La misión

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Mientras contemplo mi rostro en el espejo me aplico el maquillaje habitual, ojos negros, labial negro... Paso a lo siguiente, la ropa, un jersey negro, jeans negro, botas negras y una chaqueta negra. Todo esto contrasta a la perfección con mi blanca piel, mis ojos grises y mi largo cabello negro

Estoy preparada para la misión de hoy. Abro la puerta negra de mi habitación, atravieso el pasillo, bajo las escaleras, salgo por la puerta trasera y voy en busca de mi motocicleta una Vespa rosa —sí lo sé es extraño—, tomo mi casco —también rosa— que está colgado en el retrovisor y me lo pongo. Me dirijo hacia la carretera y arranco en dirección sur, hacia el centro de la ciudad. La noche es muy oscura y no hay señal de vida en la calle, es casi medianoche, así que todos duermen.

He llegado a la carretera principal de la ciudad, tras pasar todas las esculturas que adornan la carretera, me desvío hacia la derecha a la calle 43, ya casi estoy llegando a mi destino. Tras avanzar un poco por esta calle desvío a la izquierda, entrando en un callejón sin salida, al fondo hay un muro, a la izquierda una entrada. Pero no puedo entrar por ahí, retrocedo un poco estacionando la Vespa, me quito el casco y me, saco la capucha de la chaqueta y me la pongo para ocultar mi cabello. Luego tomo mi mochila que contiene mis suministros.

Me subo sobre unas cajas de madera para ganar altura y así poder saltar sobre el muro, hago esto a menudo así que no me cuesta saltar para estar sobre la terraza, aquí justo debajo de mí hay una habitación donde duerme una niña de 6 años y su hermana de 13. Avanzo unos pasos hacia delante y estoy sobre la habitación del viudo padre, exactamente estoy sobre su cama, me muevo hacia la izquierda y estoy sobre la cocina, si retrocedo un poco justo al lado de la habitación de las niñas estaré sobre la sala de estar. De haber entrado por la puerta habría aparecido ahí pero sería mucho riesgo. Y si retrocedo más estaré sobre el cuarto de baño. He examinado muy bien este lugar.

En el techo de la cocina, sobre el comedor  hay un agujero circular cubierto con una capa de policarbonato, lo hicieron para ahorrar electricidad. Me pongo de rodillas para apreciar mejor el interior de la casa —que por fuera no parece ser una casa— sacó mi ingrediente secreto, que guardo en un frasco metálico, y lo vierto sobre el cristal, dejo que se esparza, saco un fósforo y lo dejo caer. El cristal se ha derretido totalmente dañando un poco la terraza. De esta forma ya puedo entrar. El orificio es lo suficientemente grande para que yo entre por ahí.

Saco de mi mochila una manta grande y gruesa, la doblo en cuatro, la tomo con una mano atravesando el agujero, y la suelto para dejarla caer sobre el piso de madera. Tomo mi mochila y salto, con el tiempo he aprendido a siempre caer de pie, la manta ha silenciado mi caída. Mis botas hacen ruido al caminar así que me las quito, dejando al descubierto mis calcetas rojas con puntitos blancos.

Salgo de la cocina dirigiéndome al pasillo y me dirijo al cuarto de las niñas, por seguridad no tienen puerta, solo una cortina cubre la entrada, eso me facilita las cosas. Levanto ligeramente la cortina comprobando que estén dormidas. Y así es, dejo mi mochila en el pasillo y sacó otra de mis fórmulas y la vierto sobre un pañuelo humedeciéndolo.

Me adentro en la habitación y me acerco a la litera, me asomo a la cama de arriba y coloco el pañuelo húmedo en la nariz de la mayor, luego me agacho y hago lo mismo con la pequeña. De esta forma me aseguro que no se despertarán por ningún motivo en un buen rato.

Estoy frente a la habitación del padre pero él si tiene puerta, giro lentamente la cerradura para no hacer ruido y de la misma forma empujo la puerta dejando un espacio por el que pueda pasar. Me dirijo a él y cubro su nariz con el pañuelo.

Salgo de la habitación dejando la puerta totalmente abierta y regreso a la cocina, guardo la manta que había dejado en el suelo, y me pongo mas botas. Cautelosamente muevo la mesa a modo que quede más cerca del agujero en el techo, me subo en ella y arrojo mi mochila afuera pero no estoy lo suficientemente alto para que yo pueda salir.

Me bajo de la mesa y me dirijo hacia la bodega que está a un costado del cuarto  de baño, busco algo que me pueda servir, tomo una escoba y se me ocurre algo. Regreso a la cocina y vuelvo a subirme en la mesa, volteo la escoba y con ayuda de ésta rebusco mi mochila, cuando por fin la toco la jalo y la dejo caer, me cuesta trabajo pero lo consigo, ha quedado colgada en la escoba, la tomo y saco una soga de su interior. Luego la aviento hacia afuera nuevamente.

Ato la soga justo al centro de la vara de la escoba y la anudo lo suficiente para asegurarme que no se desplace.  Saco un extremo de la escoba por el agujero dejando que la soga caiga sobre mí, y la aviento hacia arriba para que al caer quede recostada sobre la terraza, tiro ligeramente de la soga, jalándola hasta que la vara queda justo en el diámetro. Saco los guantes de cuero que guardo en me chaqueta y me los pongo. Tiro nuevamente de la soga, ahora con más fuerza y me aseguro que la escoba resiste, me impulso hacia arriba con la ayuda de la soga y cuando ya he subido suficiente coloco una mano sobre la terraza, suelto la soga y me apoyo con la otra mano, aviento la escoba con la espalda y me impulso para subir.

Ahora que estoy arriba saco lo más importante, la granada, me recuesto boca abajo dejando mi cabeza sobre el agujero, tiro del gatillo y la aviento con fuerza haciéndola rodar lo suficiente para que atraviese la puerta de la cocina y entre por la puerta de la habitación del padre. Explotará dentro de ocho minutos. Veo mi reloj y son las 12:12 AM, eso significa que explotará a las 12:20.

Me levanto y sacudo el polvo que recogió mi ropa, tomo mi mochila y camino a la esquina por donde subí y de un salto bajo al suelo, como siempre, he caído de pie. Me quito la capucha y me pongo el casco. Arranco lentamente y salgo del callejón pero no sigo, me quedo sobre la calle 43. Veo nuevamente mi reloj y son las 12:15, faltan 5 minutos.

Mientras tanto levanto la visera del casco y observo la luna llena, me encanta observar la luna y me distraigo, no tardo mucho en reaccionar, vuelvo a ver el reloj, son las 12:19, ya casi. Volteo la mirada hacia el callejón y...

Soy una CriminalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora