Capítulo I: Sueños y Temores.

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Un hombre había despertado de su sueño pacífico, con un leve susto. Era de cabellera oscura algo larga, sin llegar a los hombros, con 2 mechones al frente. Algo desborotado, sus ojos esmeralda con una mirada fruncida miraron hacia la ventana de cristal helada que iluminaba la habitación oscura victoriana, de color púrpura y decorada con finas telas blanquecinas en las ventanas y sabanas en la que reposaba día a día, tocándose la frente con algo de molestia. No fue la primera vez que pasaba, pero cuando lo hacía, era porque se aproximaba un mal presagio, temeroso y peligroso.

Miro hacia los lados, pensaba en levantarse de la cama e ir hacia el salón de su residencia victoriana, iluminada por la pura noche de las ventanas, para poder pensar. Hasta que miró hacia un lado a una mujer de cabellos blanquecinos y de labios oscuros, de piel clara y fina como la porcelana, cubierta por una fina manta de color violeta oscurecida, con bordes oscuros y gran suavidad al tacto, cubriendo su figura esbelta y perfecta para el, que le recordó por qué tenía que seguir ahí y tratar de volver a descansar. Tratar de pasar ese temor que llegó a su cabeza, y reemplazarlo por otro sueño.

Aunque en el fondo de su corazón, sus pecados y temores residían, además de los tormentos que vivió hace 12 años atrás. Pero que poco a poco, han estado cicatrizando y desapareciendo muy lentamente. Este se recostó en la almohada violeta y de bordes azules, sintiendo el frío que emanaba y desaparecía el sudor que producía su cuerpo por el despertar. Tomo la cintura de su amada a su lado usando ambos brazos, sujetándola con algo de delicadeza para no despertarla, pero sin querer soltarla, mientras volvía a recobrar el sueño, faltando varias horas para que el sol salga en la Ciudad de la Noche de Noxumbra, una de las más prestigiosas ciudades (y de las más ocultas) del País del Frió; Majenthar, en el inmenso continente de Ansalon.

Año 574: Era IV del Bastión - Ciudad de Noxumbra - Majenthar.

En el mediodía, la ciudad estaba iluminada por un inmenso sol que hacía lucir está como una de las llanuras de Eryca; País del Viento, por las fuertes corrientes y el frío que emanaba la ciudad, una muestra de la presencia del Maná en todos los seres que lo atestiguan.

En una mansión de inmenso tamaño, de enormes pilares que hacían soporte a la susodicha, y de un estilo victoriano, de madera fina y de mármol oscuro, que se mezclaba con sutileza con la mayoría de los hogares de la Ciudad (aunque era la más voluminosa), se encontraba cierto hombre de cabellera oscura que habíamos explicado anteriormente, vestido una camisa de tela grisácea que llegaba hasta los hombros, con muñecas de color negro y dorado, en conjunto con unos pantalones marrones y de botas negras, de detalles y símbolos aendores, realizando una serie de conjuraciones especiales gracias a los libros antiguos del Maná, que a diferencia de otros, estos libros eran escritos por Lunnares, que tenían una afinidad y conocimiento del Maná bastante acertada y detallada, siendo seres de piel clara, cabello blanquecino en las mujeres, y grisáceo en los hombres, son bastante efímeros, pacíficos, pero valientes y espontáneos en muchas de sus acciones para cumplir lo que deseen, siendo respetados en varias regiones y en el País del Viento.

Antes que pudiera seguir recitando por medio de sus palabras, y formando sus símbolos por medio de sus dedos, alguien se le aproximaba con suma cautela. Era de una altura pequeña, con una melena de color oscura y de leves puntas violetas, con ojos de un color similar, heredados de su madre. Tenía entre 4 y 8 años, con una personalidad traviesa, espontánea y algo competitiva, pero cálida y comprensiva, rasgos heredados de su madre por igual, siendo más su cabello heredado de su padre, con un vestido oscuro que llegaba hasta tocar el suelo, diseñado para su tamaño y edad, con un encaje frontal de color carmesí con flores oscuras, que también estaba en sus cortas muñecas. Lucía como una princesa de la noche, en palabras de su madre.

─ Papa, ¿puedo jugar contigo en lo que estás haciendo? ━ Dijo la pequeña de ojos violeta, mirando con algo de curiosidad a las posiciones que hacía su padre en conjunto con sus manos, queriendo imitarlas.

Crónicas de Ardacius I: Desthyneis Incerthios.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora