Louis, eres un idiota

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Gus devoraba la comida de Lana como si el mundo fuera a acabarse de un momento a otro, ella por su parte disfrutaba de su tercer cigarrillo en menos de 20 minutos, sabía que se estaba volviendo terriblemente adicta pero necesitaba algo a lo que aferrarse que no fueran sus propios pensamientos.

— ¿Qué es lo que te gusta tanto del cigarrillo? —Preguntó Gus con comida en la boca—.

—Termina de tragar, te ves como un cerdo —Le espetó ella mirándole con sus ojos cafés claros—.

No es que a él le importara su tono de voz pues muchas personas le habían hablado de peor forma, lo que más le afectaba es que Lana se escuchaba exactamente como su madre cuando quería corregirle. Tragó la comida con apuro y le sonrió a Lana quién le daba golpecitos al cigarro.

— ¿Puedo hablar? —Preguntó él enrollando la pasta con su tenedor—.

—Abre la boca —Dijo ella, lo hizo sin esperar mucho—. Adelante

—Te pregunté el qué te gusta de los cigarrillos, no le veo nada especial

— ¿Qué sugieres? ¿Qué entre en las drogas como tú y como Louis? —Preguntó ella con tono burlón—.

—No estaría nada mal, puedo recomendarte varias

Lana le miró con una sonrisa, ella estaba desesperada por un pedacito de la felicidad pasajera que Gus y Louis tenían al momento de ingerir una pastilla de cualquier droga que cayera en sus manos. No era el hecho de “volar”, era el hecho de poder escapar de su realidad por unos momentos, el hecho de sedarse a si misma y no sentirse tan desgraciadamente sola, era el hecho de aferrarse a algo para siempre sabiendo a consciencia que tus días estaban contados.

—Ni lo pienses Gus, eso no va conmigo —Le contestó ella levantándose de la silla—.

Las voces gritaban en su cabeza emitiendo diferentes opiniones sobre lo que debía hacer en ese momento. La voz que se parecía a su madre le gritó alterada que no debía ceder a cosas así, que ella era una niña de bien, que ella tenia que hacerle caso.

Sí mamá susurró Lana para sí no estando segura si realmente había escuchado su voz o era una muestra de su esquizofrenia.

—Estás perdiendo tu tiempo con esos inútiles cigarrillos —Le atacó sin importarle lo que diría—.

— ¿Quién te atendería cuando vengas aquí arrastrándote? —Le contraatacó—.

—No necesitas tomar grandes cantidades, además no vengo a menudo por aquí, a veces me resulta difícil volver a encontrar el camino

Lana sintió un poco de lastima por su amigo pero volvió a ignorarle, él había tomado su decisión, ella había tomado las suyas, ninguno tenía por qué cuestionar las decisiones del otro.

Gus estiró su espalda sintiendo sus músculos sumamente tensos a pesar de haber tomado una considerable cantidad de analgésicos. Su cabeza pitaba con fuerza y sólo quería dormir un rato, necesitaba apartarse del ruido y de la luz por un tiempo.

— ¿Comerás más? —Le preguntó Lana levantando su plato—.

—Estoy bien

Ella arqueó una ceja, Gus sólo había comido dos platos medianos de pasta ¿Qué le estaba pasando? ¿Ahora también era un deprimido? Perfecto, no le bastaba con ser un patético drogadicto, ahora era un patético drogadicto deprimido. Sin emitir un juicio acerca de su falta de apetito llevó el plato hacia el lavaplatos para lavarlo, Lana se encerraba en su mundo habitualmente pero eso no significaba que no le gustara ver cierto orden.

Las penas de Lana [Suspendida indefinidamente]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora