? Alex se sentía en casa.

—Los *Camorra residen en Nápoles, a unos cuantos kilómetros de aquí. Este es un lugar relativamente tranquilo, es por eso que lo elegí de entre todas las comunas. Respira un poco y solo... mira —Lo invitó a situarse a su lado y apreciar el paisaje, cosa que Logan hizo conteniendo la respiración. El intenso azul le robó el aliento.

—Es hermoso —jadeó, un sonido que a Alex le produjo una media sonrisa. La vista cautivaba a todo el que lo viera desde esa perspectiva, aunque claro, la Costa Amalfitana hechizaba desde cualquier punto del Monte Cerreto en que la vieras.

—Lo es —Ninguno de los dos despegó la mirada del horizonte marino salpicado en botes pesqueros y pequeñas lanchas, y Alex aprovechó esa calma para perderse en sus recuerdos, que salían a la superficie después de tanto tiempo guardados en oscuros rincones de su memoria—. Solía venir con mi padre a navegar por estas aguas, antes de que vendiera el bote del abuelo después de su muerte. Él tenía esta conexión con el mar que yo envidaba, y lo acompañaba cada vez que podía en sus aventuras. Gino y Giancarlo se quedaban en la posada haciendo travesuras, mientras que yo creaba un lazo con el hombre que me otorgó mi primera pasión. Y ella también estaba ahí, sonriente, creando el panorama perfecto de una familia feliz para poco después romperlo a pedazos.

El cuello de Logan crujió del veloz movimiento que hizo para ver su rostro, que curiosamente se encontraba apacible, aún después de la mención de aquella mujer que odiaba con cada fibra de su ser. 

—Ella no los merecía, a ninguno.

—Intenté convencerme de lo mismo por mucho tiempo, pero nunca dejé de pensar que, tal vez, ella se convirtió en lo que es ahora por nuestra culpa.

—No, Alex —Logan le tomó la mano que descansaba a un costado de su cuerpo, y la apretó para transmitirle seguridad. Tuvo la corazonada de que volver a las raíces de Alexandria reabriría viejas heridas y crearía unas nuevas, y vaya que estuvo en lo correcto—. Las personas son lo que son porque así deciden serlo. Ella tomó la decisión de ser una perra desalmada que abandonó a su familia en cuanto vio la oportunidad, y créeme cuando te digo que en eso no tuvieron nada que ver ustedes. 

—Te equivocas. La familia te moldea a su semejanza, te corrompe, te ensucia y luego te lava las manos para aparentar que no estás del todo manchado de los pecados que lleva el apellido. Quiso formar parte de este mundo y se dio cuenta de que el dinero es lo que lo mueve todo, lo que controla, crea y destruye, y que nosotros éramos sólo el medio perfecto para un fin. 

El genio cibernético calló al no encontrar palabras para contradecirla, y en cambio enlazó sus dedos dedos con los de ella, intentando ser un soporte que sabía necesitaría en todo momento mientras siguieran en suelo italiano.

Una gota cayó en la nariz de Alex, haciéndole cosquillas en el transcurso que hizo para morir en el arco de cupido de sus labios, y levantó la vista un segundo para que otra le golpeara en el pómulo y otra posterior a esta en la sien; pero pese a que no quiso desprenderse del escenario que le brindaba familiaridad, pensó en que el joven Kahn no se atrevería a separarse de su costado ni aunque le amenazaran de muerte con un revólver en la barbilla, y analizando por separado que el clima era relativamente frío dado a la tormenta que comenzaba a caer con sutileza fue que comenzó a retroceder, jalando a Logan consigo. No quería que por su capricho pescara un resfriado.

—Entremos. Un buen almuerzo nos espera, una tina caliente y una cama que me llama por una larga siesta. 

Logan se dejó guiar por la suave sonrisa que no delataba preocupaciones que pudiesen alterarlo de la mano de la mujer que consideraba su única familia, y no dudó en confiar ciegamente en su juicio. Si ella insistía en que el pequeño poblado no era territorio hostil, no tenía por qué recriminar lanzando dudas al respecto.

No muy lejos, la figura los vio adentrarse en la posada de la pareja de los viejos Conte, quienes eran conocidos por su servidumbre para con los Ambrosetti desde principios de la década de los '80, y a quienes llevaba vigilando desde el contacto que habían hecho con Fabrizzio Amrbosetti tan sólo unos días atrás de manera inesperada, pero que sin lugar a dudas había despertado la curiosidad de su jefe de tal manera que no tardó en atestar la agradable comuna de Amalfi con todos los hombres que considerara capacitados para una posible contención de la amenaza que los venecianos representaban. Le mandó un mensaje a su superior sobre la llegada de la princesa del clan al país, el delineado tatuaje de escorpión quedó expuesto sobre la piel del dorso de la mano y, viendo que la lluvia caía con fuerza sobre el pavimento, se resguardó las mismas en los bolsillos de la chaqueta de mezclilla y se perdió entre la cortina de vapor de agua que le mojaba a ríos la ropa.

Todos los flancos representaban el territorio hostil del enemigo.

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  *La Camorra es una organización criminal mafiosa de la región de Campania, cuyos grupos más influyentes se encuentran en las ciudades de Nápoles y Casal di Principe (en la provincia de Caserta). Sus actividades delictivas son el tráfico de armas, trata de seres humanos, tráfico de drogas, prostitución, vertidos ilegales de desechos tóxicos al mar, blanqueo de capitales, extorsión, falsificación de productos de marca, usura y apuestas ilegales.

Bad Saints (En pausa) ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora