Capítulo III: Cambio de Aires - Parte I.

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El grupo de antiguos caballeros se levantaron de la mesa en su totalidad saliendo de la Taberna inmediamente, siendo sellada está poco después por el dueño, mediante un escudo de maná.

─ Oh, diablos. ¡¿PRIMO, PERO PORQUÉ ME HACES ESTO?! - Grito Tadeus con impotencia y enojo mientras golpeaba la puerta de nuevo. Habia dejado la jarra de cerveza en la mesa.

─ Por Barony. Vixen, ¿quienes son estos sujetos? ¿qué está pasando aquí? - Pregunto Grylehn.

─ Ni idea, Fragneel. Todo lo que se, es que siento una presencia oscura, algo fuera de todo lo que se conoce como maná o la pureza. Un ser se aproxima, y estos sectarios al parecer son parte de su culto. - Menciono Vixen con unas gotas de sudor deslizándose por su rostro, marcando su miedo.

─ Hay que irnos de aquí, la gente está en pánico. Están corriendo por todos lados. - Hablo Dhanel, viendo como los habitantes que intentaban irse de la plaza, eran detenidos y encerrados por varios sectarios en las calles.

─Joder, vamos por el callejón, conozco la ruta. Llegaremos a una avenida cerca de la Plaza de Neix, tal vez así podamos irnos a nuestras casas, esa nube anda expandiéndose en el cielo, abarcara la ciudad entera. - Menciono Tadeus que, por unos momento había pensado con claridad y en respuesta concreta a la situación, sujetando el hombro de Grylehn para que hiciera caso junto al resto.

─ Grodth tiene razón, debemos irnos. Vamos a mi residencia, se encuentra algo lejos de aquí, pero si seguimos recto a la Plaza de Neix llegaremos antes.

El cuarteto se dispuso a seguir al hombre de ojos esmeralda y al fornido de collar de plata, aproximándose a uno de los callejones de la ciudad, donde pudieron cruzar a vista ciega de los sectarios que detenían a todo aquel que intentaba retirarse. Luego de varios minutos de travesía el grupo logro salir de la Plaza. La situación se estaba volviendo complicada, más que nada para la gente que era encerrada por los sectarios en la plaza, que luego de unos minutos de gritos desesperantes y llamadas por ayuda divina, se escucharon los efectos de unas conjuraciones, que tenían una fuerte luz violeta. Los gritos y los llamados cesaron de repente, quedando todo en silencio a excepción del grupo.

─ Joder, ¿a donde se fue la gente? - Pregunto Tadeus, notando el silencio inmediato que azoto la calle en la que cruzaban.

─ Espero que no hayan sido atrapados por esos sectarios, al parecer están usando el Dhar para silenciar a los que se rehúsan a seguir el culto. - Dijo Vixen, con miedo en sus palabras a lo que podria ser la terrible verdad.

─¿Dhar?, ¿Como puede utilizar el Dhar sin corromperse?. Es absurdo. ─ Menciono Tadeus ante las palabras del Myrniano.

─ Es absurdo pero es posible, recuerda que el Dhar tiene un efecto diferente en cada persona que lo maneja, no siempre es el mismo (aunque podría serlo). De todos modos no creo que tengan buen dominio de su poder, nunca es posible tenerlo. - Explico Grylehn, mientras cruzaba junto al grupo una de las avenidas directo a un puente que conectaba las 2 partes de la Ciudad. Sin embargo, antes de poder cruzarle, visualizaron a varios sectarios desde el otro lado iniciando un ritual de sacrificio, usando de pago a una mujer de harapos marrones y grises, golpeada y severamente herida por ataques mágicos en brazos piernas y parte de su rostro, que estaba a punto de ser sacrificada para beneficiar a los 4 sectarios en busca de un poder mayor.

─Ah, mierda. - Dijo Tadeus con sorpresa.

─ Esto es indignante, ¡¿van a sacrificar a esa mujer solo por no poder manejar esa magia oscura?! - Hablo Dhanel con desprecio y enojo ante tal situación, decidiendose a intervenir por medio de la daga de Endurio que tenia en una de sus piernas, deslizandola por una de las placas de estas para tenerla en su mano diestra, acercandose con rapidez al puente y cruzando el mismo para el asombro del resto del grupo.

Crónicas de Ardacius I: Desthyneis Incerthios.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora